A menos de un mes para las elecciones estadounidenses del 5 de noviembre, Kamala Harris y Donald Trump saben que el tiempo se agota y toca el esprint final para alcanzar la Casa Blanca. Con esa determinación, la vicepresidenta y candidata demócrata iniciará este lunes una maratoniana gira por los Estados clave de Pensilvania, Michigan y Wisconsin para intentar recuperar el respaldo del llamado ‘muro azul’, donde el republicano Donald Trump sigue ostentando una ligera ventaja en las encuestas.

Aunque la campaña de Harris se ha esforzado en trasladar a los medios que la diferencia en los sondeos es tan reducida que se puede hablar de un empate técnico, tanto ella como sus asesores saben que el mero hecho de perder en alguno de estos tres Estados haría prácticamente imposible vencer en los comicios. Así ha ocurrido históricamente cuando estos feudos tradicionalmente demócratas han caído en manos de los republicanos.

La estrategia a seguir es clara: convencer a los votantes, en especial a electores hombres y a los indecisos, de que Harris es la mejor opción frente al discurso agresivo, nacionalista y antiinmigración de Trump. Esa será la misión que iniciará la candidata este lunes en su primera parada en Erie (Pensilvania), a la que seguirán otras dos visitas, a Detroit (Michigan) y Milwaukee (Wisconsin).

Según la media nacional de encuestas recogida por la web RealClearPolitics, el líder republicano va por delante en Michigan y Pensilvania mientras que la vicepresidenta ostenta una ligera ventaja en Wisconsin. La progresiva caída del entusiasmo hacia la aspirante demócrata parece obedecer a varios motivos. Según detallaron representantes demócratas al portal ‘The Hill’, los votantes «perciben que está perdiendo confianza» y entienden que carece de herramientas para desenvolverse en temas sobre los que no tiene un completo dominio. Asimismo, muchos la siguen viendo como una aspirante continuista de Joe Biden, lejos de los aires renovadores que ella misma se ha esforzado en trasladar.

En la feroz batalla frente a Trump, Harris jugó este domingo una nueva carta: la de la salud. Para ello publicó un informe que recoge que a sus 59 años goza de la «resiliencia física y mental necesaria» para desempeñarse como presidenta. Y, de paso, añadió presión a su contrincante para que haga lo propio y dé a conocer sus registros médicos, como prometió el pasado agosto. «Es obvio que, al menos su equipo, no quiere que el pueblo estadounidense vea todo lo que él es… y si está o no realmente apto para hacer el trabajo», espetó.

«Excelente salud»
«La vicepresidenta Harris continúa con excelente salud», afirmó su médico, Joshua Simmons, en un documento que detalla que es ligeramente miope, usa lentes de contacto y se ha sometido a un solo tratamiento: una inmunoterapia con alérgenos durante tres años para reducir los síntomas de las alergias estacionales. La campaña de Trump, que a sus 78 años se ha convertido en el candidato de mayor edad en la historia de las elecciones estadounidenses, se limitó a responder que el magnate está «en perfecto estado para ser comandante en jefe».

Para dejar constancia de su fortaleza, se remitieron a «su agenda de campaña extremadamente ocupada y activa como ningún otro político en la historia». Como el mitin que esta madrugada tiene previsto ofrecer en Arizona o el que celebró la noche del sábado en Coachella, California, donde volvió a arremeter contra la inmigración y a vincularla con el «crimen». En esta ciudad al este de Los Ángeles describió la llegada de indocumentados como una «invasión» y prometió expulsiones masivas si gana los comicios. «No nos dejaremos conquistar, no nos dejaremos ocupar. Recuperaremos nuestra soberanía», insistió.

El presidente de EE UU, Joe Biden, recorre las zonas de Florida devastadas por el huracán ‘Milton’.
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El presidente de EE UU, Joe Biden, recorre las zonas de Florida devastadas por el huracán ‘Milton’. AFP
El balance de víctimas del huracán ‘Milton’ en Florida se eleva a 23
Florida vuelve poco a poco a la normalidad tras el paso hace casi una semana del huracán ‘Milton’ que, según el último balance, causó 23 muertos. Las víctimas más recientes son dos personas que fallecieron aplastadas por árboles que habían quedado afectados por el temporal. Este domingo aún trabajaban en el Estado más de un millar de efectivos de salvamento y rescate mientras se esperaba la llegada del presidente de EE UU, Joe Biden, para evaluar en persona las consecuencias de la tormenta, que dejó daños valorados en 50.000 millones de dólares. Más de 1,8 millones de clientes seguían el fin de semana sin electricidad y un tercio de las gasolineras carecía de combustible.