"El crecimiento de los partidos populistas ha llevado a otros partidos a adoptar una visión igualmente negativa sobre la inmigración"
Ariadna Ripoll, profesora de Política de la UE en la Universidad de Salzburgo, recuerda que "hemos tenido políticas comunes de retorno desde 2009"
La Razón, , 18-10-2024No se puede hablar de un cambio específico, sino de un proceso gradual en el que el mensaje sobre la inmigración se ha vuelto más negativo. Está en gran medida vinculado al hecho de que partidos populistas nativistas (es decir, en contra de la inmigración) en diferentes países europeos están ganando más peso electoral e incluso entrando en el Gobierno. Esto ha llevado a muchos partidos no populistas a adoptar una visión igualmente negativa sobre la inmigración y a introducir políticas más restrictivas. También hay un cierto mimetismo, ya que cuando un país se vuelve más restrictivo, los demás tienden a copiar este comportamiento.
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La Comisión no puede hacer políticas migratorias por sí sola. Siempre ha dependido de los deseos de los Estados miembros, todavía más desde la crisis de 2015. Vista la nueva composición del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo, la Comisión Von der Leyen II depende mucho más del apoyo de los partidos populistas nativistas. Por lo tanto, ha acabado aceptando como una realidad política la idea de deportar inmigrantes a terceros países. Sin embargo, no se debe olvidar que esta no es una política nueva y que hemos tenido políticas comunes de retorno desde 2009. Es solo que, con más dificultades para encontrar soluciones comunes dentro de la UE, la tendencia hacia la externalización de las políticas de inmigración se ha agudizado en los últimos años.
Albania ha dicho que solo aceptará el envío de inmigrantes irregulares desde Italia. ¿Qué otros “países seguros” podrían estar dispuestos?
Albania no es el primer país en aceptar un acuerdo de este tipo. La idea surgió ya a principios de la década de los años 2000 y se hizo realidad con el acuerdo entre la UE y Turquía en 2016. Desde entonces, la UE ha cerrado acuerdos con muchos países africanos, como Túnez y Egipto, por nombrar los más recientes. El problema es que, aunque a menudo se consideran ‘países seguros’, muchos de estos países no respetan los derechos humanos y no ofrecen suficiente protección a los solicitantes de asilo para ser considerados seguros.
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Sin haber entrado aún en vigor el Pacto de Inmigración y Asilo europeo, hay países que se están desmarcando. ¿Pesa más la política interna que un interés real de coordinar la política migratoria en la UE?
Absolutamente. El tema de la solidaridad siempre ha sido problemático en las políticas de asilo de la UE. El sistema de Dublín, que responsabiliza a los estados fronterizos por las demandas de asilo, es un buen ejemplo. Cuando se aprobó en los años 90, se vio rápidamente que era un sistema injusto para los estados fronterizos, sobre todo porque muchos de ellos tenían sistemas de asilo nacionales muy débiles. Pero desde el principio, ha sido imposible cambiar este sistema porque hay una política doméstica generalizada de ‘no en mi patio trasero’ (not in my backyard, NIMBY). El tema de la migración se ha politizado tanto en los países de la UE que es imposible encontrar soluciones que pasen por compartir la responsabilidad de los solicitantes de asilo. Los ocho años que ha tardado en aprobarse el Pacto muestran que, incluso con un número de solicitantes de asilo mucho más bajo que en 2015, ha sido políticamente imposible encontrar acuerdos que cambien la lógica de Dublín y proporcionen un sistema más solidario entre los Estados miembros. Al final, las únicas políticas en las que se pueden poner de acuerdo son el control de fronteras y la externalización de la responsabilidad fuera de la UE, por ejemplo, a través de acuerdos con terceros países.
Alemania anunció controles fronterizos. ¿La lucha contra la inmigración irregular amenaza el acuerdo de Schengen?
Sí y no. Los controles fronterizos han estado presentes en las fronteras alemanas durante años. Siempre hay una razón para prolongar estos controles. Viajo a menudo entre Austria y Alemania, porque Salzburgo está en la frontera, y en los trenes de alta velocidad, la policía de fronteras sube y controla (algunos días más, otros días menos sistemáticamente) los pasaportes. Sin embargo, esto es principalmente una política destinada a mostrar al público que la policía está haciendo algo, más que una forma efectiva de controlar la inmigración, porque cualquiera que quiera evitar los controles, puede cruzar fácilmente la frontera por carreteras rurales, trenes regionales e incluso a pie. Así que, sí, simbólicamente, esto es una mala noticia para Schengen y la idea de libre circulación, especialmente ahora que la Comisión parece haber aceptado que no puede impedir que los Estados miembros controlen las fronteras internas. Sin embargo, debemos pensar que, en la práctica, esto no es nada nuevo y que no es realmente efectivo para parar a las personas que quieren entrar. La pregunta es más bien si vale la pena pagar el precio a nivel práctico y simbólico, dado el número real de personas apresadas y si no deberíamos pensar en otras alternativas, como crear vías legales para la inmigración que sería mucho más efectivas para hacer bajar el número de inmigrantes irregulares.
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