Voces, palabras

A más de mil metros de profundidad... y acaso más lejos el señor Sánchez

En fin... Desde la primera arribada a Fuerteventura (1994) de dos marroquíes y a lo largo de tres decenios la llegada de pateras, cayucos y lanchas neumáticas no se ha interrumpido: muy al contrario, va en aumento

Canarias 7, Nicolás Guerra Aguiar Nicolás Guerra Aguiar Las Palmas de Gran Canaria, 14-10-2024

Aunque resultó un intento frustrado, el proyecto para la adaptación y representación de ‘Esperando a Godot’ (1957, Samuel Beckett) en el paraninfo de la Universidad lagunera nos había ilusionado. A fin de cuentas se trataba de un texto básico en el pensamiento filosófico occidental (iniciales años setenta) para incidir, por ejemplo, en la soledad del ser humano. Así, dos personajes comentan, exponen, argumentan… a la espera de Godot (¿Dios?).

Necesitan hablar con él, pero nunca aparecerá. Por tanto, Estragon y Vladimir no podrán formularle varias preguntas (para qué nacieron, cuál es el sentido de la vida, por qué son como seres naufragados…). La no presentación del esperado la plantean desde el comienzo de la obra («Ya debería de estar aquí». // «No aseguró que vendría». // «¿Y si no viene?». // «Volveremos mañana». // «Y pasado mañana». // «Y así sucesivamente») hasta el final: «No puedo seguir así». // «¿Y si nos separásemos?». // «Nos ahorcaríamos mañana. A menos que venga Godot». // «¿Y si viene?». // «Nos habremos salvado» […] «¿Qué, nos vamos?». // «Nos vamos». (No se mueven. TELÓN.)

Pues bien, estimado lector. Hace días busqué el ejemplar manejado 54 años atrás (con mis anotaciones). Me había servido en aquellos juveniles años de dudas, interrogaciones, incertidumbres… para sospechar (y luego confirmar) que a veces nos encontramos solos en medio de la nada cuando los tradicionales asideros externos son quimeras, ilusiones, espejismos… Y tras la relectura me planteé si es posible establecer alguna relación entre el drama, el señor presidente del Gobierno y la denunciada soledad de asistentes, policías, guardias civiles, sanitarios, tripulaciones… cuando intentan salvar vidas en El Hierro y otras islas. Permítame, pues, aventurar hipotéticas concomitancias.

Así, el personal arriba citado estaría simbolizado por Estragon y Vladimir, personajes que nunca verán a Godot (‘God’, en inglés, ‘Dios’) a pesar de que su no comparecencia les va significando agotamiento psíquico, decepciones, desengaños… ¿Y Godot? Este encarnaría al señor Sánchez, ausente en momentos muy marcados. Así, el dios humano del poder aparenta cierta insensibilidad (o acaso incompleta información) como si no haya llegado a palpar o conocer los ritmos cardíacos de quienes están al borde de tales desequilibrios y frustraciones cuando saben de muertos y desaparecidos tras el naufragio.

La idea de estas aparentes afinidades, sépase, no es mía: me la iluminó un sentido artículo (Francisco Suárez Álamo, CANARIAS7). ‘Una ausencia en el velatorio’ echa de menos ya no solo la presencia física del señor presidente tras la terrible catástrofe que significó la muerte de sesenta y tantos negros cerca de El Hierro, hundidos en zonas de más de mil metros de profundidad. Más: ni tan siquiera una llamada, un guasap, una nota de apoyo…

Con dolorida ironía (acaso rabia), añade: «Doy por hecho que anda muy ocupado y que el viaje a la asamblea de Naciones Unidas, con escala en la vuelta en San Sebastián para agasajar a Pedro Almodóvar, fueron agotadores». Pero tampoco, añado, visitó la isla en agosto, durante sus vacaciones. Y sí recibió al presidente de la Generalitat, con quien paseó; y estuvo en La Palma, a tres pasos de Ferraria; y almorzó en el parador con su familia…

¿Pateras y cayucos son algo llegado de repente o por despiste a Canarias? En absoluto. Corría enero de 2003 (gobernaba el señor Aznar) cuando el secretario general del PP en Fuerteventura publicó un artículo en La Provincia. El último párrafo pide al Gobierno que realice «Una campaña en las televisiones marroquíes para que todos vean cómo mueren en nuestras playas y acantilados los pobres incautos que se enrolan en las pateras». (Por cierto: ¿consideraría «vomitivas» estas declaraciones el señor viceppresidente del Gobierno canario?)

Fue en febrero de 2005 (gobierna el PSOE) cuando los servicios de emergencia tinerfeños salieron en ayuda de un barco a la deriva: a bordo iban doscientos veintisiete negros y dos blancos. Estos lograron escapar, a fin de cuentas acumulaban experiencias desde siglos atrás. (Recordemos: la esclavitud enriqueció a muchos países europeos hasta finales del siglo XIX). Un alto cargo del PP en Canarias denunció que «El Gobierno abandona la vigilancia de sus fronteras y costas» y que los ilegales «llegan atraídos por las expectativas de papeles para todos que el Gobierno ha sembrado irresponsablemente». (¡Muy imprudente ‘despiste’! Valga un solo dato: «El número de inmigrantes irregulares detenidos tras arribar en pateras a Canarias se ha cuadruplicado en dos años: de 2.410 en 2000 pasó a 9.756 en 2002». ¿Y quién gobernó entre 1996 y 2004? Sí: el PP.)

En fin… Desde la primera arribada a Fuerteventura (1994) de dos marroquíes y a lo largo de tres decenios la llegada de pateras, cayucos y lanchas neumáticas no se ha interrumpido: muy al contrario, va en aumento. Lo cual nos sitúa, durante treinta años, tanto en gobiernos psocialistas (señores González Márquez / Rodríguez Zapatero / Sánchez Pérez – Castejón) como ppepperos (señores Aznar López / Rajoy Brey).

Es decir, cinco presidentes, decenas de gobiernos… y ninguno ha conseguido éxito en su control (¡no valen los barcos de la Armada!) a pesar de visitas al continente africano acompañadas de espléndidos repartos (cientos de millones de euros) cuyas inversiones en actividades sociales me son desconocidas. (¿Acaso lo contrario? Más que bien empleados, quizás pasaron a concretas cuentas corrientes para mayor gloria de los dirigentes.)

No obstante, la aparente lejanía física y sentimental del señor Sánchez nada tiene que ver con la deshumanización del portavoz ppeppero (silencio absoluto entre los suyos) cuando recomendó (4 de julio) el envío de buques de la Armada para reprimir cayucos y miserias de un continente que fue exclusiva propiedad de Europa desde finales del XIX hasta hace poco. (¿Podríamos considerar «vomitivas» estas sugerencias, señor Domínguez? Por cierto: son del rocoso Tellado, quien ¡humor negro! encabezaba la última comisión de estudio con PSOE y CC para llegar… a otro desacuerdo.)

Y no es que el PSOE sea pura espiritualidad, ¡ni en celestiales sueños!: tiene también intereses políticos, anchísimo ombligo, contradicciones que perplejan, mezcolanzas entre lo privado y lo oficial (¿a santo de qué la señora portavoz del Gobierno opinó sobre la mujer del señor presidente «Seis meses de instrucción pedaleando en la nada» cuando informaba sobre el último Consejo de Ministros en rueda de prensa?)…

Pero me parece que la penúltima acusación contra el Gobierno por el dipputado Tellado (hombre de pétreo corazón) no encaja con la carta enviada por la señora presidenta de la CE: nada leo sobre una hipotética decisión tomada por España para rechazar ayuda europea. Muy al contrario: «La Agencia Europea de Asilo está apoyando a las autoridades españolas»; «Europa ha enviado a más de cincuenta expertos para ayudar a la policía española»; «Desde 2020, la Comisión ha proporcionado 11,7 millones de euros […] para asilo, migración, gestión de fronteras y apoyo a la seguridad»…

En fin: explique el PP sus propuestas, seguramente muy interesantes y respetuosas con elementales derechos humanos (siempre, claro, que no impliquen a la Armada ni exijan campos de concentración como en Albania, así lo hace su admirada fascista la señora Meloni). ¿Más dinero? ¡Nunca viene mal! Así, todas las comunidades se repartirían los cinco mil menores que Canarias no puede atender dignamente. Porque ese sería el compromiso. ¿O tampoco?

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