Editorial

La persistente lacra de racismo en el fútbol

La Vanguardia, , 29-10-2024

Además de por su contundente resultado final (0-4), el partido de fútbol disputado en la noche del sábado por Real Madrid y Barça en el estadio Santiago Bernabéu está dando que hablar por los insultos racistas proferidos por algunos de los espectadores contra los jugadores blaugrana Lamine Yamal, Raphinha y Ansu Fati.

Corría el minuto 77 del encuentro y, mientras celebraban el 0-3 en una de las esquinas del terreno de juego, Yamal y Raphinha fueron insultados por algunos aficionados con expresiones inaceptables como “puto negro”, “puto moro” o “a vender pañuelos al semáforo”. Una de las estrellas del Real Madrid, el brasileño Vinícius, ha sido reiterado objeto de insultos del mismo tenor en otros campos de España.

El hecho es, desde cualquier punto de vista, lamentable. Pero en esta ocasión ha despertado una reacción rápida y poco menos que unánime. LaLiga anunció de inmediato que iba a presentar denuncia ante la Policía y que iba a solicitar el oportuno peritaje de las grabaciones del suceso, ya difundidas en redes sociales, para determinar la identidad de quienes pronunciaron los mensajes de odio y, si hubiera lugar, contribuir a su procesamiento.

El Consejo Superior de Deportes (CSD) expresó su rotunda condena a los incidentes registrados en el Bernabéu, subrayó la distancia entre estos y los valores de convivencia y respeto inherentes al deporte y reunió ayer lunes a su Comisión Antiviolencia.

El episodio del Bernabéu, con insultos a Lamine o Raphinha, merece castigo para evitar su repetición
También el Real Madrid se manifestó sobre estas agresiones verbales rechazándolas rápidamente de plano y anunciando medidas disciplinarias y judiciales. Y el jugador madridista Vinícius, que tantas veces se ha visto situado en la diana de los racistas, se reafirmó en su convicción de que no debe haber “espacio para estos criminales en nuestra sociedad” y expresó su solidaridad con los compañeros barcelonistas ahora atacados.

Acudir al Bernabéu, o a otros grandes estadios, para presenciar el choque entre dos equipos rivales, en los que –como es sabido de antemano– militan jugadores de primer orden y diverso origen, y terminar insultando a algunos de ellos por el color de su piel o por sus rasgos faciales constituye una reacción absurda, contradictoria y malsana. Es absurda porque el talento de un futbolista no tiene relación con su etnia. Es contradictoria porque, siguiendo este procedimiento, se puede llegar a insultar a quien en otras circunstancias se cubre de elogios. Y es malsana porque refleja uno de los más bajos instintos humanos al manifestarse con furia primaria.

Aunque estos epítetos inadmisibles suelen dirigirse a jugadores del equipo rival, no hay ninguna escuadra que esté a salvo de ellos si alinea en sus filas a jugadores de otras etnias. El fenómeno no es nuevo. En el Real Madrid han sufrido xenofobia, por el mero hecho de ejercer su profesión, jugadores como Marcelo, o ahora Vinícius; en el Barça lo padecieron Eto’o y, ahora, Lamine o Raphinha. En el RCD Espanyol, Thomas N’Kono; en el Athletic, Iñaki Williams. Y así sucesivamente. Es por tanto necesario que los clubs se expresen al alimón, ya sea mediante LaLiga o, también, con comunicados paralelos de cada uno de ellos, afirmando sin ambages su repulsa al racismo.

Los clubs deben ser intransigentes con sus respectivos sectores de hinchas radicalizados, en los que con frecuencia se originan y jalean los insultos. Las instituciones profesionales deben mostrar una tolerancia cero con los racistas, persiguiéndoles, denunciándoles y excluyéndolos de la grada. Y la legislación ya vigente –la ley 19/2007 contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte– ­debe aplicarse con toda la firmeza necesaria para disuadir a quienes creen ser mejores que otros seres humanos de distinta procedencia y capaces de demostrarlo comportándose como auténticos energúmenos. En lo que va de año, por cierto, se han conocido ya tres sentencias de esta naturaleza, precisamente por agresiones a Vinícius. Todo indica que serán necesarias más.

Los clubs, LaLiga y el CSD deben unir fuerzas para erradicar la xenofobia de los campos
La pervivencia de este tipo de ataques es un baldón para quienes los protagonizan, para los clubs que de un modo u otro permiten que sigan produciéndose, para el fútbol en particular, para el deporte en general y, huelga decirlo, para el componente ejemplar que debe tener la competición de élite, en la que tantos niños y adolescentes reconocen un ámbito de excelencia. Algo que se quiebra ruidosamente cuando asoma el feo rostro de la xenofobia.

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