Trump, Musk y las amenazas a la democracia

Diario Vasco, Odón Elorza Licenciado en Derecho y ex alcalde de San Sebastián (1991-2011), 04-11-2024

s innegable el avance de las ideas populistas y totalitarias (en versión Trump, Meloni, Maduro, Milei o Ayuso) por todo el planeta. Empezamos a comprender que los liderazgos autoritarios están de vuelta, ahora con un modelo neofascista disfrazado, que no utiliza la violencia como eje de acción e incrustado, como lo hizo siempre, en las instituciones democráticas para destruirlas.

No es casualidad que esto suceda cuando se extiende entre la población una sensación de miedo provocada por la incertidumbre derivada de los cambios que siguen a la crisis climática, las migraciones imparables, los proceso de robotización o las aplicaciones de los sistemas de inteligencia artificial. También inciden los riesgos de la deshumanización que conlleva la revolución tecnológica.

Lo anterior, repercute en la vida de las personas, en su empleo, estabilidad emocional, relación social y bienestar. Pero no deberíamos olvidar que la falta de respuestas de la democracia a los nuevos retos de la transformación digital, la queja por la ineficacia de las instituciones ante demandas sociales, la continuidad de la corrupción y la desconfianza hacia los partidos, alimentan el crecimiento de la desafección política y el avance de las fuerzas reaccionarias.

En este marco, la alianza de Trump, promotor del asalto al Capitolio en enero de 2021, con Musk y parte de las grandes corporaciones tecnológicas y energéticas para ganar la presidencia de Estados Unidos, persigue aplicar políticas iliberales en favor del máximo beneficio empresarial, la desregulación del negocio tecnológico y establecer un nuevo sistema de gobierno autoritario. El ejercicio de esa autoridad vendría acompañada de un «uso policial» de las aplicaciones y herramientas de la revolución tecnológica, los algoritmos de control y la inteligencia artificial, prescindiendo de toda ética digital. Su relato populista está dirigido a una sociedad digital alterada en la que prima el individualismo. Y consiste en ofrecer «orden y seguridad», despolitizar a la ciudadanía, expulsar a las personas migrantes –considerados como invasores– y aprobar más rebajas fiscales a costa de sacrificar las políticas sociales.

Si ganan Trump y Musk, el populismo ultra crecerá por todo el planeta, golpeando la democracia con sus instituciones y burlando valores imprescindibles para el sueño de una convivencia en paz. Las tecnologías de la información, en manos de las poderosas plataformas digitales, lo mismo que las injerencias de Rusia o China, constituyen una amenaza a la democracia y están contribuyendo a que cada año haya más naciones, en medio de turbios procesos de manipulación de la información, que soportan gobiernos autocráticos, Estados fallidos y falsas democracias.

Lo cierto es que el futuro de la humanidad lo estamos escribiendo con renglones torcidos. La humanidad necesita repensar y adaptar la democracia a los desafíos de esta nueva era de la revolución tecnológica, para dar respuestas a los nuevos problemas sociales y económicos así como a los retos de la transformación digital, en un tiempo en el que se está produciendo un cambio de paradigmas y de valores que nos empujan hacia una sociedad distópica.

Asistimos al desafío global que supone actuar –como intenta la Unión Europea– con una estrategia global para regular con leyes y controlar las plataformas digitales con sus redes sociales y los sistemas y usos de la inteligencia artificial en manos del oligopolio formado por los gigantes tecnológicos que constituyen el primer poder en el planeta. A la vez, las sociedades que aman la libertad y la convivencia en paz, necesitan recuperar la función original de internet para que esté, realmente, al servicio de las necesidades y derechos digitales de la humanidad

Si el próximo cinco de noviembre Trump ganara las elecciones, los líderes autócratas lo celebrarían y darían otro paso. Es una lástima que esta batalla de alcance planetario le coja al líder uruguayo José Mujica en el final de sus días; un hombre humilde, honesto y coherente con las ideas de una izquierda humanista. No quedan líderes de confianza, como él, para afrontar lo que nos viene encima y más con una capacidad de resiliencia mermada.

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