Un santuario autosostenible para los inmigrantes en el Bronx: el proyecto de la arquitecta colombiana Zarith Pineda
En el espacio pensado para personas recién llegadas a la ciudad, que no tienen dónde comer, se tiene previsto repartir unas 5.000 comidas semanales gratuitas
El País, , 21-10-2024Zarith Pineda lleva gafas de sol, un chaleco de construcción y sus manos repletas de tierra seca del Sur del Bronx, las mismas manos que han diseñado y convertido un jardín comunitario en una especie de santuario para la gente que no tiene un lugar seguro, para los inmigrantes que no saben dónde comer. Desde que arranca la mañana hay mujeres que siembran semillas de calabaza o durazno, varios hombres levantan un muro ladrillo a ladrillo y el vecino José Matas, que vive en el edificio contiguo, hace lo que le pidan o lo que él mismo decide hacer como parte de la comunidad del nuevo santuario urbano H.earth, que crece muy cerca de la autopista Bruckner, en un barrio mayormente habitado por afroamericanos e hispanos de la ciudad de Nueva York.
Pineda es una arquitecta y diseñadora urbana de 32 años que llegó de Colombia a Boston con su familia cuando tenía ocho. Creció viendo cómo a su mamá, también arquitecta, aquí “nunca la tomaron en serio”. Pineda se graduó en la Escuela de Arquitectura de Tulane en 2015 y en 2017 recibió su título de maestría de la Universidad de Columbia. “Éramos muy pocas las mujeres estudiando arquitectura en Estados Unidos y casi nunca latinas. Aquí es más difícil volverse arquitecto que ser cirujano”, confiesa. Hoy es parte del minúsculo 2% de mujeres de color que son arquitectas y urbanistas en el país, y como ha habitado “espacios de privilegio” entiende que el problema radica en el racismo sistémico e institucional que atraviesa el área de la arquitectura.
Territorial Empathy, la organización sin fines de lucro que fundó en 2018, es la primera ONG latina centrada en diseño comunitario en el Estado de Nueva York, un lugar que ella describe como “litigante”, caro, donde su trabajo no es bien pagado, y del que nadie quiere hacerse cargo. ¿Entonces por qué Pineda querría tomar las riendas de lo que nadie quiere asumir? “Porque soy terca, porque soy latina”, dice. También pretendía desarrollar un proyecto profesional en el que fuera importante “tener más empatía con nuestros espacios urbanos, con los lugares, con el medio ambiente, con los equipos y la comunidad”.
Camas de cultivo del santuario urbano H.earth, en el Bronx, Nueva York.
Camas de cultivo del santuario urbano H.earth, en el Bronx, Nueva York.
Con una beca de 200.000 dólares otorgada por el Laboratorio de Prácticas del re:arc institute, una organización filantrópica de Dinamarca que combina la acción climática y la arquitectura, Pineda quiso desarrollar ideas que antes muchos rechazaron y que ya han visto materializadas. Para ello se unió en colaboración con la familia dueña del restaurante de comida mexicana La Morada, un espacio de ayuda mutua que durante la pandemia de coronavirus ofreció comida a miles de migrantes en la ciudad y que actualmente alimenta de forma gratuita a otros cientos de personas.
En el espacio de 2.000 pies cuadrados que antes fue el jardín Bruckner Mott Haven y hoy el santuario urbano H.earth, se levanta una chimenea altísima construida a base de ladrillos color barro. Pineda la pensó no solo para que funcionara como una especie de horno tradicional indígena, sino para que el jardín pueda autoabastecerse de agua. Cuando llueve, el agua que cae sobre su techo termina dentro de la estructura y luego pasa a un tanque de contención que filtra el 95% de todas sus partículas. El agua recolectada se destina a irrigar las muchas posturas de flores, vegetales y frutos de temporada que ya crecen en las camas de cultivo y en el vivero que en época de invierno servirá para resguardarse del frío. Con todo lo que se coseche tienen previsto repartir unas 5.000 comidas semanales gratuitas para la comunidad.
Proceso de construcción de la chimenea y horno tradicional en el santuario urbano.
Proceso de construcción de la chimenea y horno tradicional en el santuario urbano.
Pineda está segura de que algo de lo que nadie habla y está influyendo en los desplazamientos de personas desde América Latina es el cambio climático. Un informe de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) asegura que el Centro de Monitoreo del Desplazamiento Interno registró en 2021 más de 1,6 millones de nuevos desplazamientos por desastres en la región. El Banco Mundial prevé que para el año 2050 se registrarán unos 17 millones de migrantes climáticos en América Latina.
“La mayoría de los países centroamericanos dependen de la agricultura, pero estamos viendo unas sequías terribles por el fenómeno de El Niño o La Niña, y ellos son los que más reciben las causas negativas del calentamiento global, que entre otras cosas los fuerza a emigrar”, comenta. “Nadie considera que también es un problema climático. Luego llegan acá y no son bienvenidos. Esta es la gente que está sufriendo los efectos y también son los que tienen la sabiduría, saben crecer cosas, leer el suelo, leer el clima”, añade.
Por eso ellos son quienes estarán a cargo del santuario. Pineda cuenta que cuando comenzaron a valorar la posibilidad del proyecto, las muchas conversaciones que tuvieron con la comunidad revelaron que era evidente que querían un espacio “para la gente recién llegada” a la ciudad, que en ese momento estaban arribando expulsados por el gobernador Greg Abbott desde Texas. “Por tanto, pensamos en que fuera un sitio que transmita un sentido de comunidad, de cuidado, de relajación”, dice.
Vecinas del Bronx pintan una manta para el jardín comunitario en un evento organizado para las infancias de la comunidad.
Vecinas del Bronx pintan una manta para el jardín comunitario en un evento organizado para las infancias de la comunidad.
El espacio ha sido construido con energía solar, cuenta con varios paneles para echarlo a andar, tendrá un inodoro sostenible y está ideado para que la comunidad no gaste en facturas de luz eléctrica o agua. H.earth será un lugar donde la gente vaya a comer, a pasar el rato, a participar de actividades comunitarias, o simplemente a formar parte. Un lugar “seguro”, según Pineda.
“Al ser colombiana, mujer, emigrante, te das cuenta de que la misma seguridad en los espacios públicos no la tiene todo el mundo”, explica. “Cuando estuve en la universidad siempre me preguntaba cómo se podían reconstruir los espacios que se han perdido con el conflicto en Colombia. Lo sentía mucho en mi niñez, había sitios que habían sido destruidos y no existían. En Colombia tuvimos el conflicto armado más duradero del hemisferio, entonces al crecer allá tienes un entendimiento espacial sobre cuáles son los sitios seguros. Creo que siempre hemos tenido una idea de nuestra seguridad en los espacios dependiendo de las situaciones políticas”.
Pineda considera que “no es una experta en nada”, pero sabe “un poquito de mucho”. Desde mayo se le ve siempre en El Bronx en las mañana y hasta la caída de la tarde, diseñando un plano, arando la tierra, hablando con algún vecino. “Esta ha sido una labor de amor y de confianza”, asegura. No acapara ningún crédito para sí misma. Sabe que “los expertos en la comunidad es la comunidad”, y serán ellos los que siembren, se alimenten y se cuiden en medio del desastre.
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