Pedro Almodóvar: «A la ultraderecha no le importa el país que va a dejar a sus hijos»

El director recoge el Premio Donostia en una gala con la presencia del presidente del Gobierno 44 años después de pisar el Festival de San Sebastián por primera vez

Diario Vasco, Oskar Belategui San Sebastián, 27-09-2024

44 años después de presentar ‘Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón’ en el Festival de San Sebastián, Pedro Almodóvar regresó convertido en el cineasta más internacional de nuestro cine para recoger el Premio Donostia. Lo hizo además pocas semanas después de lograr un histórico León de Venecia con ‘La habitación de al lado’, su primer largometraje en ingles, que llegará a los cines el 18 de octubre. Si en 1980 acabó bailando en la discoteca Ku con Alaska y de madrugada en La Concha, anoche meditaba en su suite del María Cristina que las cosas habían cambiado mucho, «en mi cine y en mi vida».

El mismísimo presidente del Gobierno Pedro Sánchez, recién llegado de Nueva York, estuvo presente junto a su mujer Begoña Gómez en la gala del Donostia, un galardón que el cineasta recibió de manos de Tilda Swinton, actriz de su última película, que llevaba en su vestido una pegatina de apoyo a Gaza. Almodóvar agradeció la presencia de Sánchez «por estar aquí apoyando la cultura». Muy emocionado, leyó un discurso en el que proclamó que «sin libertad la vida no merece ser vivida» y lanzó un consejo final: «Hagamos lo posible para que las grandes tragedias, el dolor cotidiano, la injusticia social, la mentira, el odio y la falta de empatía pertenezcan solo a la ficción».

El director recordó cuando, de niño, las películas le mostraban una realidad en la que quería vivir. Aterrizó en Madrid en 1970 «sin un duro y sin conocer a nadie». Y aguantó 12 años trabajando en Telefónica, «hasta que en 1981 pedí un último permiso para rodar ‘Laberinto de pasiones’ y ya no volví». Almodóvar confesó en su discurso que el cine se lo había dado todo, «mucho más de lo que podía imaginar». En su obra ha podido «imponer mi mentalidad desde los márgenes sin pedir permiso para hacerlo». Y puso como ejemplo de la trascendencia de su filmografía que muchas personas le han confesado que estudiaron español o viajaron a Madrid gracias a sus películas.

En la larga lista de actores y técnicos con los que ha trabajado tuvo un bonito recordatorio para Carmen Maura, «que fue realmente la que me descubrió». Y concluyó: «Cuando todo me falle, el cuerpo o la mente, seguiré haciendo películas, malas supongo, pero incluso a eso estoy dispuesto porque la alternativa es el vacío».

Por la mañana, en la rueda de prensa, Almodóvar ya había agradecido la presencia de Pedro Sánchez en San Sebastián». «Hay que entenderlo como un apoyo a la cultura, porque no siempre se hace así. Mi exposición (en referencia a la muestra sobre la relación de su cine con Madrid en el Centro Conde Duque) está en un lugar del Ayuntamiento, pero el señor alcalde (José Luis Martínez-Almeida) todavía no ha acudido a verla».

Almodóvar contó que la exitosa muestra fue una idea de la anterior alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, «y ahora les ha tocado a estos». El director ironizó con el apodo de ‘Mr. Handsome’ (atractivo) con el que le conocen a Pedro Sánchez fuera de nuestras fronteras. «Hay muchas cosas que decirle y pedirle a un hombre de esas características, a nivel político y físico», bromeó. Ya en serio, expresó su preocupación por las próximas elecciones en Estados Unidos y el auge de la ultraderecha en todo el mundo.

«El personaje de John Turturro en ‘La habitación de al lado’ dice que ha perdido la fe en el ser humano. Tiene razón para afirmarlo, porque lo peor que le puede ocurrir a una sociedad es que la ultraderecha se encuentre con el liberalismo más salvaje», se explayó. «Si van de la mano solo podemos pensar que van a tomar las peores decisiones para todos nosotros. A mí me gustaría votar en las elecciones de EE UU, porque su resultado nos va a afectar a todos».

Pedro Almodóvar junto a los actores de ‘La habitación de al lado’ presentes en San Sebastián.
Pedro Almodóvar junto a los actores de ‘La habitación de al lado’ presentes en San Sebastián.
Almodóvar lamentó que «la ultraderecha rampante, que sigue siendo negacionista, sea ultracatólica en España». Desde su condición de «ateo», el cineasta se preguntó por qué no cumplen el mandamiento de ayudar al prójimo. «¿Estas personas piensan en el mundo que van a dejar a sus hijos y nietos? Yo creo que en absoluto». Su nueva película, remarcó, habla de la empatía y se proyecta en un festival donde ya se han exhibido varios títulos que hablan de la necesidad de regular la eutanasia y el acceso a una muerte digna, como hizo Costa Gavras con ‘El último suspiro’ o Pilar Palomero con ‘Los destellos’.

«En este festival se ha repetido muchas veces el valor de acompañar a alguien cuando lo necesita, porque es lo mejor que podemos hacer. Todos estamos condenados a morir, España es el cuarto país con una ley sobre la eutanasia. El debate debe seguir, porque se enfrenta contra todas las religiones. El individuo, que es el único auténtico dueño de su vida, debe seguir siendo dueño de su muerte», afirmó el director de ‘Todo sobre mi madre’, que volvió a la ultraderecha. Y es que, para Almodóvar, el resultado de las elecciones estadounidenses afectará al continente africano, de donde proceden las remesas de migrantes que las formaciones ultras ha convertido en eje de su discurso político.

«Estamos en un país donde a un partido se le ocurre que el mejor modo de luchar contra la emigración es mandar a la Armada y tratarlos como invasores», condenó. «Es una barbaridad, algo profundamente estúpido, porque no tiene ningún sentido un niño invadiendo España. Mi película habla de abrir los brazos y acompañar. La generosidad revierte en uno mismo, y en este país vaciado en muchas provincias, que necesita mano de obra, los inmigrantes deberían ser bienvenidos. Somos una sociedad envejecida y necesitamos sangre nueva para rejuvenecer España».

Pedro Almodóvar en San Sebastián.
Pedro Almodóvar en San Sebastián.
Almodóvar ha cumplido 75 años en San Sebastián. La concesión del Premio Donostia inevitablemente le ha llevado a hacer balance de una carrera con 24 películas, dos Oscar y un sinfín de galardones en festivales internacionales. Nunca ha pensado en su talento, confesó, sino en una vocación que pudo llevar a la práctica. «Si no hubiera podido hacer cine sería la persona más desgraciada del universo», afirmó, al mismo tiempo que agradeció a su hermano Agustín que le animara a montar productora propia, El Deseo. «Todas las películas que he hecho, unas mejores que otras, son mías, me pertenecen», se felicitó. «Eso es un privilegio que desgraciadamente no todos los directores pueden decir».

El director ha podido elegir el distribuidor de su cine, «que no siempre era el que daba más dinero, sino el que tenía mayor sensibilidad con la película». A lo largo de estos años los temas han cambiado, al igual que su estilo, que apostado por la contención. «A mediados de los años 90 me impuse la disciplina de un trabajo frente a las emociones», contó. «Renunciar a las emociones puede resultar antinatural, porque son las que te nutren. Después, poco a poco (eso se llama madurez), he ido descubriendo que las emociones también están en determinadas rutinas y de esas hablo en las últimas películas».

El autor de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ se felicitó porque su obra conecta con las nuevas generaciones, a las que admitió no conocer. «No sé cómo es la Generación X ni los ‘tiktokers’, ni siquiera he llegado a los influencers», reconoció. «Quizá tendría que rodar una película sobre ellos e investigar, pero me alegro de que tengan la sensibilidad suficiente para que mis películas les interesen».

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