La tensión política interna en Alemania entorno a la inmigración ha brindado a Francia un aliado de primer orden a su vieja aspiración de que la Unión Europea suscriba un acuerdo migratorio con el Reino Unido, una iniciativa con la que los países con fronteras exteriores, como España e Italia, no estuvieron de acuerdo en su día ya que podría obligarles a aceptar el retorno de inmigrantes rechazados por un país tercero.

El Brexit ha tenido un fuerte impacto “en la coherencia de las políticas migratorias” en la UE, lamentan en un documento dirigido a la Comisión Europea por la ministra alemana de Interior, Nancy Faeser, y su ya excolega francés, Gérald Darmanin, ya dimitido, en el que apuntan a que un tercio de los migrantes que cruzan la UE lo hacen con el objetivo de llegar al Reino Unido. La falta de un marco legal para gestionar estos flujos “incita a la clandestinidad y alimenta las redes de traficantes”, critican los Gobiernos, que piden a la Comisión que presente “rápidamente” un borrador de mandato negociador para abrir conversaciones con Londres sobre asilo, de acuerdo con la carta, publicada desde París por la agencia AFP.

El nuevo líder británico propone “resetear” las relaciones con la UE pero aún no ha hecho ninguna propuesta
Si este primer punto del documento importa sobre todo al Gobierno francés, por la situación en Calais, la segunda pone énfasis en otro asunto que interesa sobre todo al alemán, las dificultades para aplicar la legislación migratoria dentro de la UE. “Las reglas de Dublín se aplican poco o nada en absoluto en algunos estados miembros”, critican en alusión al reglamento que estipula que los solicitantes de asilo deben presentar su petición en el primer país de la UE que pisan, un sistema que sobrecarga a los países con fronteras exteriores.

El apuñalamiento múltiple ocurrido en Solingen 23 de agosto, que dejó tres muertes y varios heridos, evidencia los retos de tal sistema en un espacio interior libre de fronteras y ha llevado a Berlín a instaurar controles en sus lindes con países vecinos. El sirio que se confesó autor de los hechos había entrado a la UE por Bulgaria pero no pidió protección hasta llegar a Alemania; cuando se le denegó, desapareció del radar.

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Aunque el ejecutivo comunitario confirmó el martes la recepción de la misiva, fuentes alemanas consultadas por este diario puntualizaron que el Gobierno no ha dado luz verde todavía a su contenido final ni a su envío, que podría producirse cuando Francia forme gobierno. Preguntado al respecto, un portavoz comunitario aclaró el viernes que, en efecto, aunque el martes se le dio acuse de recibo “ahora está claro que la Comisión no ha recibido formalmente la carta”. En todo caso, Bruselas ha tomado nota de la entente francoalemana que se gesta en este terreno y su intención de poner el debate sobre la mesa, aprovechando, dicen, que “la llegada al poder de un nuevo gobierno británico demostrando su intención de cooperar constructivamente con la UE, nos parece que puede llevar a avances”.

Ese ambiente es el que el primer ministro británico, Keir Starmer, tratará de capitalizar cuando este miércoles se reúna con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en su primera visita Bruselas. Nada más tomar posesión expresó su deseo de “resetear” las relaciones entre el Reino Unido y la UE, pero sus intenciones son un enigma. Londres no ha planteado nada sustancioso (hablan de un acuerdo veterinario) ni coherente sobre qué quieren hacer de forma diferente a los tories . En Bruselas hablan de “cacofonía” y detectan “falta de preparación” en el lado británico.

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Tras pasar por Berlín, París y Roma, Starmer ha hablado de estrechar la cooperación migratoria con la UE. A Londres le interesa dar la señal de que los inmigrantes irregulares van a ser devueltos, con la esperanza de mitigar el efecto llamada actual y recibir menos gente. A Francia, aliviar la situación en Calais. Y a Alemania, cualquier tipo de oxígeno político. “Pero ¿que saca el resto de la UE de todo esto?”, se preguntan fuentes comunitarias. Una posible contrapartida sería impulsar un convenio de movilidad para menores de 30 años pero también a eso el Labour ha respondido con un no tajante. Por lo pronto, Starmer ha rebajado este fin de semana las expectativas sobre su visita a Bruselas, que presenta como el punto de partida para una cumbre bilateral en primavera.