DESDE la amenaza terrorista de hace dos semanas en el aeropuerto londinense de Heathrow, en el que se abortó un atentado contra varios aviones con destino a Estados Unidos, parece haberse producido una cierta hipersensibilidad hacia hipotéticas situaciones de riesgo.

Hace unos días el temor expresado por una pasajera ante la presencia de dos ciudadanos de origen asiático obligó a retrasar el vuelo Málaga-Manchester, aunque luego se comprobó que ambas personas estaban fuera de toda sospecha. Ayer, este clima de nerviosismo se hizo patente en un avión que salió de Amsterdam con destino a Bombay, cuyo piloto decidió regresar ante la conducta sospechosa de algunos pasajeros, al parecer por utilizar sus móviles durante el despegue.

Nada sería peor que se generalizase una psicosis de miedo hacia el avión cuando se ha demostrado como el medio de transporte más seguro, que goza de unas medidas de vigilancia excepcionales, en las que cada pasajero es controlado exhaustivamente, medidas que se han acentuado al máximo en las últimas semanas. Los esfuerzos de las autoridades por la seguridad deberían ir unidos a mensajes de serenidad.