La travesía que redefinió un futuro sin opciones

«Hay que tener paciencia y luchar por conseguir metas»

Bamba Diop llegó a Canarias siendo menor de edad y ahora ve el sistema de acogida desde el otro lado, como educador

Canarias 7, Ingrid Ortiz, 23-09-2024

Para muchos jóvenes, Bamba se ha convertido en un referente por su capacidad de resiliencia y superación. Llegó a Canarias en una patera procedente de Senegal en 2018, siendo menor, sin conocer nada del idioma y con una promesa de vida nueva que chocó de bruces con la realidad. De hecho, sus primeros días en las islas fueron caóticos. Al desembarcar de un viaje de por sí traumático, terminó en un calabozo por la barrera de la comunicación.

«Fue muy difícil y lloré mucho», recuerda. «En el centro de menores, siempre había conflictos porque no nos entendíamos. Los otros chicos eran marroquíes y hablaban árabe. Al menos tenían a alguien que les podía entender y traducir, pero yo no tenía a nadie. Decidí que si no iba a tener intermediario tenía que aprender».

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Ese sentimiento de soledad se convirtió en un motor de cambio. Bamba comenzó como autodidacta, encerrado horas en su habitación redactando y memorizando palabras. Su esfuerzo dio frutos y, poco a poco, comenzó a mejorar. Fue el primer paso para adaptarse y prepararse para el futuro que había venido a buscar. Hoy en día, trabaja como educador y traductor en un centro de menores en Tenerife, donde está afincado, ayudando a otros chicos que enfrentan situaciones similares a las que él vivió. «Quiero que ellos no sufran lo mismo que yo», afirma con gran determinación.

Además de su empleo en el centro, Bamba también es empaquetador de fruta, y su jornada laboral es un constante equilibrio guiada, a su vez, por un sueño: convertirse en policía. Una aspiración que, para variar, resulta complicada. La burocracia y la necesidad de documentación son obstáculos que debe superar como inmigrante, y aunque no lo descarta, ha emprendido un camino paralelo en el mundo de la cocina. «Me gustaría abrir un restaurante que combine la comida senegalesa y africana con la canaria», explica con ilusión tras haber acumulado ya varios cursos y diplomas en este campo. «Es una opción más asequible, aunque no quiero dejar de lado lo que realmente quiero».

Una experiencia difícil
«Si hubiera más traductores en la llegada a puerto, habría más comunicación y menos miedo»
El joven senegalés, que ahora mira con cierta distancia el sistema de acogida, reflexiona sobre ciertos cambios que podrían suponer una mejora significativa. «Cuando llegamos, nos dejan literalmente desnudos, firmamos papeles que no entendemos y hay mucho miedo», señala. Es por ello que aboga por la necesidad de traductores que hablen wólof, bambara y otros idiomas africanos para facilitar la comunicación desde el primer contacto con las autoridades.

Recalca que, como él, ninguna persona desea arriesgar su vida en el mar. «La mayoría de nosotros no queremos irnos de nuestro país. Lo hacemos porque no hay otra opción», enfatiza. «A veces a la gente se le olvida su propia historia: la que cuenta que los canarios también fueron migrantes o que los españoles traían voluntariamente esclavos africanos».

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La tragedia de quienes perecen en el océano no es solo un número; son historias de familias que se desmoronan. De ahí que Bamba comparta su sabiduría con aquellos que llegan en busca de un futuro mejor que el que les depara su propio país: «La vida no es solo llegar a Europa. Es un proceso largo y complicado. Hay que tener mucha paciencia y luchar durante años por esas metas». De esta manera, Bamba continúa abriendo un camino no solo para él, sino también para aquellos que llegan detrás.

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