Dipo Faloyin, periodista y escritor: «El 90 % de los africanos que emigran se quedan en su continente»

Ha escrito el libro «África no es un país» donde habla de pasado y presente para intentar erradicar algunos estereotipos

La Voz de Galicia, Olga Suárez REDACCIÓN / LA VOZ , 08-10-2024

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Cincuenta y cuatro países, más de dos mil lenguas y mil cuatrocientos millones de personas. Tres datos que dejan entrever la gran diversidad de África, un continente que, sin embargo, es «tratado como si fuera un único país, despojado de matices». Son palabras de Dipo Faloyin, periodista nigeriano nacido en Chicago, que pasó su infancia en Laos y que vive en Londres desde su adolescencia. Cansado de comprobar la imagen distorsionada que se tiene en Europa, «recurrente para hablar de pobreza, corrupción, safaris y grandes extensiones de tierra árida donde no crece nada más que miseria», ha escrito el libro África no es un país (Capitán Swing) donde habla de pasado y presente para intentar erradicar algunos estereotipos.

—Se tiende a generalizar y borrar identidades, ¿cree que precisamente África, que muchas veces se reduce a un país, tiene más matices que cualquier otro continente?

—Si se analiza la demografía del continente, se ve claramente que hay más diferencias en el ADN del pueblo africano en general que en el del resto del mundo combinado. En ese sentido sí, África es un continente con tanta diversidad en personas, experiencias, tradiciones culturales… Lo que realmente me gustaría es que la gente viniera a África y lo experimentara por ella misma.

—El libro arranca con un breve repaso a la historia. ¿Qué hubiera sido África de no haberse celebrado esa reunión en 1884 en la que se repartió su mapa?

—Es difícil de contestar, quizás habríamos visto diferentes grupos étnicos juntándose por empresas o negocios… De lo que estoy seguro es que no se parecería en nada a lo que es hoy en día.

—¿Cómo puede afectar a los jóvenes el hecho de que sus países tengan una historia tan marcada por la colonización?

—Por una parte creo que pueden sentir una gran frustración al ver cómo su identidad ha sido expoliada y borrada; pero por otra creo que también puede ser potencialmente liberador: uno de los beneficios que tiene el hecho de ser países jóvenes es que se pueden moldear y dar forma a su futuro y destino. Si se ve desde esa perspectiva, lo que ha ocurrido puede llegar a tener un impacto positivo.

—¿Cómo ha influido ese reparto que se hizo en el pasado en los éxodos hacia Europa que se están viviendo en la actualidad?

—Creo que ha tenido un gran impacto y fue una de las razones por las que sentí la necesidad de escribir este libro porque, para entender el presente hay que volver al pasado y comprender la geografía de estas naciones. Creo que los europeos tendrían más herramientas para entender la coyuntura actual si conocieran la historia del colonialismo y todos los efectos que ha tenido. No obstante, un 90 % de los africanos que migran se quedan en el continente africano. Algunos sí, intentan llegar a Europa, pero no son la mayoría. Es importante que las personas sean conscientes de este hecho.

—¿Cómo cree que va a influir la migración actual en el futuro de los países africanos?

—Toda la diáspora va a tener un papel importante en el futuro y en las relaciones que se van a entablar entre los diferentes países, ya no solo a nivel económico, también cultural. Creo sinceramente que hay una oportunidad real para abordar las relaciones entre países a través de la diáspora.

—¿Qué estereotipos cree que los españoles debemos erradicar a la hora de acoger a los migrantes?

—Se debe fomentar que las personas comprendan la historia del colonialismo y el papel que jugaron los países europeos en el desarrollo de la historia de África. La visión del continente es muy pobre y esto debe cambiar.

—Refleja en el libro su sentimiento de rabia al visitar algún museo de Londres. ¿Podrán esas obras de arte regresar algún día?

—Por desgracia, depende de la decisión de museos y coleccionistas. Pero además, el activismo de los países africanos no es suficiente, el apoyo debe venir también de ciudadanos europeos que tomen partido y cuestionen a sus políticos para que lleven a cabo estos cambios.

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