Debería remover conciencias el medio centenar de cadáveres que desde la madrugada del sábado buscan equipos de Salvamento Marítimo tras hundirse a unos kilómetros de las costas de El Hierro el cayuco en el que viajaban más de 80 personas, de las que solo han sido recuperados los cuerpos de nueve fallecidos y 27 supervivientes. La mayor tragedia registrada en la ruta migratoria más mortífera de Europa retrata en toda su extensión el drama de la migración irregular, la extrema desesperación de quienes recurren a ella para huir del horror y la falta de escrúpulos de las mafias que se enriquecen con el tráfico de seres humanos. Es imprescindible redoblar esfuerzos en el rescate de las víctimas para impedir que el Atlántico se convierta en su cementerio y sus familias sumen al dolor de la muerte el de no poder ofrecerles una despedida digna respetuosa con sus creencias. Como lo es que la UE asuma de una vez su responsabilidad en este desafío y que, con los servicios de acogida de Canarias desbordados por completo desde hace meses, el Gobierno y el PP dejen de utilizar la migración como arma arrojadiza y alcancen un acuerdo que incluya el reparto de los menores por el resto de España.