El voto de los inmigrantes difícilmente alteraría el desenlace de unas elecciones municipales, más allá de la influencia puntual que pudiera tener en determinados núcleos con una gran concentración de población foránea. Es decir, en el ámbito provincial, autonómico y estatal, la incidencia de esos votos sería muy limitada. Al menos así se desprende de una extrapolación del comportamiento electoral de los dos colectivos a los que se supone una mayor predisposición a votar al PSOE: iberoamericanos y marroquíes. Para construir esta hipótesis, se ha achacado a ambos colectivos una conducta electoral similar a la de grupos étnicos o religiosos homólogos en países como EE. UU. o Gran Bretaña. En ambos casos, la correlación del voto de estos colectivos a favor del centroizquierda ha llegado a ser de dos a uno, o incluso de tres a uno, frente al centroderecha. Se trata, eso sí, de una hipótesis extrema, ya que, por ejemplo, la correlación del voto hispano en EE. UU. ha pasado de 2 a 1 a favor de los demócratas, en el 2000, a 5 a 4, en el 2004. Ahora bien, aun atribuyendo a marroquíes e iberoamericanos unos índices de participación elevados – del 66%- y un decantamiento masivo a favor del centroizquierda, la agregación de estos sufragios a los resultados de las últimas municipales no cambiaría el desenlace en ninguna provincia. Ciertamente, reduciría la ventaja del PP en algunas circunscripciones y acentuaría la del PSOE en otras, pero sin invertir el resultado en ningún caso (véanse ejemplos en el cuadro adjunto).