Europa se dispone a cortejar a Bashar al Assad, hasta ahora 'paria', para su nueva política migratoria
Según la ONU, casi una cuarta parte de la población de Siria busca asilo político en territorio europeo
ABC, , 17-10-2024El último informe de la agencia de los refugiados de la ONU revela que la guerra civil en Siria, que comenzó en 2011 con la Primavera Árabe, ha acabado desplazando a casi seis millones de sirios a Europa en busca de protección. La cifra supone casi una cuarta parte de toda la población que tenía Siria en el arranque del conflicto. Europa se apresuró a romper relaciones con la dictadura de Bashar al Assad en cuanto trascendieron las primeras barbaridades de la represión –armas químicas, miles de detenciones, torturas y asesinatos–, por lo que hasta hoy la UE ha sido un reclamo permanente y una vía segura, sobre el papel, para que millones de sirios aspiren a lograr el asilo político.
Con su nueva actitud hacia el fenómeno de la llegada masiva de refugiados, forzada por los éxitos en las urnas de la extrema derecha antiinmigración, la mayor parte de los gobiernos europeos quiere un cambio en las normas de juego. La Comisión Europea, presidida por la conservadora alemana Von der Leyen, también lo respalda.
El debate interno no ha hecho más que comenzar, aunque países como Alemania o Italia han comenzado a tomar medidas unilaterales para deportar, o para colocar solicitantes de asilo en países terceros como Albania. Una estrategia –la de ir por libre– siempre mal vista en el club comunitario pero políticamente rentable.
En el marco común se impone, no obstante, la necesidad de cambiar la actual política de la Unión Europea hacia Siria. «Es necesario hablar con todos los actores», ha declarado la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. Y eso implica hacerlo también con el denostado régimen de Damasco.
Durante más de una década, Al Assad ha sido considerado un ‘paria’ por todos los gobiernos occidentales, por sus atrocidades en la guerra contra los rebeldes, y por su decisión de arrojarse en brazos de Rusia y de Irán, sus únicos aliados. Pero las circunstancias han cambiado.
El año pasado, Al Assad acudió por primera vez desde el comienzo de la guerra civil a una cumbre árabe en Arabia Saudí y se abrazó con el Heredero, el príncipe Bin Salman. Desde que la guerra siria entró en fase de semiletargo, con las divisiones y los frentes estabilizados, el dictador de Damasco ha pedido en varias ocasiones a sus compatriotas que regresen a Siria porque «ya están seguros». Son cantos de sirena que revelan también el deseo del régimen sirio de restablecer relaciones con Occidente, y recuperar alguna de las actividades esenciales del pasado como el turismo.
Los sirios que estaban refugiados en el Líbano regresan a su país de origen después de un viaje a la provincia norteña de Idlib, controlada por la oposición, a través del cruce de Aoun al-Dadat, al norte de Manbij
Los sirios que estaban refugiados en el Líbano regresan a su país de origen después de un viaje a la provincia norteña de Idlib, controlada por la oposición, a través del cruce de Aoun al-Dadat, al norte de Manbij AFP
Un ‘experimento’ de esta nueva fase, pragmática, podría venir servida por la guerra emprendida por Israel en Gaza y el Líbano. Varios países europeos aprovecharon la situación desde el principio para deportar al Líbano a unos 300.000 ciudadanos libaneses y sirios. Los recién llegados apenas pudieron deshacer las maletas porque los bombardeos israelíes les empujaron a cruzar la frontera y pasar a Siria. A pequeña escala, el retorno ha comenzado.
La guerra civil en Siria se ha convertido en un conflicto de baja intensidad desde el alto el fuego logrado en marzo de 2020 –nueve años después del comienzo del levantamiento armado contra el régimen–, pero es un conflicto real. El país está partido en cuatro zonas enfrentadas entre sí, aunque el régimen de Assad controla casi dos tercios del territorio, incluyendo la capital, Damasco, y las principales urbes.
En 2011, poco después del estallido de la mal llamada Primavera Árabe, nadie apostaba una libra siria por el régimen dictatorial y laico de los Assad. La tozudez del hijo médico de Hafez al Assad convertido en presidente por accidente y el apoyo de Rusia y de Irán lograron revertir una situación al principio desesperada para la dictadura. El régimen, con la ayuda de sus fuerzas armadas y su temible policía secreta, ha logrado no solo asentarse en las ciudades sino también recuperar territorio a las fuerzas rebeldes, que también cuentan con apoyo exterior.
La guerra civil continúa con choques ocasionales en las líneas divisorias y una presencia ostensible de potencias extranjeras en otro de los Estados fallidos de Oriente Próximo. Esta realidad certifica que no es la ideología ni el sectarismo entre sirios chiíes (alauíes) y suníes lo que lo explica, sino los intereses geoestratégicos de las grandes potencias. Estados Unidos apoya a los kurdos sirios, que tienen en el noroeste una zona donde han proclamado la autonomía política, vecina de otra ocupada por la rival Turquía.
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