Actor y director de ‘Miñan’ Ander Lipus:

“El estreno de ‘Miñan’ tenía que ser aquí y en euskera”

Basdada en la novela de Amets Arzallus e Ibrahima Balde, la más vendida en euskera, hoy y mañana se estrena en el Arriaga ‘Miñan’, dirigida por Ander Lipus

Deia, , 25-10-2024

El bertsolari y escritor Amets Arzalluz solía acercarse a la Red de Apoyo de Irun para ayudar en aquello en lo que podía. Allí, en octubre de 2018, conoció a Ibrahima Balde y se creó entre ellos una relación o, como confesó Ibrahima, “un movimiento que no es fácil de explicar con palabras”. Fruto de esas conversaciones, surgió el libro Miñan (Hermanito), que recoge el relato oral del joven guineano durante su viaje de huida desde Guinea hasta el País Vasco en busca de su hermano y de un futuro mejor, un viaje que le llevó a Malí, luego a Argelia y después a Libia, donde se encontró con que su hermano había fallecido. El libro de Arzallus se ha convertido en el más vendido en euskera en los últimos años, recomendado por el propio Papa Francisco.

Ahora, Artedrama lo lleva a escena en euskera, en la lengua en la que se escribió originalmente. Dirigida por Ander Lipus, con adaptación de la dramaturga británica Timberlake Wertenbaker, la obra está protagonizada por Sambou Diaby, junto a Ander Lipus, Eihara Irazusta y Mikel Kaye. Tras su preestreno el pasado día 18 en Luhuso (Lapurdi), hoy y mañana se estrenará oficialmente en el teatro Arriaga de Bilbao y el día 27 se representará en Oiartzun. Luego le espera una larga gira, con la que llegarán también a Madrid y a Córcega.

¿Ha sido complicado adaptar el libro al teatro?

—El libro ha tenido tanta repercusión, no solo aquí sino a nivel casi mundial, que llevarlo a escena ha sido todo un reto. En mi cabeza, en un principio no estaba este proyecto porque nunca he hecho ninguna adaptación de una novela, pero la dramaturga inglesa de origen vasco Timberlake Wertenbaker, que tradujo el texto literario de Amets al inglés, A little brother, me comentó que tenían intención de llevarlo a escena en Londres. Le dije que sería una pena no representarlo en euskera. Al final, con la pandemia ese proyecto se atrasó y justo coincidió con la idea que teníamos Timberlake y yo de hacer alguna obra juntos, así que se lo propuse,

¿Y el casting?

—Vi que había unos actores que hablaban perfectamente euskera y que podían encajar en los personajes de la novela, entonces nos pusimos en marcha. Primero, pedimos evidentemente permiso a Amets y a Ibrahima, al principio estaban un poco reticentes porque es una historia real con una gran sensibilidad, pero al final me dijeron que sí, que para adelante y ahí es cuando empezamos a trabajar en esta adaptación que ahora presentamos en el Arriaga. Nos ha supuesto mucho trabajo elegir bien las escenas para contar esta historia en la que hay dos dramaturgias diferentes, por una parte, está Ibrahima que va narrando todas sus vivencias al público y, por otra parte, hay un coro interpretado por Sambou Diaby, Eihara Irazusta, Mikel Kaye y yo mismo en el que dibujamos diferentes personajes en diferentes situaciones. A través de la escenografía, vamos reproduciendo todos esos paisajes tan crudos y, a la vez, también tan bellos, que recorre Ibrahima, desde el campo de tortura, los diferentes desiertos… Dibujados siempre con escenas que son llevados al teatro a través de diferentes personajes, el padre, la madre, el hermano, el que está en el hangar con las gallinas, los soldados tuaregs, los de Malí… Todos representan ese mundo imaginario que Artedrama ha creado, fiel al planteamiento de la historia real, al libro de Arzallus e Ibrahima.

Para Sambou Diaby ha sido una de sus primeras experiencias en el teatro.

—El actor, que encarna a Ibrahima Balde, ha trabajado en cine ( La isla de los faisanes, Muga…) y en televisión (Itxaso, Altsasu, Kartzela, GO!AZEN 3.0 )… Pero como actor de teatro tiene también mucha fuerza, lleva el papel protagónico muy bien, desde el principio hasta el final está en escena y defiende muy bien el personaje. Estamos muy contentos con el trabajo que ha hecho y con el del resto del equipo, que son actores muy jóvenes, pero estamos trabajando muy a gusto con ellos. Han aprendido muchísimo de nosotros, pero también nosotros de ellos.

¿Y cuál ha sido la implicación de Amets Arzallus e Ibrahima?

—Hace algo más de un año estuvimos en Madrid – donde Ibrahima trabaja en un taller– con una obra nuestra, Hondamendia, y allí tuvimos ocasión de conocerle. Sambou también le conoció y luego ya Amets ha estado muy implicado, ha estado muy encima del proyecto, siempre veía cada ensayo que hemos hecho, nos ha dado su punto de vista de cómo veía ese mundo de Ibrahima. Esa implicación y complicidad de Amets han sido estupendas para nosotros, tener al protagonista que ha escrito esta historia ha sido muy importante. El texto literario es de una belleza impresionante y llevarlo al teatro, al texto oral, ha sido todo un reto. Estamos muy contentos con los resultados.

¿Tras el Arriaga, van a realizar gira?

—De momento, tenemos previsto realizar 80 funciones, lo que ya es una locura, hoy y mañana estrenamos en el Arriaga, el domingo en Oiartzun… Tenemos una red interesante de teatros, pero también, por ejemplo, yo soy de Markina-Xemein y allí no lo hay, así que vamos a representar la obra en el frontón en febrero.

La gira les llevará por todo el País vasco, pero también viajarán a Córcega y a Madrid.

—Nosotros trabajamos siempre en euskera, en el resto de sitios de fuera del País Vasco la representaremos con subtítulos, pero mantendremos el idioma original.

También van a ofrecer varias funciones dirigidas al público escolar.

—Miñan lo leen los chavales en las ikastolas y creo que podemos hacer un aportación con esta historia de Ibrahima a la gente joven. Es una nueva visión de todo ese periplo de muchos de los migrantes que vemos aquí por las calles y que nosotros solo los tenemos como referencia como un número. Los medios de comunicación nos hablan de números o de que ya han llegado no sé cuántos cayucos, de que no sé cuántos migrantes han muerto, pero detrás de todos los números hay personas que han pasado unas tragedias fuertes. Merece la pena contar sus historias a todo tipo de público, incluida a la gente joven.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)