«El Indarbizi 17 me ha dado una vía de escape frente al cáncer»

Mikel sufre cáncer desde 2019 y sus amigos crearon la temporada pasada un equipo para que pudiera jugar con ellos, un proyecto que también acoge a extranjeros en situación de necesidad y a los que la plantilla les paga la cuota para que «el dinero no les deje sin fútbol»

Diario Vasco, Beñat Arnaiz Beñat Arnaiz San Sebastián, 17-09-2024

Mikel García tenía 18 años y vestía el dorsal 17 en el Sanpedrotarra cuando le diagnosticaron cáncer en la parótida. Un golpe tan duro como inesperado para un joven que tan solo piensa en estar con los amigos, jugar a fútbol, viajar y mirar con ojos brillantes al futuro que le obligó a dejarlo todo de lado para centrarse en el tratamiento. Cinco años y varias recaídas después, su vida sigue dependiendo de las citas médicas y de los ingresos en el hospital, una rutina exigente y monótona a la que se han unido un aliciente y una ilusión: un nuevo club de fútbol que ha derivado en un bonito proyecto solidario.

«El equipo lo forman mi cuadrilla y gente que se ha ido sumando. Se les ocurrió crearlo para volver a jugar todos juntos y para que yo también pudiera involucrarme», cuenta este donostiarra que tiene ya 23 años y que hoy se encuentra en su enésima sesión de tratamiento en el Onkologikoa. «Con la enfermedad estás un poco apartado y en el equipo siempre tengo el hueco para entrenar cuando quiera, no me ponen ningún problema. Tengo mis tratamientos y mis cosas y no puedo ir siempre, pero me han dado ese espacio para sentirme parte de un grupo».

La plantillla del Indarbizi 17 posa antes de comenzar su entrenamiento en el campo de fútbol de Herrera, en San Sebastián.
La plantillla del Indarbizi 17 posa antes de comenzar su entrenamiento en el campo de fútbol de Herrera, en San Sebastián. Lobo Altuna
Explica Mikel que «tengo una secuela en la cara y no me gusta relacionarme mucho con la gente, y al ser todos conocidos tengo la confianza y el entorno social agradable para poder jugar a fútbol y estar con los amigos en el equipo», que tiene un nombre inmejorable: Indarbizi 17, en honor a él y al dorsal que portaba cuando jugaba.

El equipo se creó en 2023. Está a punto de arrancar su segunda temporada en la categoría Primera Regional guipuzcoana y ha supuesto un soplo de aire fresco en la vida de Mikel, bien desde el césped o bien ayudando en las gestiones que requiere un club. «Cuando me encuentro bien intento hacer deporte. Me sienta bien porque me sigo encontrando igual que siempre. El no verme peor me anima moralmente, pienso ‘ha pasado otro año más y físicamente estoy igual’».

Ponerse las botas, sin embargo, no es siempre una opción posible. Los resultados de las pruebas marcaban una evolución en la recuperación de la enfermedad hasta el pasado mayo de 2023, cuando le comunicaron otra recaída, «la más durilla, ha sido bastante», indica con entereza mientras observa a sus amigos entrenar en el campo de Herrera, sede provisional hasta que terminen las obras en el de Trintxerpe, su lugar habitual.

Mikel García, enfermo de cáncer desde 2019 e integrante del Indarbizi 17. equipo que lleva el nombre en su honor.
Mikel García, enfermo de cáncer desde 2019 e integrante del Indarbizi 17. equipo que lleva el nombre en su honor. Lobo Altuna
«Tengo metástasis y me dijeron que no hay cura, que viva el día a día. El tratamiento está funcionando en el sentido de pararlo, pero no de pensar en curarlo. No tengo una fecha, no tengo una ambición… No es como al que le dicen seis meses. A mí no me han dicho nada». Mikel también se encarga de las gestiones administrativas y en esta época se está peleando con la burocracia para hacer las fichas federativas de los jugadores. «Me viene genial personalmente y es una vía de escape para no ver la vida pasar, porque no tengo ninguna responsabilidad más que ir al hospital y volver a casa. Estas tareas me ocupan el tiempo. Muchas veces no sé ni en qué día de la semana vivo. Pienso que tengo tratamiento en dos semanas y ya está, y el Indarbizi 17 me ha dado una brújula, un norte que en estos casos es muy importante. Si no se hace duro… y más en casos como el mío».

Pero Mikel, al que un compañero, bromeando o quizás no, le grita «¡presi!» mientras está calentando en la banda, no ha sido el único en encontrar en el Indarbizi un entorno social agradable y seguro para su situación. De los algo más de veinte jugadores que integran la plantilla hay cuatro extranjeros africanos que también tienen su historia de sufrimiento y superación que han encontrado en este equipo de fútbol la herramienta, los recursos y la ayuda para asentarse en la sociedad guipuzcoana.

Se trata de dos chicos marroquíes, Seddiq Had y Nasr Eddine, de 22 años los dos; Umaru Bangura, originario de Sierra Leona y de 24 años que llegó a España como asilado político; y Bouya Gueye, senegalés de 26 años al que los compañeros le llaman ‘Cama’ por su sorprendente y evidente parecido al jugador del Real Madrid Eduardo Camavinga.

«La intención inicial no era esta, pero la sociedad actual es como es. Mucha gente viene de fuera y es la realidad de los barrios», lo que ha convertido al club «en un fiel reflejo» del mundo que nos rodea «entre mi enfermedad, que tristemente no soy el único que la sufre, y la inmigración», explica Mikel.

Una conversación con tres de ellos –Nasr, más tímido, se abstuvo de hacer declaraciones– es suficiente para comprobar las dificultades que han tenido que vivir para llegar hasta donde ahora están y también para sentir su felicidad por jugar a fútbol en un grupo en el que muchos compañeros también los consideran amigos. Lo acredita el entrenador Bixen Zinkunegi ‘Matu’, quien destaca que «a raíz del fútbol se han integrado completamente, han aprendido el idioma mucho antes y haciendo además una cosa que les gustaba. Son una gozada de jugadores y un encanto de personas. Ves en la sociedad lo que pasa, que cuando alguien acuchilla a otro y es de fuera parece que solo son los de fuera. Yo, con los que he tenido, pondría la mano en el fuego por ellos porque son chavales y personas ejemplares».

Seddiq Had llegó a Gipuzkoa con 16 años
Seddiq es el que más tiempo lleva en España. Estuvo en 2018 «un par de meses en las calles y en el centro de menores» de Ceuta, cruzó el estrecho de Gibraltar debajo de un camión y en navidades de ese mismo año, con 16 años, llegó a Gipuzkoa, donde se reunió con un familiar que le esperaba. «Empecé a estudiar cocina en Bidebieta, pero con la pandemia y la crisis en la hostelería me metí en el grado medio de frío y calor (técnico en Instalaciones Frigoríficas y de Climatización). Estudié tres años mientras trabajaba y me han acabado contratando en el mismo sitio», cuenta el marroquí que busca «hacer historia» logrando el ascenso que se escapó la pasada temporada.

Seddiq Had, marroquí de 22 años, sueña con el «histórico» ascenso esta temporada.
Seddiq Had, marroquí de 22 años, sueña con el «histórico» ascenso esta temporada. Lobo Altuna
Umaru Bangura no olvida el 26 de junio de 2018
Umaru tiene marcado el día en el que llegó a España en patera: «fue el 26 de junio de 2018. Primero estuve en Valencia unas dos semanas y luego llegué a Tolosa. He estudiado un año y dos meses fontanería, pero no he encontrado trabajo de eso y ahora estoy trabajando de albañil, con lo que he podido renovar los papeles». El sierraleonés desea seguir estudiando, aunque las urgencias del día a día se lo impiden de momento. «Me gustaría aprender más de la fontanería, pero no dispongo de mucho tiempo. Como no tengo familia aquí tengo que trabajar, pero me gustaría estudiar más».

Umaru Bangura, de 24 años, es de Sierra Leona y llegó a Gipuzkoa como asilado político.
Umaru Bangura, de 24 años, es de Sierra Leona y llegó a Gipuzkoa como asilado político. Lobo Altuna
Bouya Gueye vive sus primeros meses en Gipuzkoa
El último en llegar ha sido el senegalés Bouya, ‘Cama’ para los amigos. «Solo llevo ocho-nueve meses en España. Llegué el 25 de diciembre a Tenerife, luego fui a Almería y llevo en Gipuzkoa unos cinco meses». Sueña con ser modelo, pero la cocina también le llama la atención y destaca que «lo bueno de vivir aquí es que si tienes ganas de trabajar, hay muchas oportunidades». A pesar de llevar poco tiempo en Euskadi su castellano es notable y Mikel subraya tanto de él como de todos los extranjeros que «se nota mucho que tienen un entorno sano porque es gente muy maja, gracias al fútbol encuentran un ambiente que quizás de otra manera no tendrían».

A Bouya Gueye los compañeros le llaman ‘Cama’ por su evidente parecido a Camavinga, el jugador del Real Madrid.
A Bouya Gueye los compañeros le llaman ‘Cama’ por su evidente parecido a Camavinga, el jugador del Real Madrid. Lobo Altuna
‘Cama’ se presenta en el entrenamiento con las zapatillas de fútbol del entrenador, lo que muestra la situación económica que tienen estos jóvenes que también se encargan de mandar dinero a su familia, en África. Por eso mismo, gran parte de la plantilla del Indarbizi les adelanta el dinero o asume el coste de sus fichas federativas (140 euros) y de la cuota que cada uno debe abonar para hacer frente a todos los gastos que un club tiene en material deportivo, árbitros, etc. «Te viene uno que no tiene nada, ni zapatillas, y no le vas a pedir el dinero», explica Mikel. Su entrenador comparte que «tampoco vamos a dejar a un chaval que tiene el nivel sin jugar por el dinero».

Los gastos son considerables, más para un club que acaba de nacer y que carece de una estructura y financiación como sí la tienen las otras entidades de su entorno. «La ficha son 140 euros, el gasto de los árbitros 100 por partido de local y jugamos unos 15-16 cada temporada en nuestro campo, las equipaciones de entrenamiento y de partido, el chándal, los balones, el resto del material deportivo, el botiquín…», enumera Bixen.

Bixen Zinkunegi ‘Matu’, es el entrenador del Indarbizi 17.
Bixen Zinkunegi ‘Matu’, es el entrenador del Indarbizi 17. Lobo Altuna
«Son ‘chorraditas’ que van sumando y termina siendo un buen pico que si queríamos jugar a fútbol nos teníamos que pagar. Yo por ejemplo soy entrenador y tengo el título, pero en vez de cobrar pagamos. Seremos los únicos entrenadores que pagamos por entrenar», expresa.

Mikel no desaprovecha la oportunidad para invitar a cualquiera a sumarse a los tres pequeños patrocinadores (Bar Dcine, asesoría Solución 3 y Cristalería Larzabal) que tiene el Indarbizi 17 en la actualidad escribiendo a indarbizi@gmail.com. «El club se creó por lo que se creó y ha terminado siendo un proyecto muy bonito del que nos sentimos muy orgullosos, personalmente le tengo mucho cariño».

Ese mismo cariño es el que los amigos de la cuadrilla, Bouya, Umaru, Seddiq, Nasr, Bixen y el resto de sus compañeros de equipo transmiten a Mikel para que su ejemplo y vitalidad sigan siendo el motor y el corazón del Indarbizi 17.

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