Añorados nazis

La victoriosa extrema derecha en Austria y Alemania coquetea con el nazismo

La Vanguardia, Lluís Uría, 04-10-2024

El 3 de octubre de 1999, ayer hizo 25 años, el ultraderechista Partido por la Libertad de Austria (FPÖ), dirigido entonces por el sulfuroso gobernador de Carintia, Jörg Haider, se convirtió en la segunda fuerza política del país, desplazando por unos centenares de votos al Partido Popular Austriaco (ÖVP), con quien empató en porcentaje (26,9%). Pese a que los socialdemócratas fueron los más votados, el democristiano Wolfgang Schüssel no quiso repetir la gran coalición de la legislatura anterior y en febrero del año siguiente firmó un pacto de gobierno con la extrema derecha para acceder a la cancillería. Aquel hecho inédito provocó un seísmo en Austria y en toda Europa. Y la Unión Europea, espoleada por el francés Jacques Chirac, impuso temporalmente una serie de sanciones políticas y diplomáticas a Viena.

Un cuarto de siglo después, ya nada es como entonces. Pactos entre la derecha y la extrema derecha devinieron algo común en Austria sin que nadie se volviera a rasgar las vestiduras. Y en las elecciones del pasado 29 de septiembre, siguiendo la ola ultraderechista que avanza por todo el continente, el FPÖ se erigió finalmente con casi el 29% de los votos en la primera fuerza política del país. De ahí a que gobierne, sin embargo, hay un largo trecho. Y, aunque no se puede descartar nada, el canciller saliente, el conservador Karl Nehammer, no parece dispuesto a pactar con el FPÖ si sigue al frente su controvertido líder, Herbert Kickl, quien sin embargo fue ministro del Interior en un gobierno dirigido por el popular Sebastian Kurz entre 2017 y 2019.

Un sector de la extrema derecha europea ha moderado su discurso, no en Austria ni Alemania
La extrema derecha ya gobierna en países europeos tan importantes como Italia o los Países Bajos, y es la principal fuerza en Francia. Pero el resultado electoral en Austria, así como el avance ultra en Alemania, inquietan particularmente. ¿Por qué? Porque en ambos países las fuerzas en ascenso son claramente más radicales.

Hay un sector de la extrema derecha europea que en los últimos años, sin abandonar su pensamiento político de fondo, ha procurado moderar su discurso público, pulir sus aristas y tratar de parecer más presentable, asumiendo algunos de los principios básicos del consenso europeo que antaño había combatido con ahínco. Algunos analistas han bautizado este proceso con el nombre de melonización, en alusión a la primera ministra italiana y líder del posfascista Hemanos de Italia, Giorgia Meloni, el nuevo referente de la ultraderecha “frecuentable”. Un camino que ya había iniciado en 2011 la francesa Marine Le Pen, con su política de desdiabolización del antiguo Frente Nacional, hoy Reagrupamiento Nacional (RN), con evidente éxito.

No ha pasado lo mismo en tierras germánicas. Tanto el FPÖ austriaco como Alternativa para Alemania (Afd) han experimentado, si acaso, un proceso de radicalización en sentido inverso, hasta el punto de coquetear con los viejos eslóganes e ideas nazis. De hecho, el FPÖ fue fundado en 1956 por antiguos nazis y entre sus primeros dirigentes hubo dos exmiembros de las Waffen-SS hitlerianas, Anton Reinthaller y Friedrich Peter. Tras una deriva liberal en los años 80, el partido regresó a su antigua senda con Jörg Haider fallecido en accidente de tráfico en 2008, acusado reiteradas veces de apología del nazismo.

Vienna (Austria), 29/09/2024.- Chairman and top candidate of the Freedom Party of Austria (FPOe) Herbert Kickl arrives in a TV studio in the Austrian parliament, during parliamentary elections in Vienna, Austria, 29 September 2024. Austria’s far-right Freedom Party is heading for an unprecedented general election victory under leader Herbert Kickl, according to projections. (Elecciones, Viena) EFE/EPA/FILIP SINGER
El líder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), Herbert Kickl FILIP SINGER / EFE
A Herbert Kickl, de 55 años, que escribía los discursos de Haider, tampoco parece perturbarle demasiado la evocación del pasado pardo de su país, ni presentarse como el “canciller del pueblo” (Volkskanzler) –una apelación utilizada en los años treinta por Adolf Hitler- y acusar de “traidores al pueblo” a sus adversarios. Su discurso reproduce las ideas típicas de la extrema derecha radical (incluidas sus obsesiones conspiracionistas): partidario de poner freno a la inmigración extranjera, defiende la deportación de los inmigrantes foráneos (la famosa “remigración”), es anti islam y prorruso, y niega la existencia del cambio climático. Durante la pandemia de covid, combatió los confinamientos y la vacunación obligatoria.

Este es el perfil que ha seducido a entre una cuarta parte y un tercio de los austriacos. Muy similar al del líder de Alternativa para Alemania (Afd) en el land de Turingia, donde, hace un mes, los ultras fueron por primera vez los más votados (con el 33% de los sufragios). Björn Höcke, de 52 años, es asimismo un feroz crítico del Islam, partidario de la “remigración” de los extranjeros, porruso y negacionista climático. Además de un nostálgico de la época nazi: ha criticado que se presente a Hitler como “totalmente maligno”, censurado el Monumento a los judíos asesinados en el Holocausto y utilizado la retórica nazi, como el “¡Todo por Alemania!”, grito de guerra de las secciones de asalto nazis (SA), razón por la que fue juzgado y multado el pasado mes de abril.

El domingo pasado, los presidentes de Italia, Sergio Mattarella, y Alemania, Frank-Walter Steinmeier, se citaron en un lugar altamente simbólico: el pueblo de Marzabotto (cerca de Bolonia), donde hace 80 años un total de 770 civiles italianos fueron masacrados por las tropas nazis. Ambos dirigentes aprovecharon ese escenario para hacer un llamamiento a defender la democracia ante el ascenso de la ultraderecha en todo el continente. Steinmeier pidió personalmente perdón en nombre de su país y apeló a la memoria: “Europa sólo tendrá un futuro pacífico –subrayó- si los alemanes nunca olvidamos esta responsabilidad histórica”. Más que olvidarlo, algunos pretenden hoy revisarlo y blanquearlo. Si no sueñan con repetirlo.

Premio a la libertad. Yulia Naválnaya, viuda del líder opositor ruso Alexéi Navalni muerto en oscuras circunstancias en febrero de este año en una prisión del Ártico, muestra las mismas convicciones y determinación que su marido, a quien Vladímir Putin persiguió sin descanso hasta eliminarlo. Su objetivo es seguir la lucha para poner fin a la dictadura en Rusia. “Los políticos occidentales nunca deben olvidar que Putin siempre miente”, advierte en una entrevista realizada esta semana por el redactor jefe del área de Internacional, Ramon Aymerich. Naválnaya recibió este lunes el premio Vanguardia Internacional en un caluroso acto en el Palau de Congressos de Catalunya. Relevo en la Alianza. No ha sido Yulia Naválnaya la única en alertar sobre la amenaza que representa la Rusia de Putin. El secretario saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, aprovechó el acto de relevo el martes en Bruselas para advertir de la necesidad de seguir aumentando el gasto en defensa y mantener el envío de armas a Ucrania. “Nuestra seguridad no es gratis”, dijo. Su sucesor al frente de la Alianza Atlántica, el ex primer ministro neerlandés Mark Rutte, quiso relativizar, por su parte, el resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre: “Dejen de lloriquear por si gana Donald Trump, tendremos que trabajar con quien esté en la pista de baile”, zanjó. Al otro lado del Canal. La llegada de un nuevo gobierno al Reino Unido, encabezado por el laborista Keir Starmer, promete abrir una nueva etapa en las relaciones con la Unión Europea tras las tumultuosas negociaciones del Brexit. Starmer propone “resetear” la relación, sin que hasta ahora haya hecho propuestas concretas de calado. Por el otro lado, Alemania y Francia han dado el paso de proponer en una carta enviada a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen que Bruselas negocie y suscriba un acuerdo con Londres en materia de política migratoria y de asilo. Un tercio de los migrantes que cruzan la UE buscan alcanzar el Reino Unido.
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