La extrema derecha gana por primera vez unas elecciones federales en Austria

El Partido de la Libertad (FPÖ) del líder ultra Herbert Kickl obtiene casi un tercio de los votos aupado por la inmigración y la inflación

La Razón, Rubén Gómez del Barrio, 30-09-2024

Austria ha votado y el resultado representa un terremoto político para toda Europa. El Partido de la Libertad (FPÖ), de extrema derecha, ganó este domingo las elecciones por primera vez en el período de posguerra y en medio de una ola de indignación pública por la inmigración y la inflación. Los ultras consiguieron el 28,8% de los votos, lo que les situó por delante del Partido Popular austriaco (ÖVP), que se anotó el 26,3%. El socialdemócrata SPÖ ocupó el tercer lugar con un 20,5%.

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El giro hacia la derecha se daba por hecho. Hasta ahora, Austria estaba gobernada por una alianza del ÖVP y los Verdes. Esta vez la formación ecologista solo obtuvo el 8,3%, después de alzarse con el 13,9% en 2019. El liberal Neos logró el 9,2%. Con esta cifras, solo los conservadores del ÖVP serían considerados socios de gobierno del FPÖ, ya que todos los demás partidos han descartado una coalición con los ultras.

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Sin embargo, el ÖVP no quiere colaborar en el gobierno con el líder del FPÖ, Herbert Kickl. «Así fue ayer, así es hoy y así seguirá siendo mañana», aseguró en una primera reacción el secretario general del ÖVP, Christian Stocker. El Partido Popular austriaco intentó mostrarse valiente ante un resultado que repercutirá en toda Europa. «No logramos el primer puesto, pero recuperamos mucho terreno perdido en las últimas semanas», agregó Stocker.

«Los austriacos han hecho historia» aseguró, por su parte, el secretario general del FPÖ, Michael Schnedlitz. «Hay un deseo de cambio en el país». Aprovechando el auge de la extrema derecha en muchas partes de Europa y tomando como modelo al húngaro Viktor Orbán, el FPÖ y su líder Kickl capitalizaron los temores en torno a la migración, el asilo y la delincuencia, acentuados por la cancelación en agosto de tres conciertos de Taylor Swift en Viena debido a un supuesto complot islamista. La creciente inflación, el tibio crecimiento económico o el resentimiento persistente por las estrictas medidas gubernamentales durante la pandemia fueron los otros ingredientes para que los populistas pudieran dar un salto de 13 puntos desde las últimas elecciones de 2019.

El resurgir del FPÖ ha sido increíble después de que el escándalo conocido como «Ibizagate» –que involucró en 2019 al exlíder de la formación Heinz-Christian Strache con representantes de un oligarca ruso y la concesión de contratos públicos–, hiriese de muerte a la formación. El asunto no solo catapultó a la entonces dirección del partido, sino que hizo estallar al gobierno de coalición con el ÖVP. Hoy, ese escándalo no es más que un capítulo oscuro en la historia del partido ultra, lo que demuestra que, en solo cinco años, el partido haya conseguido escalar desde lo más hondo a la cima.

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Gran parte de este éxito recae en Kickl, el líder ultra que hizo resurgir la formación desde que asumió el poder en junio de 2021 a través de mensajes radicalizados e irreconciliables. Como ningún otro, abordó temas que conectaban con una masa cada vez más insatisfecha y así este hombre de 55 años marchó junto a los negacionistas de la pandemia de coronavirus o se alineó con los opositores a las medidas, al mismo tiempo que alimentó teorías de la conspiración en torno a la vacunación y promovió terapias alternativas para el tratamiento contra el covid. En paralelo, se aprovechó de la alta inflación o del costo de vida que empezaron a sufrir muchas personas; en parte, causado por la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania. De hecho, y a pesar de este conflicto, el FPÖ –que es extremadamente crítico con la Unión Europea–, se muestra bastante benévolo hacia Moscú y no ve ningún problema en la dependencia de Austria del gas ruso.

Kickl disfrutó responsabilizando al gobierno formado por el ÖVP y Los Verdes de la miseria que atravesaba el país y de paso, acusó de «cómplices» al resto de los partidos de la Cámara. Conocido por su brutal retórica, nunca se anduvo con rodeos y llegó a usar «jerga nazi» para calificar a sus adversarios como «traidores al pueblo» lo que le marginó en la esfera política pero le hizo sumar adeptos entre el electorado que, en los últimos años, fue presa de la frustración y el descontento por la situación del país pero también hacia quienes estaban en el poder.

La popularidad del FPÖ fue aumentando desde que Kickl se hiciera cargo del partido y, solo un año después de su liderazgo, llegaron los primeros éxitos electorales y así, en los comicios regionales, logró hacerse con el poder como socio menor en Baja Austria y Salzburgo. El último salto se produjo hace solo unos meses con las elecciones europeas. Un terreno tradicionalmente difícil para el FPÖ, pero en la que obtuvo una histórica victoria. Una más. El éxito era tal que para esta campaña electoral, Kickl ni siquiera tuvo que hacer grandes esfuerzos para competir por los votos. De un modo u otro y tal y como sugerían las encuestas, ya los tenía en el bolsillo y, con todo, no solo realizó varias apariciones en televisión y concedió varias entrevistas, sino que también realizó una gira por el país durante en el verano. Cuando llegaba a algún lugar, parecía más relajado que de costumbre y en los carteles parecía amigable. La estrategia consistió en parecer inofensivo para atraer a un grupo más amplio de votantes. Y funcionó completamente.

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No obstante, la pregunta es qué futuro le espera al país. Kickl aspira nada menos que a una completa reestructuración del Estado y no lo oculta. Es algo que está escrito en su programa electoral y que a veces contiene proyectos que encuentran obstáculos legales. Por ejemplo: «No debería haber atención médica ni de enfermería para los inmigrantes ilegales y los solicitantes de asilo», con excepción de la atención primaria y de las mujeres embarazadas. Además, el FPÖ quiere suspender el derecho de asilo mediante una «ley de emergencia», introducir la pena de muerte –tal y como explicó en alguna entrevista–, reducir la edad de responsabilidad penal de 14 a 12 años o redactar una disposición constitucional que estipule que solo hay dos géneros: hombre y mujer.

Con estos proyectos, ¿qué escenarios son posibles a partir de ahora? En primer lugar, el presidente federal austriaco, Alexander Van der Bellen, se reserva el derecho de no ordenar a Kickl que forme gobierno y también, en caso de duda, no nombrarle canciller. En segundo lugar, sería posible que el FPÖ fracase en su intento de formar una coalición y, en tercer lugar, que el Partido de la Libertad se debilite en las negociaciones gubernamentales, como ha ocurrido tantas veces en el pasado.

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