Editorial

Responsabilidad y audacia

La inseguridad que sufre el barrio de Egia requiere políticas inteligentes que persigan al delincuente y cierren la puerta a las olas extremistas

Diario Vasco, EDITORIAL DV, 28-10-2024

El Ayuntamiento de San Sebastián ha justificado la cancelación de las denominadas ‘cenas solidarias’ en el barrio de Egia ante los riesgos para la convivencia y el notable incremento de delitos que se viene registrando en la zona. Hace ya varios años que la situación en Egia había derivado en un problema de orden público. El conflicto se ha ido pudriendo, provocando un lógico malestar social. Sería un tópico frívolo e irresponsable caer en la demagogia con el argumentario racista y xenófobo. Mirar hacia otro lado con un ingenuo buenismo hace flaco favor a la causa de la convivencia y es, precisamente, el mejor regalo que se puede hacer a la extrema derecha, y a aquella política que busca cualquier rendija para lograr foco, explotando y amplificando para su propio interés el descontento social y la percepción de la inseguridad. Uno de los problemas de la democracia en Europa es que ha descuidado determinadas cuestiones –y la seguridad es una de ellas– en beneficio de la ola extremista que, sin escrúpulos morales de ningún tipo, busca establecer un marco ideológico de debate. No se trata de estigmatizar a nadie. La inmigración es necesaria –más aún en sociedades envejecidas y con falta de relevo generacional como la guipuzcoana– y el futuro del crecimiento económico y de la solidaridad social también forman parte de la misma ecuación. Relacionarla con la delincuencia es profundamente injusto, pero no atajar la inseguridad que determinadas personas provocan con la necesaria contundencia por determinados complejos o falta de eficiencia de las administraciones siempre resulta a largo plazo perjudicial. Es hora de respuestas inteligentes y proactivas, rebajando el clima de confrontación y actuando contra la inseguridad. El racismo que excluye al diferente debe ser combatido con exigencia. Y los poderes públicos tienen la obligación de fijar políticas activas para asegurar la cohesión social. No podemos emborronar toda la política de acogida social y de integración de la gran mayoría de los migrantes ni tampoco no poner en valor la meritoria labor de muchas de las entidades sin ánimo de lucro que trabajan en este área. No caigamos en un esquema maniqueo que simplifique la reflexión. Estamos ante un problema que encierra múltiples derivadas y que no puede despacharse con simplismo ni en una frase de 140 caracteres. La democracia se hace precisamente más fuerte cuando gestiona con audacia problemas como este.

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