editorial

Las desigualdades de Alemania

La Vanguardia, , 26-09-2024

Una de las razones que esgrimen los analistas y politólogos para explicar el incremento del populismo –de extrema derecha y de extrema izquierda– en las regiones orientales de Alemania es el sentimiento que muchos de sus habitantes tienen de ser tratados como ciudadanos de segunda, de ser ignorados por las elites políticas de Berlín y de sufrir una carencia histórica en infraestructuras y servicios respecto de sus compatriotas de los länder occidentales.

Y el último informe oficial sobre el estado de la unidad alemana, que cada año se presenta por estas fechas, pocos días antes del 3 de Octubre, aniversario de la reunificación alemana y
fiesta nacional, les da en parte la razón.

La gran mayoría de altos cargos gubernamentales, sea en los ministerios, en la Cancillería o en la Presidencia de la República, así como los de la mayoría de agencias federales, están ocupados por alemanes occidentales, y lo mismo ocurre en las grandes empresas, en la judicatura e incluso en los medios de comunicación, instituciones y compañías radicadas también en su inmensa mayoría en Alemania occidental. Según el informe que firma el comisionado del Gobierno para la Alemania oriental, Carsten Schneider, el país “está desperdiciando un potencial muy valioso”, aunque valora que las industrias de tecnología invierten cada vez más en las regiones orientales.

El informe constata que la Alemania oriental sufre mayor envejecimiento y sus ciudadanos tienen aún menos renta, lo que alimenta el malestar de los territorios del este, como hemos visto en las recientes elecciones regionales en Sajonia, Turingia y Brandemburgo, donde la extremista Alternativa para Alemania (AfD) ha logrado grandes avances, gracias en gran parte al enfado de una parte de la población. En los cinco länder de la antigua República Democrática Alemana –Brandemburgo, Mecklemburgo-Antepomerania, Turingia, Sajonia y Sajonia-Anhalt– vive una quinta parte de los 84,5 millones de habitantes de Alemania.

La brecha entre el este y el oeste alimenta el malestar de los länder de la antigua RDA
Los expertos coinciden en que para mantener el poder económico y los servicios en el este de Alemania es imprescindible la inmigración, ya que la mano de obra se ha reducido por el aumento de las jubilaciones y porque muchos jóvenes se van al oeste del país, donde están las grandes empresas del automóvil y químicas. Pero uno de los principales argumentos electorales de la extrema derecha en los länder orientales es justamente su combate contra unos inmigrantes que necesitan, a los que acusan de delincuentes y de quitarles el trabajo.

Las consecuencias políticas de esta situación también están siendo evidentes. Ayer mismo dimitieron los dos colíderes de Los Verdes, partido que forma parte de la debilitada coalición gubernamental federal, tras los batacazos sufridos en las elecciones en Brandemburgo y Turingia, donde no superaron la barrera del 5% de los votos para entrar en los respectivos parlamentos, mientras que en Sajonia sufrieron grandes pérdidas, como ya les había ocurrido en las elecciones europeas del pasado mes de junio. Los ecologistas admiten que esta es su peor crisis interna en una década.

Alemania está políticamente unificada, pero siguen existiendo líneas divisorias. La transición económica de la antigua RDA ha sido constante y significativa, pero la brecha entre la Alemania occidental y la del este pervive porque las dos partes no han crecido juntas. El sistema de economía planificada de la Alemania comunista tuvo que adoptar el modelo capitalista de la noche a la mañana en 1990.

Las diferencias sociales y económicas, junto con la inmigración, son las armas de la ultraderecha
Hoy, 34 años después de la reunifi­cación, los länder orientales siguen teniendo mayor tasa de desempleo, menor renta per cápita y menor salario medio que en los occidentales, lo que provoca un creciente escepticismo de muchos de sus ciudadanos hacia el Gobierno federal, que se acaba traduciendo en un voto de castigo apostando por alternativas populistas de los dos extremos, en especial de la ultraderecha, que esgrime también como bandera su lucha contra la inmigración.

Un auge de la extrema derecha que puede confirmarse también en Austria, donde el partido populista FPÖ aspira a ganar el próximo domingo por primera vez unas elecciones generales –ya venció en los últimos comicios europeos– imponiéndose a los democristianos, actualmente en el Gobierno. La ultraderecha austríaca ya ha participado en gobiernos de coalición, pero nunca los ha presidido.

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