Hace más de 500 años, cientos de miles de moriscos fueron expulsados de la Península por un decreto de Isabel la Católica, que incumplió su promesa de respetar su status después de la conquista de Granada. La portada del suplemento CRONICA aborda hoy la problemática de sus descendientes, que luchan por que sea reconocida su identidad española. La mayoría vive en el norte de Marruecos y muchos de ellos conservan las llaves de las casas de sus antepasados y dicen refranes y dichos que se han ido transmitiendo de padres a hijos en castellano antiguo. El presidente de la Junta Islámica Española, Mansur Escudero, ha presentado una solicitud para que se reconozca el derecho preferente de estos cinco millones de marroquíes a la nacionalidad española. Habrá quien piense que se trata de una demanda justa: el Código Civil se la reconoció en 1985 a los judíos sefardíes, expulsados en el mismo periodo histórico. Sin embargo, no parece que sea adecuado abordar su caso ahora que arrecia la presión migratoria sobre nuestras fronteras. Cualquier reconocimiento legal de sus derechos se convertiría en un nuevo efecto llamada y en un inoportuno recordatorio para Al Qaeda, que en varios de sus discursos ha llamado a reconquistar Al Andalus.