“Hay que decirlo claramente, hay quien trabaja sistemáticamente y con todos sus medios para rechazar a los inmigrantes. Y esto, cuando es hecho con conciencia y responsabilidad, es un pecado grave”. El que pronuncia estas palabras no es un peligroso socialcomunista bolivariano bilduetarra, sino que son las palabras, claras como el agua, del Papa Francisco.

Las palabras del Papa han vuelto a airear la hipocresía infinita de las derechas, ahora con la inmigración, como han recordado en redes algunos como Benjamín Prado.

En su audiencia general de los miércoles, el pontífice, infalible para los cristianos, ha reflexionado sobre la cuestión migratoria y también ha dicho que el mar Mediterráneo “se ha convertido en un cementerio” y que “la mayoría de estos muertos, podrían haberse salvado”.

Las palabras del obispo de Roma coinciden, también en nuestro país, con la ofensiva xenófoba de las derechas, que curiosamente son quienes más van de católicos pero luego escogen la parte del catolicismo que les interesa.
Este mismo miércoles, el líder de la extrema derecha española, Santiago Abascal, hablaba de “invasión” y amenazaba con que “los españoles van a tener que empezar a defenderse por ellos mismos. Pero de verdad”, en una de esas diatribas calculadas para que los suyos le entiendan. Feijóo, por su parte, ha entrado torpemente a ese juego. Mientras, Alvise y sus secuaces se están entregados al bulo xenófobo diario como si no hubiera un mañana.