EL RETO DE LA INMIGRACIÓN Las repercusiones electorales
De repente un voto extraño
El sufragio de los inmigrantes en las municipales podría favorecer levemente al PSOE pero tendría un impacto muy limitado
La Vanguardia, 25-08-2006CARLES CASTRO – Barcelona
La heterogeneidad étnica y cultural de los extranjeros augura índices desiguales y exiguos de participación
Qué votarán los inmigrantes el día que disfruten de derecho a voto? Para responder a esa incógnita habrá que esperar a que llegue ese día. La heterogeneidad étnica y cultural de este colectivo es de tal magnitud que los sondeos se enfrentan a una tarea imposible. Por ello, las suposiciones sólo pueden efectuarse a partir de la extrapolación de la conducta electoral de algunos de esos grupos étnicos en otros países. Por ejemplo, la de los hispanos en Estados Unidos. Ahora bien, antes de adentrarse en el terreno de la especulación, hay que advertir que la influencia del voto inmigrante será limitada y muy desigual.
Para empezar: los inmigrantes con permiso de residencia y en edad de votar suman algo menos de dos millones y medio de personas y equivaldrían a poco más del 7% del censo electoral en el 2007. Y su peso aún sería menor una vez integrados en el padrón electoral. En ese caso, el censo sumaría 37 millones de votantes y el porcentaje de extranjeros supondría el 6,6%. Su distribución sería, además, muy heterogénea. En alguna provincia, los extranjeros mayores de edad y legalizados rozarían el 15% del censo electoral. Sin embargo, en otras representarían incluso menos del 2%. Además, no todos ellos acudirían a las urnas en el supuesto de disfrutar del derecho de voto en las elecciones locales.
En este sentido, no puede ignorarse la heterogeneidad de su composición y lo que eso podría implicar en materia de participación cívica y preferencias ideológicas. De hecho, uno de cada cinco inmigrantes con residencia legal es un ciudadano comunitario. Es decir, ya puede votar en las elecciones municipales desde 1992. Además, este grupo no responde al mismo perfil sociológico que la mayor parte del resto de los extranjeros – puesto que se inscribe generalmente en la clase media o media alta- y suele concentrarse en algunas provincias. Concretamente, este colectivo supone alrededor del 50% del contingente de inmigrantes legales en Cádiz, Málaga, Baleares, Tenerife o Alicante. Por lo tanto, en esas circunscripciones, su influencia electoral puede jugar más bien a favor de las opciones de centro y derecha.
De los extracomunitarios, el grupo más numeroso es el procedente de Iberoamérica. Uno de cada tres inmigrantes legales (más del 35%) registra esa procedencia. Claro que una tercera parte de ellos – y un 12,1% del total de extranjeros- procede de Ecuador, un país con el que difícilmente se podría aplicar la reciprocidad en el derecho de voto que exige la Constitución española, ya que la Carta Magna ecuatoriana prohíbe taxativamente el sufragio a los extranjeros. En cualquier caso, el colectivo latinoamericano es aquel cuya pauta electoral resulta más previsible, a la luz del comportamiento de los hispanos en Estados Unidos. Es decir, se trata de un grupo conservador en materia de costumbres y religión, pero que vota mayoritariamente al Partido Demócrata (aunque en términos decrecientes). Ysi en España se reprodujera esa pauta, el teórico beneficiario sería el PSOE, pero en una magnitud limitada.
Entre el resto de colectivos inmigrantes, destacan dos grupos. El principal lo componen los procedentes de África, que suponen uno de cada cuatro extranjeros. Sin embargo, casi tres cuartas partes de ellos tienen un mismo origen: Marruecos. Los marroquíes suponen el 18% de los extranjeros con residencia legal en España. Ahora bien, tampoco existe convenio de reciprocidad con Rabat.
Además, este colectivo presenta bajos índices de participación electoral en su país de origen (en los comicios del 2002 sólo votó la mitad del censo) y un elevado grado de fragmentación política (ningún partido suma más del 16% de los sufragios). Eso sí, y como referencia, los musulmanes británicos votan mayoritariamente al centroizquierda.
Finalmente, un 12% de los extranjeros con residencia legal procede de Europa del Este y más de la mitad de ellos, de Rumanía. En aquel país, la participación electoral fue inferior al 60% en las últimas legislativas y el centro y la derecha congregaron más del 50% de los sufragios. Resulta difícil, por tanto, atribuir a estos colectivos una inclinación electoral favorable a la izquierda.
En resumen, entre los extranjeros comunitarios, el centro y la derecha podrían ser las opciones predilectas en unas elecciones municipales. Ya esta predisposición habría que añadir un perfil sociológico que sugiere índices de participación altos. En cambio, el centroizquierda podría ser la formación más votada entre dos de los principales grupos de inmigrantes: marroquíes e iberoamericanos. Sin embargo, el impacto de ese voto podría verse muy disminuido por dos obstáculos: el primero, las dificultades para aplicar el principio de reciprocidad en muchos casos, y el segundo, los previsibles bajos niveles de participación de varios de estos colectivos.
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