Forjando una nueva identidad

La Vanguardia, Miguel Trias , 27-09-2024

El pasado campeonato de Europa de fútbol trajo consigo una foto icónica, que refleja en el campo de las emociones una profunda transmutación de nuestra identidad colectiva. Me refiero a la imagen de Lionel Messi junto al bebé Lamine Yamal ante la mirada sonriente de la madre de este. Quiso la casualidad (o la providencia o los hados, escojan ustedes según sus creencias) que la elaboración de un calendario benéfico provocara el encuentro del joven astro, nacido en Argentina pero florecido en nuestro entorno, con el pequeño Lamine, español hijo de dos inmigrantes. Dieciséis años después, Lamine Yamal y Nico Williams marcaron la diferencia el pasado julio, con la imaginación en el lance y la alegría de su fútbol para proyectar a España como campeona de Europa.

This photo taken in Sept. 2007 shows a 20-year-old Lionel Messi, who had embarked on his legendary Barcelona career just over four years prior, helping to bathe Lamine Yamal, who was merely six months old at the time with Yamal’s mother Sheila Ebana, during a photo session in the dressing room of the Camp Nou stadium in Barcelona, Spain. Lamine Yamal is now a soccer sensation for both Spain and Barcelona and he is still only 16-years-old. (AP Photo/Joan Monfort)
Joan Monfort / AP
Al mismo tiempo que España se suma a otras selecciones, como la de Francia, en las que buena parte de sus estrellas vienen de la inmigración, crece la preocupación por este fenómeno, que, según la última encuesta del CIS, es percibido como nuestro principal problema colectivo. Los sectores más nacionalistas de nuestra sociedad ven la inmigración con aprensión, atribuyéndole buena parte de los males colectivos
que sufrimos. Especialmente cuando esa inmigración trae consigo una cultura y una religión fuertes como la del padre
de Yamal. La islamofobia se ha convertido en bandera de la ultraderecha en la mayoría de los países europeos. Y lo es porque resulta un blanco fácil, dado el integrismo que promueve en sus versiones más radicalizadas.

Cantar sus goles y fomentar al tiempo el rechazo hacia ellos es una paradoja que no se resuelve racionalmente, pues refleja las tensiones que está sufriendo una Europa en metamorfosis. Un continente que fue el centro de la civilización y ahora lucha por no caer en la irrelevancia. Una parte del mundo que envió emigrantes para poblar otros continentes y ahora sufre una crisis poblacional que solo puede resolver con esa inmigración que, por otra parte, la tensiona. Una población habituada a un Estado de bienestar pródigo, que no será sostenible si no se aborda el problema de productividad, que acertadamente denuncia Mario Draghi en su reciente informe. Ese cóctel explosivo es un caldo de cultivo idóneo para los demagogos, que recurren al remedio clásico de culpar al otro.

Yamal, hoy convertido en ídolo del fútbol, refleja lo que puede ser nuestra identidad futura
Ese otro institucional es la Unión Europea, que corrompe las bondades de los estados nacionales. Y el otro personificado es el inmigrante que pone en jaque nuestro Estado providente. Aun a sabiendas de que ambos discursos son simplificaciones que falsean la realidad y conducen a vías sin salida, calan en una población que ha dejado de percibir el presente como un entorno de progreso y el futuro de sus hijos con esperanza.

Frente a ese discurso de la negación, la imagen del pequeño Lamine, hoy convertido en ídolo de una de las expresiones más paradigmáticas de nuestro sentir colectivo como es el fútbol, refleja lo que puede ser nuestra identidad futura. Una identidad que no será fácil forjar, porque requiere un esfuerzo colectivo de inte­gración, donde el ellos y el nosotros se vayan sintetizando mientras perviven sentimientos identitarios superpuestos.

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Miguel Trias
FOTO ALEX GARCIA 2024/07/29. La portavoz de Esquerra Raquel Sans junto a la secretaria general de Esquerra, Marta Rovira, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés y la diputada Marta Vilalta en la rueda de prensa tras la reunión que ha mantenido el partido este lunes en Barcelona con el fin de llegar a un acuerdo con los socialistas para la investidura.
El del fútbol es solo un ejemplo de la construcción de esa identidad compartida que entreteje las sociedades y les otorga cohesión. La construcción de los restantes elementos será un proceso complejo y en gran medida caótico, como lo son todas las mutaciones sociales. Tendrá pasos adelante y atrás. Pero las buenas políticas públicas, conformadas por ejercicios de prueba y error, nunca con fórmulas mágicas tan fáciles de predicar como imposibles de ejecutar, pueden contribuir a acelerar este tránsito.

No tenemos otra opción. La alternativa es que nuestras sociedades envejecidas entren en una persistente decadencia si no saben asimilar la savia nueva que los Lamines y Nicos, Fátimas y Azucenas pueden insuflarnos. Por el contrario, una decidida apuesta por la formación de nuestros jóvenes, que cada vez en mayor medida son inmigrantes de primera o segunda generación, puede germinar en una sociedad mestiza capaz de impulsarnos en la carrera competitiva global con la lucidez que nuestros dos extremos desplegaron en el campeonato de Alemania.

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