Racismo tóxico
Diario de Noticias, , 30-09-2024Hace solo nueve meses, la inmigración nos preocupaba más bien poco. Más o menos lo mismo que el tiempo de floración de los geranios. Pero todo ha girado con el ritmo de las polémicas salvajes. Tanto es así que, como dice, G. Tecé, quienes no se ahogan en el mar nos quitan el sueño.
La última encuesta del CIS podría preguntar si nos preocupa que miles de cuerpos se descompongan en el fondo del mar. O más, si que lleguen vivos y no muertos es ahora nuestra mayor preocupación.
Quizá estemos al borde de ese salvajismo deshumanizado gracias a los argumentos del PP y VOX. Como ese que acusa a la población migrante de provocar el terror en nuestras calles y quitarnos el empleo. Las tasas de criminalidad están estancadas desde hace años y el empleo, con sus más y sus menos, crece. O que se llevan todas las ayudas publicas. Según el informe de rentas mínimas de inserción 2021-2023, ayudas que se otorgan a personas en riesgo de exclusión social, de los 305.340 titulares, solo el 26,1 % tenía nacionalidad extranjera. O que colapsan la sanidad pública. Según la Encuesta Nacional de Salud de 2017 , de los 16 millones de consultas médicas, solo el 11 % fueron de personas nacidas en otros países.
Alvise, Abascal y Feijóo, los camisas negras del racismo, saben todo esto. Saben que la economía española quebraría sin esas manos y cuerpos y que el 10% de una pensión se sufraga con las cotizaciones de trabajadores extranjeros. Pero a sabiendas de que mienten, necesitan ir más allá. Quieren recuperar esa España Imperial de siglos pasados. Limpia y pasteurizada de sangres ajenas. Ahí se la juegan.
Quizá aún no se han trumpetizado lo suficiente, pero no renegarían de un plan de higienismo racial a medio plazo. Como el del Tribunal inquisitorial que en 1609 expulsó a 300.000 moriscos de aquella España a medio hacer.
Hay tarea: frenar a esta banda patriotera incapaz de construir una pertenencia común.
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