La ultraderecha salva al Gobierno de Barnier en la primera moción de censura de la legislatura

El texto presentado por la coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular obtiene 197 votos y se queda lejos de la mayoría absoluta necesaria para tumbar el Ejecutivo

Diario Vasco, Enric Bonet, 09-10-2024

Apenas una semana después de haber pronunciado su discurso de política general, el primer ministro francés, Michel Barnier, se enfrentó este martes a la primera moción de censura de su mandato. La coalición de izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP) presentó esta iniciativa en respuesta a la decisión del flamante Ejecutivo de no someterse al tradicional voto de investidura —en el caso de Francia no es obligatorio—. Aunque no había ningún suspense, ya se sabía desde un inicio que no saldría adelante, esta votación reflejó una de las claves en el arranque de esta legislatura: el rol de árbitro de la ultraderechista Agrupación Nacional (RN, por sus siglas en francés).

Tras las elecciones anticipadas del 7 de julio, el partido de Marine Le Pen y sus aliados representan el tercer bloque en el Parlamento con 141 escaños. Aunque el cordón sanitario del electorado de la izquierda y el centro lo dejó sin la victoria que le pronosticaban los sondeos, el lepenismo dispone en estos momentos prácticamente del monopolio del botón rojo de la continuidad de Barnier, quien compuso un gabinete con ministros afines al presidente Emmanuel Macron y la derecha tradicional de Los Republicanos (LR). Esto se vio reflejado en la votación de este martes por la tarde. La moción de censura de la izquierda fue rechazada al contar con 197 votos a favor y quedarse por debajo del umbral de la mayoría absoluta (289).

El «mal menor» de Barnier
«Barnier es un mal menor en comparación con (Lucie) Castets —la candidata propuesta por la izquierda durante el verano—», dijo Guillaume Bigot para justificar el voto negativo de la ultraderecha. No obstante, este representante de RN advirtió de que «censuraremos más adelante a este Gobierno en el caso de que vulnere los intereses de Francia y de los franceses». Si los diputados de la extrema derecha hubiesen votado a favor de la moción, hubiera caído el equipo gubernamental menos de 20 días después de su formación.

A diferencia de España, el apoyo a una moción de censura no significa en Francia el respaldo a un Ejecutivo alternativo de aquellos que presentan el texto. Esto facilita las alianzas contra natura. Así sucedió durante la anterior legislatura en que la ultraderecha votó varias mociones de la izquierda. Este escenario, sin embargo, no interesa en estos momentos al partido de Le Pen, porque quiere encarnar una oposición «constructiva». Además, sabe que no se pueden convocar elecciones hasta el verano del año que viene.

«Subversión democrática»
En cambio, la izquierda apuesta por una oposición frontal, aún más teniendo en cuenta que considera que la privaron de la posibilidad de intentar formar un Gobierno tras su victoria por la mínima con 193 diputados (de un total de 577). «No podéis obviar la violencia de esta subversión democrática», afirmó Olivier Faure, secretario general del Partido Socialista, encargado de presentar el texto de censura en el hemiciclo. «Los votos de esta moción demostrarán el acuerdo político entre Macron y Le Pen», añadió Cyrielle Chatelain, presidenta del grupo parlamentario de los verdes, durante el debate.

Barnier se defendió con el argumento de que la alianza entre los macronistas y LR representa el bloque menos minoritario en una muy fragmentada Asamblea Nacional. «Nadie dispone de la mayoría. Pero entre las mayorías relativas constato que aquella menos relativa es la que me apoya», afirmó el exnegociador europeo del Brexit.

Es cierto que sus apoyos suman un número de diputados ligeramente superior al de la izquierda (212 por 193). Pero también lo es que se encuentran muy lejos de la mayoría absoluta y que dependen de una extrema derecha a la que Macron acusó de llevar el país hacia una «guerra civil» durante la campaña.

El primer ministro se salvó esta vez, pero podría enfrentarse de nuevo a una amenaza parecida de aquí a pocas semanas. De hecho, Barnier contempla sacar adelante con un polémico decreto, y sin votación en la Asamblea, los Presupuestos del 2025, cuyo borrador incluye un recorte de 40.000 millones de euros del gasto público.

Probablemente, la izquierda responderá con otra moción. Como ya ocurrió en la anterior legislatura entre 2022 y 2024 se presentaron una treintena de textos de censura, este tipo de iniciativas van camino de convertirse en el cuento de la marmota de la vida parlamentaria gala. Con la diferencia esta vez de la mayor fragilidad del Ejecutivo. Y que todos los grupos se toman en serio la posibilidad de que caiga.

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