Ismael Serrano Cantautor

El Twitter de Ismael Serrano, lleno de mensajes de fascistas, racistas...

El cantautor se acerca a Euskal Herria con su gira 'La canción de nuestra vida'

Diario de noticias de Gipuzkoa, Sara Cabrera NTM, 07-10-2024

El cantautor Ismael Serrano visitará hoy el navarro teatro Baluarte como parte de su gira de La canción de nuestra vida. También se acercará el próximo día 10 al teatro Victoria Eugenia de Donostia y, ya en noviembre, el 12, al Arriaga de Bilbao. La música sigue siendo su fiel compañera, su arma contra las injusticias.

¿Qué es de Álex Ubago, el eterno artista de las canciones nostálgicas?
Lleva casi tres décadas en el mundo de la música, casi tres décadas convirtiendo su música en himnos para muchos. Tras tanto tiempo relatando la realidad, hablando de guerras, crisis, amor, injusticias…, en sus canciones, ¿siente que el mundo ha cambiado o nos queda trabajo por hacer?

-Cambiar ha cambiado mucho, lo que no sé es si a mejor. En todo este tiempo hemos tenido que actualizar unas cuantas veces el final de Papá, cuéntame otra vez. Cuando dice “Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vientam” hemos cantado: “Ahora mueren en Bagdag”, y ahora nos toca cantar: “Ahora mueren en Gaza”. Yo creo que hay problemas que siguen vigentes, hay cosas que también han cambiado supongo que para mejor… Pero muchas canciones que denunciaban injusticias, abusos, etc., hoy en día siguen estando vigentes.

Ismael Serrano se acerca a Euskal Herria con su gira 'La canción de nuestra vida'.
Ismael Serrano se acerca a Euskal Herria con su gira ‘La canción de nuestra vida’. Cedida

Como sigue estando vigente el papel que juegan los cantautores. ¿Tenemos un buen relevo?

-Sí, yo creo que ahora el relevo lo están tomando las mujeres. Yo creo que la vanguardia ahora del género lo representa un movimiento de mujeres que yo creo que está renovando el género. Cantan desde otro lugar, incluso cuando le cantan al amor lo hacen desde un lugar de empoderamiento, abandonando un poco los clichés que tanto hemos cultivado todos en lo que respecta al amor romántico.

En su caso se ha hecho famoso por muchas canciones. Una por la que le recuerdan siempre es precisamente Papá, cuéntame otra vez. ¿Qué siente cuando la escucha, se reinventa y le dicen que es su favorita?

-Evidentemente me tengo que sentir en deuda, porque me ha abierto muchas puertas y porque ha sido para muchos la puerta de entrada a mi mundo, al mundo de mis canciones. Es una canción que sigo cantando, y es muy representativa ya no por lo emblemática que es en mi repertorio, sino también por cómo las canciones evolucionan y cómo se cantan desde otro lugar. Yo cuando la cantaba hace treinta años por primera vez lo hacía como el hijo que le reprochaba al padre con arrogancia, tratando de señalar las contradicciones en el relato que habían construido. Y ahora la canto como un padre que se pregunta cuál es el relato que les contaremos a nuestros hijos, y sobre todo si hemos sido capaces de construir un relato como generación. A día de hoy me sirve también como acicate para seguir luchando por un mundo mejor para nuestros hijos, para ser capaz de que cuando mis hijos me hagan el reproche pertinente tener una historia que contar.

En esa canción habla de muchos momentos que quedaron lejos. ¿Qué saldría en nuestro relato a nuestros hijos en estos momentos?

-No lo sé, yo a veces pienso si no será un relato de resistencia a ese fascismo emergente que está constituyendo una amenaza cada vez más preocupante, y que está incluso ocupando posiciones de poder y de gobierno en Europa, en Latinoamérica y en todas partes. Últimamente, cuando canto Papá, cuéntame otra vez, me doy cuenta de que a día de hoy la lucha de nuestros padres es un ejemplo a tener en cuenta en la lucha contra la ultraderecha que está representando una opción válida de cambio sobre todo entre muchos jóvenes.

El cantautor Ismael Serrano.
El cantautor Ismael Serrano. Cedida

¿Cree que sus letras y su música, la de los que estuvieron, los que están y los que vendrán, puede ayudar a hacer del mundo un lugar mejor?

-Yo creo que la música sí puede cambiar el mundo de alguna manera, en tanto en cuanto nos cambia a nosotros. Cuando una canción toca una vida la transforma. A mí me han cambiado la vida muchas canciones, y eso contribuye al cambio del mundo. Te hace tomar conciencia de una realidad, te ayuda a entender esa realidad, te ayuda a entender tu lugar… Y sobre todo, más allá de que pueda sonar ambicioso el escribir canciones para cambiar el mundo, yo lo que creo es que son un lugar de encuentro, y eso es muy saludable porque la mirada del otro te hace tomar una perspectiva, te hace caer en la cuenta de cosas en las que no habías caído, y te hace consciente de tu capacidad para transformar la realidad, porque no estás solo.

Ahora vuelve a Navarra y Euskadi con la gira de La canción de nuestra vida, una canción en la que habla de sus años de “litrona y facultad”. ¿Qué sería de su vida de haber seguido el camino marcado por sus estudios?

-Eso me lo pregunto muchas veces. Me imagino cómo sería mi vida, sobre todo porque conservo muchos amigos de mis tiempos de facultad, que acabaron la carrera y son gente de bien (risas). Supongo que hubiera terminado en la docencia. Bueno, lo que me hubiera gustado sería haber acabado en la investigación mirando las estrellas, ahondando en los límites de la realidad y teorizando. Me hubiera gustado esa parte casi esotérica de la Física.

Las novedades de su gira las podemos seguir también en sus redes, donde parece que cada vez que escribe se vuelve viral. ¿Cómo se sobrellevan los titulares, los comentarios…?

-Bueno, la verdad es que en el caso de X (antes Twitter) siento que se ha convertido en un aparato de propaganda de la ultraderecha, y creo que el algoritmo está fundamentalmente escrito para amplificar ese tipo de mensajes, el odio, el enfrentamiento… Lo que está haciendo es normalizar dinámicas de conversación que son absolutamente reprobables, y normalizar sobre todo discursos que hasta hace poco no se podían justificar bajo ningún concepto. Yo cada vez escribo menos sobre política, pero no por lo que recibo, sino fundamentalmente porque creo que cada vez llega a menos gente. Tengo Twitter lleno de mensajes de fascistas, racistas…, que lo que pretenden es que yo reaccione desde la indignación y eso se viralice y genere una cadena de reacciones y demás. Entonces, la verdad es que me cuesta. En algún momento me pareció una herramienta de comunicación y de difusión muy efectiva, pero a día de hoy creo que está absolutamente corrompida.

Hay gente que está decidiendo abandonar esta red social.

-Y todos pensamos en cómo abandonar, y te hace pensar también en la responsabilidad, cómo este tipo de redes han acabado siendo un oligopolio. Son tres o cuatro de las que es difícil escapar, y cómo las redes están generando comunidades cada vez más cerradas, están convirtiéndonos en seres cada vez más sectarios que pertenecemos a redes cada vez más cerradas. Nos vendieron que las redes sociales iban a permitir acceder a todo tipo de información, y a los artistas nos decían: “Vas a poder comunicar tu trabajo y tus giras”, y no es así. La difusión de tu mensaje depende fundamentalmente de la inversión que hagas, ya no de tiempo, sino de dinero.

Ahora nos quedamos esperando su visita. ¿Cómo se siente cuando se acerca a Euskal Herria?

-Me siento bien, porque siempre nos han tratado muy bien. Desde mi primer disco, con cada gira, hemos hecho visitas y han sido extraordinariamente generosos. De alguna manera uno siente que ese tipo de teatros son templos en los que la propuesta que hace un cantautor es bienvenida de una manera especial.

¿Le gustaría compartirnos finalmente algún deseo?

-Ojalá hiciera un ejercicio de memoria para entender que muchas de las cosas que se nos vienen encima ya han ocurrido. Deshumanizar a una minoría y hacerles responsables de todos nuestros problemas de manera injusta nos lleva a los peores capítulos de la historia de la Humanidad. Ojalá fuéramos capaces de entender que el problema de que la gente no tenga acceso a la vivienda no es culpa de los migrantes. El problema de que la Sanidad tenga unas listas de espera eternas no es culpa de los migrantes. Es culpa de las administraciones, de los gobiernos, que no tienen en su prioridad dar respuestas a los ciudadanos, porque en todo encuentran un negocio que supone en muchas ocasiones desmontar el Estado del Bienestar que se ha construido, y en esas estamos. Yo creo que tenemos que resistir ante ese desmantelamiento. Ojalá entendiéramos que el bien público es algo precioso que tenemos que conservar, y que nuestra vida depende de eso, que mucha gente que se siente clase media, si se siente así es porque no tiene que llevar a sus hijos o sus padres a un hospital privado. Si son clase media es porque sus padres cobran una pensión digna. En el momento en el que todo eso desaparezca sería otra la historia.

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