La peste de la xenofobia y el racismo
El Estado crea nacionalismos por reacción inducida del estigma. La estrategia del dominante es siempre el estigma, la exclusión, la criminalización del otro, el negro, el moro, el xarnego, los pobres, la necesidad de un enemigo exterior
El Diario, , 02-09-2024Por no empezar por el papa Bergoglio y sus cristianas palabras dirigidas a sus, tal vez, no tan devotos cristianos y feligreses sobre la inmigración; eso se lo dejo a los católicos. Por no seguir con las protestas de cristianos bien por la apertura a iniciativa del Arzobispado y cofradías de Sevilla de un centro de noche para personas sin techo, muchos de ellos inmigrantes. Por no detenerme en la miserable manera de enfrentarse que han encontrado las derechas más ultramontanas y las izquierdas más temerosas de las urnas para ganar adeptos y no educar a los hijos del chovinismo nacionalista y otras maneras de ignorancia e intolerancia sobre la inmigración. Por esas razones y ciertas otras, empezaré por Marco Tulio Cicerón.
Como la historia siempre se repite, sobre todo protagonizada por los más miserables, mirémosla. Cicerón, el gran pensador, orador y jurista romano, cuya familia original, en su momento, también fue naturalizada romana, se vio envuelto en la defensa en el Senado de los derechos ciudadanos de un gaditano; a los enemigos de Julio César, hoy diríamos la oposición, no se les ocurrió mejor estrategia política para atacarlo que golpearlo en las espaldas de uno de sus amigos íntimos, un extranjero al que conoció en la Bética, al que algunos años antes, Pompeyo había concedido la ciudadanía romana. Su nombre era Lucio Cornelio Balbo. Este ciudadano se convertiría más tarde en el primer cónsul –el copresidente de la República– de origen no romano. De Gades. “Acoger gentes de fuera y tratarlas como iguales resulta mucho más fortalecedor que debilitador para Roma”, sostuvo un triunfante Cicerón en su alegato.
(Puede haber caducado)