EL DESAFÍO DE LA INMIGRACIÓN
Diario Vasco, 26-08-2006La actitud mayoritaria de los vascos ante los inmigrantes se podría resumir en esta frase: «emigrantes entre nosotros sí, pero solamente mientras haya trabajo para ellos». No pocos, añadirían por lo bajo, «y si vienen solamente a trabajar mejor. Fuera del trabajo que se hagan invisibles». Nos molestan, nos interpelan, hasta tenemos miedo de ellos cuando les vemos juntos, caridolientes, malvestidos, ociosos . En algunos comercios les temen. Pero van a estar mucho tiempo entre nosotros. Nos necesitamos mutuamente. Para mantener nuestro estilo y nivel de vida, los autóctonos. Para acercarse a nuestro nivel de vida los inmigrantes. Por eso han dejado su país.
Nuestros antepasados tuvieron que emigrar. Hoy las tornas han cambiado. Los inmigrantes, especialmente los de América, vienen a ocuparse de nuestros mayores y, otros, de procedencia geográfica más próxima pero culturalmente más distanciados (africanos y de los países del Este), a realizar trabajos que nosotros ya no queremos hacer. Muchos, desesperadamente, a buscarse la vida. Piénsese en los cayucos que este mes de agosto han traído millares de subsaharianos a las Islas Canarias, sin hablar de los que habrán perecido en el intento. El deber de acogida es insoslayable. Pero, ya dentro, ¿hay que expulsarlos o, sin más, regularizarlos? ¿Bastará la suerte o el dinero pagado a las mafias para, ya en Europa, regularizarlos?
Por otra parte, ahora entrando en campaña electoral, ha surgido en Catalunya el tema del voto de los forasteros, comunitarios y extracomunitarios. Se dirá que la solución está en la integración. Las cosas son más complejas. Un solo ejemplo, nada extremo. Es sabido que un hombre musulmán puede casarse con una no musulmana (a condición de que no sea atea o politeísta); ahora bien, se niega la posibilidad de que una mujer islámica pueda casarse con un hombre de otra religión pues «al plantearse el tema de los hijos, en nuestro derecho, se convierten automáticamente en no musulmanes» – explica Dalil Boubakeur, rector de la Gran Mezquita de París (sunnita), moderado donde los haya – , porque «es el padre el que transmite la religión». De ahí que la mujer musulmana que se case con un «infiel» sea proscrita en los ámbitos integristas ¿Hay que integrar esto?
Dos objetivos finalistas se imponen: romper la actual deriva de desigualdades crecientes en el planeta para que los desplazados sean los menos posibles y apostar por la interculturalidad en detrimento de la multiculturalidad en guetos o semiguetos estancos. Es difícil pero ¿ya tenemos claros los objetivos? ¿Qué hacemos para alcanzarlos?
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