Elecciones
EEUU Trump desoye la ira portorriqueña y redobla sus ataques a Harris
Steve Bannon, recién salido de la cárcel, anima al ex presidente a proclamarse ganador si se repite un resultado como el de 2020
El Mundo, , 30-10-2024Lo que no han conseguido años de comentarios salvajes de la cúpula del Partido Republicano y su candidato a presidente sobre inmigrantes lo ha logrado un chiste racista de un comediante. El pasado domingo, en un multitudinario mitin de Donald Trump en el Madison Square Garden de Nueva York, el cómico Tony Hinchcliffe dijo, entre otras cosas, que Puerto Rico era una “isla flotante de basura”. Hubo más comentario sobre la comunidad hispana, bromeando sobre cómo tienen muchos hijos y se cuelan en el país, o chistes racistas sobre los negros y judíos, pero el comentario que ha tocado hueso es el que afecta a la comunidad boricua, que tiene un peso importante en estados bisagras como el de Pensilvania, en el que Trump pasa buena parte de su tiempo estas semanas.
La campaña aseguró el mismo domingo que las palabras de Hinchcliffe (que se ha sabido que ya hizo las mismas bromas sin mucho éxito en un local de Nueva York el sábado por la noche) no representan la visión del presidente, y lo dejó correr pensando que no tendría más recorrido. Insistieron en que no se puede “controlar todo lo que dicen” los oradores de un evento. E incluso el aspirante a vicepresidente, J.D. Vance, vino a llamar ‘ofendiditos’ a los que se quejaban, diciendo que el país se había vuelto demasiado sensiblero. Pero en apenas 36 horas han perdido el control y la cuestión le ha dado oxígeno y munición al Partido Demócrata.
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La campaña de Trump se ha desmarcado sólo de la referencia a los boricuas, pero Harris ha lanzado inmediatamente un anuncio en los distritos con mayor población portorriqueña, condenando el ataque racista y asegurando que “Puerto Rico se merece algo mejor”. Y en todos los mítines, ex presidentes como Barack Obama o Bill Clinton, están sacando punta. No son ellos sin embargo los que más asustan a la campaña a justo una semana para las elecciones y con las encuestas en un empate perfecto. El arzobispo de Puerto Rico, Roberto González, ha exigido en una carta disculpas públicas de Trump. Y el presidente del Partido Republicano en la isla, Angel Cintrón, ha dicho que esos comentarios “desafortunados, ignorantes y completamente repudiables” tienen que ser vehemente denunciados por Trump, a riesgo de perder su apoyo público.
Pese a todo, Trump, que este martes tiene convocado un acto en la localidad de Allentown, en Pensilvania, no ha querido atajar la crisis. Al revés. En una infrecuente rueda de prensa a estas alturas de campaña, convocada en su residencia de Mar-a-lago, en Florida, el ex presidente ha ignorado la cuestión y dedicado una larguísima y deslavazada intervención a atacar e insultar a Harris, diciendo que "quiere destruir el país y es “inmoral”. Las cadenas de televisión se han visto desbordadas intentando desmentir las constantes falsedades del ex presidente, desde que le robaron las elecciones en 2020 a que las agencias federales no han ayudado en las zonas afectados por los huracanes.
La sorpresa era grande entre los analistas políticos, que esperaban otra cosa, algún tipo de contención de daños o medio disculpas. Trump, sin embargo, mantiene la línea, reforzada de nuevo con uno de sus baluartes. En la madrugada del martes, Steve Bannon, asesor, consejero áulico y amigo de Trump, salió de prisión tras cuatro meses, al ser condenado por desacato al no comparecer en las comisiones de investigación de asalto al Capitolio. Combativo como siempre, ha dicho que hay que deportar masivamente y que hoy mismo grabará un episodio de su podcast. Además, ha insistido en que si los resultados de Trump el día de las elecciones se parecen a los de 2020, tendría que declararse ganador una vez más y no renunciar. “Debería ponerse de pie y decir: ‘he ganado esto. Y tenemos equipos ahora mismo que se asegurarán de que esto no sea robado’”.
HARRIS CONVOCA A 50.000 PERSONAS FRENTE A LA CASA BLANCA
La vicepresidenta de EEUU tiene previsto celebrar este martes en Washington lo que se conoce como “closing arguments”, un término que se aplica a la última intervención de la Fiscalía o la defensa en un juicio, pero también tiene uso en política, aunque todavía queden una semana de mítines por todo el país. La elección es puramente simbólica. Por un lado, tiene muy poco que ganar, ya que la capital (que no es un estado) vota masivamente a los demócratas. Pero por otro, el efecto buscado es evidente.
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La cita es la Elipse, el espacio frente a la Casa Blanca desde que el Donald Trump animó a sus seguidores a marchar hacia el Capitolio, en una línea recta de poco más de dos kilómetros, el 6 de enero de 2021. Harris, que tendrá la atención mediática igual que Trump la tuvo el domingo en Nueva York, lanza así un mensaje general, el que ha marcado las últimas semanas de su campaña: Trump es un peligro para la democracia e igual que no aceptó el resultado hace cuatro años, puede volver a intentarlo.
Los organizadores pensaban reunir en torno a 20.000 personas, pero la responsable de la Policía de la ciudad, Pam Smith, ha dicho este martes que prevén una asistencia que ronde las 50.000. Para comparar el acto del pasado jueves de Harris en Georgia, donde llenó un estadio de fútbol de instituto con cerca de 20.000, había sido hasta el momento el más grande.
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