La mayor tragedia migratoria en el litoral canario y probablemente español –al menos de la que se tenga constancia– no ha sido suficiente para que el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, haya descolgado el teléfono para contactar con el Gobierno canario. Tampoco hay constancia de mensaje alguno por otra vía.

En el extremo contrario están las reacciones, entre otros, del presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo; el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, el socialista Ángel Víctor Torres; y el secretario de Estado de Justicia, Manuel Olmedo, que el sábado contactaron con el presidente de Canarias, Fernando Clavijo.

También este domingo reaccionó el papa Francisco, que señaló, en el avión de vuelta de su viaje a Bélgica: «Me duele esas personas desaparecidas en Canarias, tantos migrantes… que buscan la libertad y que se pierden en el mar o casi en la costa«.

Y agregó con tristeza: «Pensamos y es para llorar, es para llorar…».

Ya en sus vacaciones en agosto en la isla de Lanzarote, Sánchez evitó interesarse de forma presencial por los migrantes y quienes los atienden, tanto en tierra como en las labores de rescate en el mar. Solo al final de su estancia vacacional, se desplazó a La Palma precisamente la isla que no recibe la llegada de cayucos o pateras para reunirse con el presidente Clavijo.

El silencio de Sánchez resulta todavía más llamativo en un momento en que siguen abiertas las negociaciones a tres bandas entre el Gobierno de España, el de Canarias y el Partido Popular para conseguir un acuerdo parlamentario que permita modificar la Ley de Extranjería y garantizar la derivación de menores migrantes no acompañados por todas las comunidades ante la situación de colapso en la acogida que atraviesa el archipiélago.