DEL CIS-de-Tezanos (pronúnciese de corrido) solo cabe recordar que jamás de los jamases ha acertado un solo pronóstico electoral. Solo por citar los comicios más recientes, la pifió estrepitosamente en las autonómicas, municipales y generales de 2023 y volvió a no dar una en las gallegas, vascas, catalanas y europeas de este mismo año. El descrédito, que roza la prevaricación, es estratosférico. Únicamente los más irreductibles palmeros del sanchismo encumbrado por sistema en cada barómetro se tragan la mercancía averiada que despacha el chiringuito demoscópico público. Por eso mismo, me ha resultado de lo más gracioso a la par que revelador que muchos de los mismos que echan pestes de los vaticinios políticos de la cosa estén dando por requetebuenísimo un dato que aportó la última entrega. Me refiero, concretamente, a la circunstancia de que la inmigración aparece señalada por primera vez como el problema que más preocupa a los ciudadanos del Estado español por delante del empleo, la situación económica o el deterioro de los servicios de salud. Si aplicáramos el mismo criterio de evaluación, o bien nos creeríamos igual el diagnóstico político que el social o ninguno de los dos. Pero, como siempre, los ventajistas actúan por parciales y se quedan con el pedazo del cuento que beneficia a sus intereses y/o a sus prejuicios.

Tratando de no incurrir ni en la incoherencia ni en la hipocresía, yo niego la mayor en ambos casos. Desconfío completamente de cualquier dato (presunto dato, más bien) que venga avalado por una fuente que ha demostrado de largo su descomunal falta de tino. Y si, como es el caso, el asunto sobre el que se pretende elevar un diagnóstico es tan resbaladizo como la inmigración. La mera reducción de un fenómeno tan complejo y lleno de matices a un término genérico desvirtúa de saque cualquier intento de análisis serio y solo sirve para extraer conclusiones contaminadas por la visceralidad de las opiniones en contra o a favor.