Burbáguena, una localidad turolense que se había quedado con 300 habitantes, ha visto en la acogida de refugiados la solución a su grave problema de despoblación. Lo atestigua con claridad la frase de una vecina de este municipio, que hoy queda recogida en un amplio reportaje en la sección de Sociedad: “El pueblo se estaba muriendo, solo estábamos los mayores. Ahora se ve a gente por la calle, niños en el parque, movimiento en las tiendas…. Nos ha tocado la lotería”.

La llegada de refugiados a este pueblo beneficia tanto a la población residente como a la que llega. Representa para los inmigrantes un destino ideal si buscan una vida con nuevas oportunidades, mientras que para Burbáguena la venida de estos pobladores constituye una tabla de salvación que garantiza su supervivencia en la España vaciada. Al Ayuntamiento no le ha costado congraciarse con los vecinos a la vista de los beneficios reportados por los programas de acogida y acceso al mundo laboral y en los que participa toda la red comunitaria con entusiasmo.