El 33 por ciento de las mujeres asesinadas son inmigrantes

En 2000 murieron nueve extranjeras frente a las 19 de 2005

La Razón, 26-08-2006

Madrid – Violencia exportada y no aceptación de que la mujer en España sea
libre. La violencia doméstica entre la población extranjera crece. Y es
desproporcionada en relación con la cantidad de inmigrantes que viven en
nuestro país. Desde 2000 hasta 2005 el número de mujeres de otra
nacionalidad que murieron en nuestro país no ha hecho más que
incrementarse.
   Así, hace seis años sólo murieron nueve y el pasado
año fueron 19. Las más castigadas por la violencia de género son las
latinoamericanas y las mujeres procedentes de los países de Europa del
Este. El porcentaje de víctimas extranjeras sobre el total de mujeres
muertas de nacionalidad conocida se situaba ya en el 33,3 por ciento. Es
decir, que una de cada tres víctimas mortales de 2005 no era española.
   Ausencia de normas
   Este fenómeno responde a varios
factores. Vicente Garrido, criminalista y profesor en la Universidad de
Valencia, dice que, básicamente, esto se produce por dos cosas: «El
fenómeno se da por una situación anómala – no guardan vínculo con su
realidad – y por la ausencia de normas. Ellos son más vulnerables a todo lo
que ocurre en su entorno. Acaban de llegar a un contexto que les es ajeno;
en el que aparece nuevas normas que no son capaces de asimilar. La mayor
libertad de mujer les trastoca. Ellas se dan cuenta de que no tienen que
estar sometidas y ellos de que ya no son de su propiedad; de que aquí hay
oportunidades para todos por igual. Y de que la mujer puede hacer su vida
sin necesidad de tener que establecer un vínculo de dependencia hacia
ellos. Esto ellos no lo asumen. Quieren que, en algunas cosas, todo
permanezca inmóvil, como en sus países. Quieren que las mujeres se
comporten como se comportaban en sus lugares de origen».
   Tales
argumentos son los que conducen a los agresores a acabar con la vida de
sus víctimas. Las motivaciones suelen ser las mismas que de cualquier otro
hombre: los celos, dice Garrido. «Son celosos de todo. No aceptan que sus
mujeres hayan ganado en libertad. De hecho, no siempre son ellos los que
no quieren aceptarlo. En algunas ocasiones son las propias mujeres».
Muchas de estas mujeres – y otras muchas españolas – . Son las que acaban
retirando las denuncias contra sus verdugos.
   

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