El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, viajó ayer a Roma para reunirse con su homóloga italiana, Giorgia Meloni. Poco apreciada por los jefes de Estado y de Gobierno de París, Berlín y Madrid por sus posiciones ultranacionalistas, Meloni siempre ha considerado al Reino Unido como un interlocutor privilegiado. Con el premier conservador Rishi Sunak se llevaba tan bien que la prensa británica llegó a ironizar sobre la «relación amorosa» entre el británico y la «primera ministra antiinmigración». Y parece que también hay química con Starmer.

La reunión bilateral fue muy buena, según informó Meloni en X. La jefa del Ejecutivo informó de que continúa la voluntad de «reforzar y profundizar el partenariado estratégico entre Italia y el Reino Unido en todos los ámbitos de interés común. Nuestras naciones están unidas por unas relaciones excepcionales y un diálogo constante en política exterior, defensa y seguridad».

Meloni habla un inglés aceptable, lo que le ayuda a conectar con los dirigentes británicos. Además, Roma está colaborando con Londres (y Tokio) en el desarrollo de un avión de combate de nueva generación. Pero lo que une a Roma y Londres es, ante todo, el planteamiento respecto a la inmigración irregular. En rueda de prensa, Starmer afirmó que considera adecuado aumentar la cooperación con Roma, ya que Italia ha logrado reducir un 60 % la migración desde el 2022 con las políticas de Meloni, por lo que considera incluso adoptar su modelo.

En abril del 2023, Londres y Roma ya firmaron un memorando de cooperación para cooperar también en el ámbito de la inmigración. Y en diciembre, Sunak y Meloni habían acordado cofinanciar un proyecto de repatriación voluntaria de migrantes estancados en Túnez. En esa ocasión, se habían reunido con Edi Rama, primer ministro de Albania, que en noviembre había llegado a un acuerdo con Meloni para abrir en Albania unos centros de migrantes similares a los que Sunak pretendía abrir en Ruanda.