De 6.000 a 30.000 euros por un contrato en un colmado (y avión de Pakistán)
Más de 200 inspecciones policiales en tiendas de alimentación sólo en 2024
La Vanguardia, , 04-11-2024Se le llamó “el súper de la vergüenza”. Abrió en los bajos de la casa Heribert Pons de Barcelona, un edificio modernista de la Rambla de Catalunya, patrimonio de la ciudad, tras unas obras realizadas sin permiso y abriendo las 24 horas también sin autorización. Cerró el 24 de octubre por imposición municipal, pero este caso destapa un fenómeno creciente y de difícil combate, el de la proliferación de supermercados que abren 24 horas o 12 o 15 y en los que, muy a menudo, se abusa laboralmente de los empleados. Algunos de ellos son además víctimas de redes de trata de personas. El fenómeno tiene en alerta a Policía Nacional, Mossos d’Esquadra y Fiscalía de Catalunya.
La apertura de supermercados se ha convertido en un gran negocio para algunas mafias internacionales. En algunos países asiáticos, en especial Pakistán, pero también en India o Bangladesh, opera un sistema que consiste en vender un contrato de trabajo en un supermercado, con permiso de residencia y hasta billete de avión a cambio de pagos que oscilan entre los 6.000 y los 30.000 euros, según coinciden en detallar fuentes policiales, del sector comercial y de la propia comunidad pakistaní.
Hay infinidad de casuísticas. El interesado puede abonar una parte del dinero en origen, o al conseguir entrar en el país o tras algunos años de trabajo. En otros casos, se promete un contrato en caso de llegar a España, por la vía que sea, y el interesado se las apañe por su cuenta. Algunos, explican fuentes policiales, han llegado desde Pakistán a un supermercado del Raval en viajes combinados a pie y autobús. Unos 8.700 kilómetros. Otros, como turistas. La mayor parte de los pakistaníes procede de Gujrat y Mandi Bahauddin.
Las literas en la trastienda de un local de Alella (Maresme) en las que dormían algunos trabajadores.
Las literas en la trastienda de un local de Alella (Maresme) en las que dormían algunos trabajadores.LV
Muchos de ellos, además, llegan legalmente. Según la Ley de Extranjería pueden entrar en España trabajadores de alta cualificación y para trabajos concretos. No es el caso de cajeros o reponedores de colmado. Si hay una oferta de ese tipo debería publicarse el anuncio en el BOE a través del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE)… salvo que un aspirante (extranjero) a ocuparlo tenga familiares en España. “Ahí empieza la picaresca”, explican los especialistas de los Mossos d’Esquadra en trata de personas y explotación laboral, en un encuentro con La Vanguardia en el complejo policial de Egara, en el Vallès. “Hay gestorías que colaboran con esas redes falsificando la paternidad de algunos de ellos”.
Muchos de esos trabajadores tienen sueldos de miseria, por debajo del sector y del salario mínimo. Pueden ganar 700 euros al mes. En función del sueldo pagan deuda, alquiler y envían algo a sus familias. En los casos más precarios, parte del salario consiste en alimentos del propio super: los que están cerca de caducar. Algunos viven en pisos proporcionados por los propios empresarios; hacinados, desde luego. O en el almacén.
A finales de febrero, un operativo de los Mossos d’Esquadra contra el tráfico de personas y explotación de los trabajadores entró en 16 comercios de las provincias de Barcelona y Girona y desmanteló una red que presuntamente introducía ciudadanos pakistaníes para emplearlos en comercios de este tipo en condiciones de semiesclavitud.
“Se pueden ahorrar quince o veinte mil euros al mes sólo en Seguridad Social”
Algunos de los supermercados eran franquicias de marcas conocidas.
Fueron detenidos seis hombres. Cuatro de los trabajadores habían sido presuntamente víctimas de trata de seres humanos y 18 más sufrían explotación laboral, según explicó entonces la policía catalana. Algunos trabajadores dormían en los sótanos o en los pasillos de los propios supermercados.
La policía comprueba la documentación aportada por los trabajadores en un registro
La policía comprueba la documentación aportada por los trabajadores en un registro LV
El caso está siendo investigado por el juzgado de instrucción 3 de Mataró.
Los supermercados estaban en Barcelona, Badalona, Alella, Premià de Mar, Pineda de Mar, Santa Perpètua de Mogoda, Vallromanes, Montornès del Vallès, Caldes de Montbui, Sant Feliu de Guíxols, Igualada, Capellades y Santa Margarida de Montbui.
También el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) tiene equipos investigando la explotación laboral y la trata de personas. Han ejecutado más de 200 inspecciones en locales sólo en lo que va de 2024. “Así como la explotación laboral es muy evidente, la trata de personas es más difícil de probar”, explican en el complejo policial de la Verneda los dos responsables de este área del CNP.
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“Un taxista en Pakistán puede ingresar 80 euros al mes. Llegan aquí y cobran 700 por poner botes en las estanterías, en locales con aire acondicionado. No les parece nada mal”. La descripción es del subinspector contra la trata de personas y la explotación laboral de los Mossos d’Esquadra. “Hay un sesgo cultural también. Para ellos trabajar doce o quince horas no es raro ni excesivo, y si encima vienen de trabajar en la obra en Dubái o en algún país del Golfo…”, abunda otro de los responsables en la materia de la policía catalana.
“Ganan 700 por poner botes en una estantería. No les parece nada mal”
Con esos ingresos de los empleados, algunos de esos empresarios abren nuevas tiendas, en las que colocan nuevos trabajadores, en una especie de crecimiento piramidal, según la investigación de una entidad comercial del Raval de Barcelona. Eso explica en parte la continua apertura de supermercados. En toda España fueron 5.800 entre 2008 y 2022, según datos de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución. Unos 400 cada año.
“Tuve un cliente que abría un Condis cada mes”, explica un gestor pakistaní –licenciado en ADE y con un master en asesoría fiscal– con cientos de clientes. Se presta a hablar con La Vanguardia porque “unos pocos ensucian el nombre de nuestro país, y debemos ser transparentes”.
El número creciente de supermercados regentados por compatriotas suyos se basa en aquellas redes, que conoce bien, y en algunas operaciones irregulares. Un almacén de la periferia de Barcelona recibe cada semana contenedores procedentes de otros países de Europa con productos cerca de caducar. Nada ilegal. Pero esas tiendas acuden a comprar allí a precios irrisorios y los venden en sus franquicias al precio habitual. El margen es enorme. “Crean nuevas empresas contínuamente que hacen el negocio indetectable para Hacienda”, detalla. “Pueden facturar hasta cinco millones al mes”. Otro de los secretos es la contratación: los trabajadores pueden tener contrato por cuatro horas diarias y trabajar el triple. “Se de algún empresario que se puede ahorrar quince o veinte mil euros al mes sólo en Seguridad Social”, desvela el gestor.
Condis declinó ofrecer explicaciones a La Vanguardia .
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En Barcelona basta una comunicación al Ayuntamiento para abrir un colmado, salvo en el Eixample, Ciutat Vella, Gràcia y áreas de Sant Martí, donde los planes de uso son más restrictivos, explican Joan Cambronero y Toni Massanés, gerente y director de licencias del área de Urbanismo y Vivienda del Ayuntamiento de Barcelona, respectivamente. Cuesta 300 euros; un coste añadido son los de ingeniería u obras de adecuación, que en estos casos suelen ser mínimas. La Ley 18/2017, de Comerç, serveis i fires permite además la apertura 24 horas a los locales inferiores a 300 m2, a gusto del dueño.
La socióloga Berta Güell, investigadora del Centre de Estudis i Recerca – Migracions de la Autònoma, es autora de una tesis doctoral sobre el comercio pakistaní. La proliferación de supermercados, sostiene, se debe a tres factores. “Primero, el crédito fácil, a través de redes familiares, que les da ventaja para conseguir locales. Segundo, la información que consiguen gracias a esas redes, muy sólidas. Y tercero, la mano de obra: se dan trabajo entre ellos. Y, aunque es cierto que a menudo las condiciones son muy precarias, y no seré yo quien niegue que hay quien se aprovecha de su debilidad, hay que hilar fino. Cada caso es distinto. Los hay con un local y los hay con una red enorme de supermercados”. En Barcelona vivían unos 2.000 pakistaníes a inicios de siglo y hoy rondan los 25.000. “Entre ellos –añade– está mejor visto tener negocio propio, por precario que sea. Es una manera de ascender socialmente. Sus alternativas aquí están en la hostelería o en la construcción”.
“La explotación laboral es evidente, la trata de personas es más difícil de probar”
Existe además un sesgo cultural. “Entre ellos está mejor visto tener negocio propio, por precario que sea. Es una manera de ascender socialmente. Sus alternativas aquí están en la hostelería o en la construcción, pero a la larga prefieren una tienda porque tiene más prestigio”.
“En mi opinión, en este asunto no debemos caer en el buenismo por un lado ni en la mano dura indiscriminada por otro. Es necesario un cierto equilibrio, mano izquierda y herramientas legales”, concluye la socióloga.
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