Opinión

Moisés protegerá América

El americano medio y la gran empresa han puesto su futuro en manos del magnate republicano Enrique Portocarrero Enrique Portocarrero

Diario Vasco, , 07-11-2024

or la escuela pública, por la igualdad de oportunidades, por los derechos de las mujeres, por el cambio climático, por la libertad, por los derechos de la comunidad LGTBI, por la democracia…». Pues no, las veinticinco razones esgrimidas en su cuenta de Instagram por Sarah Jessica Parker para explicar su voto por Kamala Harris han chocado con la realidad económica y con las promesas salvadoras de una desregulación inminente, con el relato de una amenaza exterior que solo se afronta en el imaginario conservador con la vuelta a la autarquía, con el sentimiento religioso y racial sobre el retorno a unos valores que ahora no coinciden con el progresismo de los demócratas y hasta con una narrativa épica y nacionalista que proclama ensoñada la vuelta de América a su grandeza, guiada ahora en el Mar Rojo global por ese nuevo Moisés que es Donald Trump.

Pues sí, en esta nueva y grandiosa hazaña trumpista todo es amor y esperanza de salvación, como proclamaba fervorosamente en campaña Amber Rose, lo mismo que en la narrativa del patriotismo fantasioso el intento de asesinato en Pensilvania solo se evitó por el milagro de una «intervención divina». Dios protegerá América, que decía hace años el predicador evangélico Billy Graham, ahora personificando el amparo nacional en el corazón y en el magisterio de Trump, empezando por la economía y la industria, siguiendo por la reelaboración caprichosa de la doctrina Monroe América para los americanos, y continuando después por el control de las fronteras y la inmigración y la vuelta triunfal al tablero de la geopolítica. Moisés protegerá América.

Entonces, ¿ha sido la economía, estúpidos, la causante del triunfo republicano? Pues en parte sí, porque han contado mucho menos la progresiva desinflación, el discreto crecimiento pero crecimiento a la postre del PIB norteamericano, la resiliencia del mercado laboral estadounidense o los resultados positivos de los gigantes del Dow Jones o del Nasdaq durante la era Biden, que la impronta desreguladora de Trump o que sus señales ‘urbi et orbi’ sobre un inmediato cese de la presión fiscal, su heraldo arancelario y la guerra comercial contra China, la pista liberalizadora o la promesa de una autosuficiencia económica, tecnológica e industrial. Sí, en efecto, la ‘mano poco invisible’ de Trump ha hecho que el americano medio y la gran empresa vinculen de nuevo su confianza y su futuro al voto republicano.

Lo mismo que en el caso de buena parte de las minorías raciales y de los inmigrantes establecidos en la tierra de promisión, renuentes como Trump a las nuevas olas de inmigración porque ahora priorizan su identidad estadounidense sobre la de su origen real, autoafirmándose y votando al presidente que les concede asociarse estrecha y mentalmente con los estadounidenses ‘reales’, eso sí, a cambio de que respalden con su elección el cierre de la puerta a los nuevos emigrantes. Gran paradoja, por supuesto, como la del diverso nacionalismo religioso norteamericano, ahora abrazado a una retórica de victimización, enfrentamiento y resentimiento frente a la moderna sociología del comportamiento humano, cuya salvación es la vuelta a los valores tradicionales que sorprendentemente representa Donald Trump, personificación imposible de la pureza o la inocencia contemporánea.

Queda en este cuadro el dibujo explicativo del difícil voto judío, ahora atemorizado y dubitativo con las secreciones antisemitas y las protestas en colegios y campus universitarios, cuya decantación tradicional por los demócratas parece haberse alterado, quizá buscando la vuelta a aquel proceso trumpista de normalización del Estado de Israel entre algunos países árabes, interrumpido por Hamás.

Trump vuelve como un Moisés salvador de las barras y estrellas, en fin, pero más como síntoma que como enfermedad, porque esta última no es otra que la desconfianza, el temor al futuro y la inclinación humana a la fantasía ensoñada de los discursos populistas.

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