Serbia, Eslovaquia y Hungría se alían para cerrar el flujo migratorio de los Balcanes
El desvío de la ruta original que pasaba por Austria dispara las llegadas de irregulares a la Unión Europea
ABC, , 23-10-2024En julio, Warren esperaba en el campo de refugiados de Lipa, en Bosnia-Herzegovina, a siete kilómetros de la frontera Schengen. El ghanés, de 20 años, había intentado ya cuatro veces cruzar la frontera hacia Croacia para llegar a Alemania y trabajar de camionero, como su hermano. Pero siempre terminaban atrapándolo. No obstante, estaba decidido a seguir intentando ‘the game’ (el juego), expresión con la que se refería a la entrada ilegal en la UE. «En mi país no hay trabajo, los hospitales y las escuelas son malas», explicaba, sobre los motivos por los que había volado vía Dubái a Albania para desde allí viajar a pie a Montenegro y llegar a Bosnia.
Esta semana, cuando ABC intentó volver a contactar con él, ya no estaba en Lipa. Ocultaba su ubicación, pero afirmaba que logró su objetivo, y recomendaba a otros jóvenes africanos, a través de las redes, la ruta de los Balcanes. No a través de Austria, sino de Hungría y de Eslovaquia hasta Polonia. La frontera exterior del este está desbordada y es más fácil cruzar por allí.
Si bien el número conjunto de entradas irregulares hacia la UE ha disminuido drásticamente en lo que va de año (un 42%), Frontex alerta de que en las fronteras orientales, en Polonia y los Estados bálticos, se han producido unos 13.200 cruces irregulares, lo que supone un aumento del 192%. Bielorrusia empuja a inmigrantes que obtienen visados para volar legalmente hasta Minsk, con escala en Moscú, y por carretera hasta la frontera, que cruzan a pie.
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Medidas duras
Pero el otro gran factor que influye en el aumento es que la ruta de los Balcanes, en una versión alternativa, se desvía hacia el este, cruzando Eslovaquia y Hungría, para entrar a través de Polonia. Estos datos de Frontex están detrás de la decisión del primer ministro polaco, Donald Tusk, de suspender temporalmente los procedimientos del derecho de asilo, medida sin precedentes para la que ha contado con el visto bueno de las autoridades de Bruselas.
«La frontera serbio-húngara es crucial en la llegada de irregulares a Eslovaquia y los llamados puntos críticos fuera de la UE podrían desempeñar un papel», declaró el ministro eslovaco de Interior, Matus Sutaj Estok, al inicio de la cumbre celebrada este martes en Komarno entre Eslovaquia, Hungría y Serbia. Sus Gobiernos hacen frente común contra un fenómeno que en Hungría lleva a cientos de detenciones semanales.
En estas semanas, los países se han devuelto paquetes de refugiados unos a otros. A finales de septiembre, cuando se impidió a 531 inmigrantes cruzar ilegalmente a Hungría, 394 fueron devueltos a Serbia. Desde Alemania, el Gobierno afirma haber devuelto 570 irregulares a Polonia, cuyas autoridades ofrecen cifras superiores a los 40.000.
«Estamos de acuerdo en que la inmigración destruye Gobiernos», resumió Robert Fico. Orbán cargó contra la UEpor haber emitido 430.000 órdenes de expulsión el año pasado y solo llevar a cabo 84.000. Ambos se preguntaron por qué la UE no da más dinero para luchar contra la inmigración irregular o para escuelas o centros de salud en Libia y apostaron por «centros externos, los llamados puntos calientes para procesar solicitudes de asilo fuera de la UE».
Tras más de un año de negociaciones, Serbia ha firmado un acuerdo de cooperación con Frontex, que podrá lanzar operaciones conjuntas y desplegar a sus propios oficiales. La agencia cuenta con más de 480 agentes en esta ruta, por la que, en los primeros diez meses del año, han entrado cien mil personas. Sobre el terreno, resulta insuficiente.
Orbán señala a la UE y acusa a Bruselas de emitir 430.000 órdenes de expulsión el año pasado y solo aplicar 84.000
Cuello de botella
Entre Serbia y Bosnia, el río Drina es un cuello de botella. Los agentes bosnios no alcanzan a cubrir los cien kilómetros de tramo fronterizo. El río es vadeado a diario por inmigrantes procedentes de campos serbios. El pasado 22 de agosto, al menos diez se ahogaron, cerca de Ljubovija, cuando volcó un bote de goma sobrecargado y fletado por traficantes. Solo 18 sobrevivieron. «Las condiciones a lo largo de esa ruta son precarias y se avecina una catástrofe humanitaria este invierno», alertó Elisabeth Schneider-Brandauer, de la pastoral de Carintia, que coordina donaciones para SOS Balkanroute. «El número de refugiados que llegan también está aumentando en Bosnia-Herzegovina y no solo están expuestos a la violencia fronteriza masiva y a la tortura, sino que tienen que esperar el inicio del invierno en fábricas abandonadas y bosques».
Nihad Suljic, un activista bosnio de 38 años, ha construido un cementerio para los que aparecen, y denuncia que «los traficantes parecen perfectamente integrados en las estructuras». Miroslav Radisic, propietario de una casa de huéspedes a pocos metros del paso fronterizo serbobosnio de Sepak, habla de un «negocio en auge». «Todo está organizado», dice. Los inmigrantes solo tienen que cruzar por debajo el puente del Drina. «Trepan por las vigas de acero debajo del puente y bajan de nuestro lado con una cuerda que nadie quita, ni siquiera la guardia de la frontera».
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