La Torre BAT de Bilbao será escenario hoy de la I Jornada de la Comunidad de Mujeres Migradas Bilbainas. De ella forma parte Maylin Vergara, una cubana que lleva tres décadas viviendo en Bilbao y 20 años emprendiendo diversos proyectos profesionales. En 2018 creó la asociación dinamizadora del evento de hoy, Mujeres Migradas Emprendedoras, que arrancó apenas con cinco integrantes y que seis años después aglutina a 126. Pese a los innegables avances, Vergara constata que aún hay muchas barreras que impiden a las mujeres inmigrantes tener presencia y participación en el espacio público.

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¿Por qué era necesario organizar esta Jornada?

Desde el 2019, de la mano del Consejo Local de Inmigración del Ayuntamiento de Bilbao, se está haciendo anualmente un Reconocimiento a Mujeres Migradas Bilbainas. A raíz de esta iniciativa hemos ido creando una comunidad de mujeres. En los dos últimos años hemos hecho varios encuentros y en el último planteamos la organización de esta jornada para reflexionar sobre temas muy importantes para nosotras, pero también para abrirnos a toda la ciudadanía y que conociese nuestras inquietudes.

La primera mesa redonda versará sobre la participación de las mujeres migradas en el espacio público. No será este un objetivo fácil, pues para muchas de ellas la simple supervivencia ya es todo un reto…

Así es. Tenemos muchísimas barreras que nos impiden participar en estos espacios, algunas relacionadas con la conciliación, ya que muchas tenemos hijos e hijas a nuestro cargo, pero no tenemos familiares que nos acompañen. También con la economía, pues debemos priorizar los trabajos a estar en dichos espacios… Por un lado están esas barreras personales y por otro las sociales. Es difícil crear espacios en los que se nos vea.

“El duelo migratorio es para muchas mujeres una de las barreras inconscientes que no nos dejan avanzar en el espacio en el que ya convivimos. Hay una gran migración de mujer joven latina que deja a sus hijos en su país de origen a cargo de familiares”
También se reflexionará sobre el duelo migratorio. Y es que muchas personas autóctonas quizás no sean conscientes de la pérdida que supone para la mujer inmigrante el dejar su tierra y a su familia.

Era muy importante tocar en esta jornada la salud psicosocial para las mujeres, el disponer de espacios en los que nos podamos escuchar las unas a las otras. De ahí el tema del duelo migratorio, que para muchas mujeres es una de las barreras inconscientes que no nos dejan avanzar en el espacio en el que ya convivimos. Es interesante que la sociedad conozca este proceso que vive toda persona migrada, pero que es mucho más doloroso para la mujer. No en vano, hay una gran migración de mujer joven latina que deja a sus hijos en su país de origen a cargo de familiares.

La tercera mesa se enfocará al reconocimiento profesional de las mujeres migradas. Si no resulta fácil para nadie hacerse con un hueco en el mercado laboral, este colectivo debe luchar además contra una enorme barrera de prejuicios…

Totalmente. Hay una diferencia a la hora de alcanzar ese reconocimiento profesional entre mujeres autóctonas y migradas. Primero porque hay que tener un trabajo digno. Y la gran mayoría de mujeres migradas que llegan aquí son encasilladas en empleos poco remunerados y muy por debajo de su capacidad profesional. Como contrapunto, en esta mesa contaremos con nuestra compañera Julia Shershneva, directora del Observatorio Vasco de Inmigración. Ella es un ejemplo de reconocimiento profesional, estamos muy orgullosas de tener en este cargo a una mujer migrada.

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Inmigración, ¿un problema?
Javier Vizcaíno
Usted tiene una amplia experiencia en este terreno, como impulsora de la asociación Mujeres Migradas Emprendedoras. ¿Cuáles son las principales dificultades que se encuentran las mujeres migrantes que quieren poner en marcha un proyecto profesional entre nosotros?

Hay muchas mujeres migradas que en su país de origen han desarrollado una profesión durante años. Vienen con una idea confusa de que lo que hacían allí pueden ponerlo en marcha aquí automáticamente. Pero cuando llegan, primero hay una barrera administrativa hasta obtener la documentación. Necesitamos estar tres años empadronadas en el municipio para poder acceder a ciertos trámites administrativos. A partir de ahí, vienen un sinfín más. Por ejemplo, la del capital. Es casi imposible acceder a un préstamo de una entidad financiera. Y luego está la conciliación, cómo lo haces si tienes críos…

“La ciudadanía vasca está integrando el hecho de que es diversa e intercultural. Ahora hay más apertura. Cuando llegué, había muy poca inmigración y se daban situaciones chocantes”
Usted lleva 30 años viviendo en Bilbao. ¿Cómo ha evolucionado desde entonces la situación de las mujeres migradas en nuestro entorno?

La ciudadanía vasca está integrando el hecho de que es diversa e intercultural. Ahora hay más apertura. La inmigración está aquí y hemos aprendido a convivir entre personas autóctonas y migradas y trabajamos en la cohesión social. Nos queda mucho, pero se ha avanzado. Cuando llegué, había muy poca inmigración y se daban situaciones chocantes.

¿Qué tipo de situaciones?

Entonces no había casi personas negras. Y yo, que soy mestiza… Era algo chocante en una cultura tan blanca y europea y te encontrabas comentarios de personas muy desinformadas… Por suerte, todo ha cambiado.

¿Qué esperan de salga esta jornada?

La creación de muchas redes de colaboración entre las participantes. Nuestra previsión era reunir a 50 personas y estamos en 100. Estamos eufóricas. La iniciativa ha tenido un éxito impresionante y eso quiere decir que realmente se quiere saber sobre estos temas.