Georgia primera parte

El machismo negro frena a Harris

El discurso de Trump gana adeptos en la comunidad afroamericana, que siente que los demócratas ponen el «poderío» de las mujeres por encima de los hombres

Diario Vasco, Mercedes Gallego Enviada especial a Atlanta (Georgia), 31-10-2024

Hay un ejército silencioso de almas por Kamala Harris que se moviliza entre susurros desde hace meses para la victoria electoral de la líder demócrata el próximo martes. «No podemos decir nombres (de candidatos), pero hablamos de ello continuamente. Tenemos reuniones todas las semanas». Y misa todos los domingos.

El fideicomisario de la Primera Iglesia Congregacional de Atlanta, la segunda más antigua del país, habla sin hablar de las elecciones en puertas, de las que en teoría no puede predicar desde el púlpito, so pena de perder su exención fiscal. A sus feligreses les hacen falta pocas palabras para entender el góspel de la justicia social, el mismo que difundían los misioneros que fundaron esta congregación en 1841, en pleno corazón de la capital de Georgia. A pocas manzanas nacería después Martin Luther King Jr., y no por casualidad.
Durante mucho tiempo tuvo la única fuente de la que podían beber los negros en el centro de la ciudad, en temperaturas escandalosamente sureñas, cargadas de humedad. Atlanta es hoy la capital del ‘nuevo sur’, con un aeropuerto por el que pasa anualmente cerca de un millón de viajeros y un tejido económico moderno y vibrante, en el que el porcentaje de población afroamericana desciende cada año, y aun así todavía se acerca al 50%, dejando en minoría a los blancos que otrora sacudían el látigo.
Dedicada a ser mentora de hombres desde su fundación, la iglesia del reverendo Dwight Andrews se ha encontrado sin querer en el centro de una polémica: el voto del hombre negro, que se le escurre ligeramente a la mujer que aspira a ser la primera presidenta de Estados Unidos. Las encuestas ya reflejaban que, pese al apoyo mayoritario de ese sector demográfico, la vicepresidenta solo recogerá el 70% de los sufragios de hombres negros, frente al 83% que permitió a Joe Biden ganar el Estado en 2020, por primera vez desde que se lo llevase Bill Clinton, gobernador del vecino Arkansas. Ni siquiera Barack Obama se apuntó los 16 electores de Georgia en ninguno de sus dos comicios. ¿Podrá llevárselos Kamala Harris?

El primer presidente negro que estos días peregrina por las grandes urbes de color del país fue el primero en sacar públicamente algo que ha reverberado por todos los túneles de la América de color: la misoginia de los hombres negros. Puede que sea, como dice Dorothy Odell Foster, que «los hombres negros en Estados Unidos lo han tenido siempre muy difícil». O como sugiere James Brown, que hayan calado las letras de hip hop y de raperos que denigran a las mujeres.

El dato
16
escaños electorales

de los 270 que se necesitan al menos para ser proclamado presidente, se reparten en el estado de Georgia. En 2020 los demócratas ganaron las elecciones aquí por solo 11.779 votos. Biden obtuvo 2.473.633 apoyos (49,5%) y Trump Trump 2.461.854 (49,2%).

A juicio de Obama, «no estamos viendo la misma clase de energía y participación» que cuando él se presentó a las elecciones en 2008 y 2016. Esa falta de entusiasmo «parece ser más pronunciada con los hermanos», reclamó, que aún dicen estar comparando las políticas de ambos candidatos. «¿Estáis pensando en quedaros sentados», preguntó el expresidente. «Parte de mí piensa, y le hablo directamente a los hombres, que simplemente no están sintiendo la idea de tener a una mujer como presidenta y buscan otras alternativas para justificarlo».

Iglesia Congregacional de Atlanta.
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Iglesia Congregacional de Atlanta. E. C:
Derechos y oportunidades
Cecil Brown, tesorero de la iglesia, se revuelve contra la noción de que el machismo negro podría costarle a Harris las elecciones, y responsabiliza a los medios de comunicación. La culpa siempre es del mensajero. Pocos minutos antes Wilson Washington acaba de votar anticipadamente por Donald Trump. «He tenido que hacerlo, aunque no me guste el tipo», se justifica. «Miss Harris suena tan falsa. Los demócratas nos han dejado colgados tantas veces que no puedo volver a votar por ellos», dice el hombre de 56 años.

En su contexto
Población Once millones de habitantes tiene Georgia. Es el octavo estado más poblado de la Unión.

Principales ciudades Atlanta (capital), con 514.465 residentes, Augusta (200.512), Columbus (200.167), Macon-Bibb County (156.337) y Savannah con 147.845.

30% de la población de este estado es negra o afroamericana. El porcentaje se dispara en la capital, donde representa la mitad del censo.

Una ciudad con historia En Atlanta nació la compañía Coca Cola en 1886 y, casi cuatro décadas después, Martin Luther King vino al mundo en esta ciudad. Fue sede de los Juegos Olímpicos en 1996 y su aeropuerto (Hartsfield-Jackson) lideró en 2023 el ránking mundial de pasajeros.

3,6% es la tasa de paro de Georgia, unas décimas por debajo de la media nacional, que se siúa en el 4,1%. En cuanto al PIB, es el séptimo estado de la Unión, impulsado por las inversiones de gigantes extranjeros como Mercedes-Benz, Nestlé o Adidas.

Su generación es más dada a dejarse convencer por Trump que la del tesorero de la iglesia, un investigador retirado que a sus 80 años recuerda bien lo que costó obtener el reconocimiento de los derechos civiles, por los que murió Martin Luther King en Memphis. El abogado y activista Bryan Stevenson, fundador de la Iniciativa para Justicia Igualitaria, recuerda que en el norte del país hay otras grandes ciudades con mayor porcentaje de afroamericanos que Atlanta, como Detroit o Baltimore, «pero la mayoría de esa gente no fue buscando nuevas oportunidades económicas sino huyendo, exiliadas del terror del sur, de Atlanta a Cleveland, y de Misisipi a Chicago».

Un éxodo en el que participaron seis millones de afroamericanos, calcula, que dejaron atrás sus casas y las oportunidades de una capital que pudieran heredar sus hijos y nietos. «Lo opuesto a la pobreza no es la riqueza, sino la justicia», asegura. «Lo más terrible de la esclavitud fue la narrativa de las diferencias raciales, esa presunción de peligrosidad y culpabilidad creada para calmar las conciencias, que ha sobrevivido hasta nuestra era».

Desde el púlpito de la Primera Iglesia Congregacional, el orador invitado a celebrar su 157 aniversario, instaurado como Día de los Hombres, avisa a su público de que lo que ve «en estos días, en estas semanas, en este momento y en estas elecciones: esa narrativa y esa polarización basada en el miedo y la indignación que permite a la gente tolerar cosas que nunca debería aceptar». Habla en clave, como se hace también desde los templos cristianos que veladamente defienden el voto por Trump con el argumento de la vida.

El aborto es también uno de los temas que han convencido a Danielle Smith, de 41 años, para apoyar al magnate, pero no el único. «Me duele votar por él, pero me parece una persona más honesta y sincera», confiesa. «La primera vez que salió elegido me quedé en ‘shock’. ¿Qué ha hecho ese tipo en su vida para ser presidente? ¿Despedir gente en televisión? ¿Poner su apellido en los edificios? Pero después de ver lo que ha hecho Biden, prefiero que vuelva».

En el fervor del templo, con el éxtasis de la música góspel y la electricidad del pregonero de lujo, los cánticos anestesian colectivamente el dolor que aún se arrastra con cadenas y permiten ignorar que fuera de sus paredes el bloque demócrata se ha resquebrajado. Se habla de empate técnico, pero en la última encuesta del periódico The Atlanta Journal Constitution, en la que el margen de error es del 3,1%, Trump saca cuatro puntos a Harris y le arrebata el Estado por 47% a 43%.

Centro financiero de Atlanta.
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Centro financiero de Atlanta. E. C.
Reparación histórica
Entre ellos están los que, como Wilson, votaron por Obama y se sintieron traicionados, porque nunca les sacó de sus miserias, ni confrontó los grandes temas que le preocupan, desde las reparaciones históricas hasta la justicia criminal de la que habla Stevenson. «No entienden cómo funciona el sistema. Creen que Obama fue presidente para arreglarles sus propios problemas, en lugar de gobernar para todos los estadounidenses», se queja el tesorero.

A Obama se le resistió Georgia, donde detecta una falta de entusiasmo entre «los hermanos» de cara al 5 de noviembre
«Cuando Trump salió elegido quedé en ‘shock’. Después de lo que ha hecho Biden, prefiero que vuelva», admite Danielle
Está también esa narrativa de la identidad herida del hombre negro, que tiene seis veces más probabilidades de ser enviado a prisión que el blanco y cuatro veces más de morir a manos de la Policía. Mientras ellos cargan con esa presión, las mujeres afroamericanas crían solas a sus hijos y se abren camino sin el lastre penal.

«¿Y qué hace el Partido Demócrata? Pone a las mujeres negras en un pedestal y dice: ‘Nosotras somos las madres del movimiento’, ‘salvamos al partido’. Pero no presenta políticas que salven a los bebés negros, que aborden la tasa de mortalidad materna de las mujeres, que nos levante y dignifique. Usa la identidad como un objeto de ataque. Muchos de los hombres negros de todo el país, y creo que también hispanos, gravitan hacia Trump y su patriarcado, porque encuentran en él algo que admirar y votar. Una cosa es reconocer el poderío de las mujeres negras y los sacrificios que hacemos y otra ponerlo por encima de los hombres negros. La lucha es conjunta, no podemos darnos el lujo de llevarla por separado», ha explicado la excongresista Nina Turner. El ‘black power’ saca el músculo que Harris no ha querido mostrar en la campaña.

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