«Tengos dos empleos con los que he podido comprar mi casa en Arrasate»
Trabajadores de origen extranjero relatan su experiencia laboral en Gipuzkoa
Diario Vasco, , 04-11-2024Mustapha Archoui, un vecino de Arrasate de 34 años, dejó su Tinghir natal una ciudad del este de Marruecos situada a los pies de las montañas del Atlas hace 20 años para aterrizar en Tortosa, Tarragona. Hincó los codos para aprender castellano y catalán y se graduó en electricidad y fontanería en una escuela taller de Cataluña. Su primer empleo fue en una fábrica de soldadura, pero la crisis de la construcción le llevó al trabajo de campo. Poco tiempo después, ‘Musta’, como le llaman sus amigos, decidió visitar a su tío Ali, que vivía en Eskoriatza, para sondear el mercado laboral de Euskadi. Ahora, compagina sus dos empleos con su afición por el atletismo, y dice orgulloso que «he podido comprar una vivienda en Arrasate, y formar mi familia aquí. Tengo una mujer, hijos, trabajo y casa. En esta vida hay que valorar lo que tienes», señala con una sonrisa.
‘Musta’ trabaja como jefe de equipo en el área de limpieza industrial de Ausolan, y pese a que reconoce que es un trabajo «durillo», dice que es «feliz». Este treintañero compagina la labor en las fábricas guipuzcoanas con su puesto en limpieza y mantenimiento en el polideportivo de Aretxabaleta. «Allí tengo un contrato del 30% de la jornada, voy cuando puedo. Es verdad que a veces son muchas horas, pero por ahora estoy bien», añade.
Cuando ‘Musta’ se dio cuenta de que en Euskadi «había más oportunidades laborales», como dice, «vinieron mis tres hermanos y padres». «Mohamed trabaja en Aita Menni de auxiliar de enfermería; Fouad, de conductor de autobuses; y el tercero, Rachid, estaba en una empresa de cuadro eléctricos, pero lo ha dejado porque se quiere dedicar profesionalmente al MMA (artes marciales mixtas)», explica.
«Me siento uno más»
Los hijos de Mustapha, Rayan, de 5 años, y Lina, de 3, nacieron en Gipuzkoa, y estudian en la ikastola Arizmendi de Arrasate. Están aprendiendo bereber, euskera y castellano, como presume el padre. Sobre su vida en Arrasate, asegura que se siente «uno más». «Aprendí euskera en un euskaltegi, y me gusta Euskadi, y no lo digo como cumplido, lo creo de verdad», subraya. Además, continúa, «aquí nunca he sufrido ningún ataque racista, y en otros sitios sí. La gente, en general, es agradable y me gusta que sean deportistas. Tengo amigos que me dicen que en otros lados se cobra más, pero lo tengo todo aquí».
«Llegué en patera desde el Sáhara y ahora soy feliz trabajando en Andoain»
Younes El Qasimi Electricista. 18 años
«Llegué en patera desde el Sáhara y ahora soy feliz trabajando en Andoain»
Younes El Qasimi embarcó con 14 años en una patera «junto a otros amigos de barrio» que partió desde el Sáhara Occidental para llegar a las Islas Canarias. La suya, pese al drama migratorio, es una historia con final feliz, y desde su tono optimista es difícil adivinar un ápice de tristeza por lo vivido, puesto que ahora, con 18 años recién cumplidos, dice que sólo mira hacia el futuro. En la región africana dejó a su padre, madre y tres hermanos él es el menor, y después de arriesgar su vida en el Atlántico en busca de un futuro para él y su familia, señala en conversación con este periódico que es «feliz» en Ordizia, donde reside desde hace un par de años junto a un compañero que también llegó al archipiélago español en un cayuco.
El Qasimi trabaja en la empresa de sistemas eléctricos de Andoain Euskabea desde octubre del año pasado, donde asegura estar «contento». Tiene un contrato de jornada completa, y ha podido visitar este verano a su familia en el Sáhara, que no veía desde que se embarcó en la patera, hace cuatro años. «Me han dado la oportunidad de aprender y trabajar, y estoy muy agradecido y feliz. Trabajo de siete de la mañana a tres de la tarde con sistemas de electricidad y manipulando cuadros eléctricos. Los fines de semana no trabajo, y los festivos tampoco, por lo que tengo tiempo para conocer el pueblo y la zona. Sigo aprendiendo todos los días, y me ayudan mucho», relata.
Sobre su adaptación a Gipuzkoa, el joven saharaui explica, en un castellano casi perfecto, que «me gusta el ambiente», aunque reconoce, en tono jocoso, que «llueve mucho aquí» en comparación a su lugar de origen. En cualquier caso, de cara al futuro se plantea «estudiar para seguir mejorando», pero, por ahora, «estoy sacándome el carnet del coche y quiero ahorrar para tener vehículo propio».
«Apoyo la cultura vasca»
Este joven electricista de origen saharaui, que sigue aprendiendo euskera desde que aterrizó en Goierri, comenta que en sus ratos libres pasea por Ordizia, y que «me gusta mucho la cultura vasca». En el tiempo que lleva aquí, El Qasimi, a quien le están tramitando la nacionalidad española en estos momentos, dice que «nunca he tenido ningún problema. Todos me han ayudado tanto en el trabajo como en el pueblo».
Por ahora, El Qasimi quiere seguir «mejorando» en el trabajo y aprender los idiomas, sin descartar la posibilidad de estudiar.
«Aprendí por mi cuenta y ahora soy propietario de tres barberías en Donostia»
Simo Lafou Barbero. 37 años
«Aprendí por mi cuenta y ahora soy propietario de tres barberías en Donostia»
A Simo Lafou le inculcaron desde muy joven la idea de emprender. Llegó a Donostia desde Casablanca (Marruecos) hace más de veinte años, y dice, en este sentido, que para él aterrizar en un nuevo país con una cultura diferente no supuso «un gran cambio». A sus 37 años, explica que «el haber crecido aquí no me ha resultado difícil, las raíces y los recuerdos los he creado aquí». Siempre supo, como dice, que quería «ser autónomo, ser mi propio jefe, y aquí lo he podido conseguir». Se formó como peluquero en una barbería de Donostia, y ahora es propietario de tres locales de la capital guipuzcoana, donde no da abasto, tal y como asegura. «Tengo cinco empleados, y estamos casi siempre trabajando, y los clientes son muy agradecidos», detalla.
Eso sí, la profesión no le viene de familia, sus padres se han dedicado al transporte, pero siempre le inculcaron la idea de trabajar por cuenta propia. Lafou comenzó rápidamente en la peluquería Rosario en el barrio del Antiguo, en Donostia, donde estuvo un año y aprendió el arte de la barbería, hasta que decidió abrir su propio negocio en 2011, la barbería Txukun Txukun, que mantiene hasta el día de hoy.
En 2020 decidió invertir en un local y abrió su segunda peluquería en la misma calle, «para atender la mayor demanda de los clientes y ampliar mi negocio». Y hace un año inauguró una tercera en la Gran Vía de San Sebastián. Lafou está siempre en el primer local. Ahí atiende a sus clientes que son muy «variados», y el rango de edad «es de cero a cien. Vienen clientes de 95 años, y hasta recién nacidos de tan solo siete días», agrega con una sonrisa.
Aunque Lafou está muy presente en las redes sociales para dar a conocer aún más su negocio, lo que, a su juicio, sigue funcionando es «el boca a boca». Y una vez deciden apostar por sus servicios, el peluquero lo tiene claro. «La primera vez es una oportunidad y la segunda es cómo los tratas», revela.
«Mucho esfuerzo»
Lafou, que reside en el barrio de Gros, se enorgullece del trabajo que genera a través de sus tres peluquerías de Donostia, aunque, como es lógico, no esconde que sacar adelante tres locales siendo autónomo requiere «mucho esfuerzo». «Estoy muy agradecido porque aquí he podido desarrollarme, aunque he puesto mucho de mi parte, claro. Trabajar por cuenta propia requiere mucho esfuerzo», concluye.
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