Trump persevera en su incitación al odio contra los haitianos acogidos en Ohio
Llamadas a la calma del gobernador y del alcalde de Sprinfield tras amenazas de bomba de carácter racista
La Vanguardia, , 16-09-2024A estas alturas del partido hay algo que está muy claro. Donald Trump carece totalmente del sentido del ridículo.
Ya lo afirmó Kamala Harris, la candidata demócrata, durante el debate del martes con el expresidente. El mundo se ríe de Trump y los dictadores como Vladímir Putin le doran la píldora porque saben que es tan vanidoso que bajo el efecto de los elogios concede lo que sea.
A man carries an AI-generated image of former US President and Republican presidential candidate Donald Trump carrying cats away from Haitian immigrants, a reference to falsehoods spread about Springfield, Ohio, during a campaign rally for Trump at the Tucson Music Hall in Tucson, Arizona, September 12, 2024. (Photo by Rebecca NOBLE / AFP)
Los vídeos y memes de burla a Trump se prodigan en internetREBECCA NOBLE / AFP
Springfield recibió de 12.000 a 20.000 haitianos en tres años y Trump trata de sacar provecho del miedo
Si ese comentario corresponde a la vicepresidenta, los usuarios de TikTok, y los creadores de memes, también han encontrado un filón para carcajearse del líder republicano a costa de las pobres mascotas de Springfield, ciudad de Ohio, y de los atemorizados inmigrantes procedentes de Haití, uno de los países más pobres del globo, marcado por la violencia.
En esa red social se prodigan los vídeos en los que se burlan de este hombre de 78 años, que a menudo da la sensación de perder el hilo de la realidad.
Los tiktokers se inspiraron en su denuncia de que perros y gatos de Springfield están en peligro puesto que los haitianos se los comen. Esta falsedad conspirativa de la ultraderecha supremacista, defendida como no por el millonario Elon Musk, el cancerbero de Trump, la recogió el expresidente en un rincón de internet para convertirla en conversación global. Las secuencias en TikTok, en las que Trump incluso rapea, resultan jocosas. Lástima que los chistes carecen de gracia cuando se observa el peligro que supone para la vida de esos inmigrantes, víctimas de la xenofobia y la deshumanización.
El jueves evacuaron el ayuntamiento de Springfield, otras dependencias públicas y dos escuelas por amenazas de bomba. “Estamos sufriendo”, confesó el alcalde republicano Rob Rue. Esos avisos llegaron por e-mail y sostuvo que “fueron una respuesta odiosa a la inmigración en nuestra ciudad”, recalcó.
“Por desgracia, ahora mismo tenemos que centrarnos en lograr que está retórica se desvanezca, de que estos rumores simplemente no son ciertos. Springfield es un lugar hermoso y vuestras mascotas están seguras en esta ciudad”, subrayó.
Al poco rato de estas declaraciones, en la que había un tono de súplica, ¿cómo reaccionó Trump? Educado en la teoría de la apisonadora, la del nunca hacer marcha atrás, y menos aún reconocer un error, el expresidente redobló su apuesta por la incitación al odio racial en un mitin en Arizona.
“28.000 inmigrantes ilegales (sic) han ido a una ciudad de 58.000 residentes destruyendo su estilo de vida. Esta era una bonita comunidad”, señaló. “Los vecinos dicen que los inmigrantes roban los gansos de la ciudad. Se los llevan. Sabéis que los gansos están en el parque, incluso cogen sus mascotas”, insistió, a pesar de que esto está desacreditado. Salvo los palmeros mayores del trumpismo, muchos republicanos que se presentan a las elecciones legislativas de noviembre expresaron desaliento y desaprobación a esas proclamas.
“No puedo creer que tenga que decir esto. Soy una inmigrante haitiana y no como perros ni gatos”, escribió Diatha Bell en The San Francisco Chronicle . “Esto puede sorprender a Donald Trump, que hizo durante el debate una afirmación tan falsa y despectiva sobre los haitianos, pero debería ser obvio para cualquiera con medio cerebro”, prosiguió en su artículo.
Desde su irrupción política en el 2015, Trump ha buscado exacerbar el miedo a la inmigración como un arma electoral con continuas alusiones a las caravanas de asesinos y violadores que entran por la frontera sur. Primero utilizó el término genérico de “mexicanos” y hoy les toca a los haitianos jugar el papel de enemigos imaginarios, del hombre del saco con el que alienta su narrativa racista.
Los líderes haitianos de Springfield urgieron a la comunidad a “mantener la calma y estar informados, seguros y conectados”, según mensajes desvelados por The New York Times . “No dejéis que la tensión y el miedo os hagan tomar malas decisiones”, aconsejaron.
“Están difundiendo mentiras que no puedo creer. Trabajamos, pagamos impuestos, compramos coches y respetamos la ley”, remarcó Jean Frantz, de 35 años y padre de dos hijos.
El número de haitianos en Springfield va de 12.000 a 20.000. “Es innegable que sumar del 25% a un 30% a nuestra población en tres años sobrecarga los servicios”, reconoció Rue. Han sido una buena ayuda laboral, si bien su irrupción causa problemas de vivienda o de plazas en las escuelas, así como ansiedad y quejas vecinales. “Necesitamos ayuda, no odio”, añadió. Y el gobernador republicano Mike DeWine reiteró la petición tras la condena a incitar terror con falsas amenazas.
En el origen está la defunción de Aiden Clark, niño de 11 años que murió en el 2023, cuando una miniván conducida por un haitiano impactó contra su autobús escolar. El martes, horas antes del debate, J.D. Vance, número dos de Trump, hizo un post en X en el que denunció que “un niño fue asesinado por un inmigrante haitiano”.
De nada sirvió que, esa misma jornada, Nathan Clark, padre de ese crío, replicara que trataban de sacar ganancias políticas de la muerte de su hijo. “Mi hijo no fue asesinado, falleció accidentalmente. Esa tragedia recae sobre todos, pero no convirtáis esto en odio”, suplicó. Sus palabras circularon en medios conservadores. Un vocero supremacista respondió: “Estos padres deben ser ejecutados”.
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