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"Ilegales" e "irregulares"

El Periodico, 24-08-2006
NACHO PARA

La llegada de inmigrantes a Canarias es una de las imágenes más comunes de los informativos durante este verano. “Inmigrantes irregulares”, dicen en algunas cadenas. “Inmigrantes ilegales”, dicen en otras. ¿Por qué hay que ponerle adjetivos a la inmigración? ¿Por qué no son inmigrantes a secas? ¿Por qué nadie dice el “exalcalde ilegal” cuando se refieren a Julián Mu –
ñoz ? ¿Por qué hasta Gil era siempre don Jesús Gil en la tele?
El lenguaje televisivo reproduce a menudo las perversiones del lenguaje político. Los inmigrantes no disfrutan de la presunción de inocencia, como el resto de ciudadanos del Estado de derecho. Si un inmigrante tiene derecho a un abogado en cuanto pisa suelo español, ¿por qué se le tilda directamente de ilegal? Hay miles de inmigrantes cuya situación se ajusta a la legalidad internacional, sobre todo los que huyen de cruentas guerras en sus países de origen y son, por tanto, refugiados.
Un refugiado no es un ilegal. Eso debería estar muy presente en el libro de estilo de los medios de comunicación. Da mucha vergüenza que hasta en los programas de cotilleo se utilice el término “presunto” para dar rienda suelta a los más peregrinos juicios paralelos y a los más rocambolescos rumores infundados. Anteanoche, la seudoperiodista Karmele Marchante habló de “la casi presunta trama” de María José Campanario. ¿Casi presunta? La calumnia no es ilegal, es el propio lenguaje de la televisión.
Se cuidan las palabras con los choricetes de aquí y se margina a la ilegalidad a los pobres que buscan en Europa no solo un futuro, sino el amparo legal que les falta en sus países. “¿Cómo no van a venir, si en cuanto salen de la patera les ponen la mantita?”, decía una princesa noreuropea en una fiesta marbellí. Comentarios así sí deberían ser considerados ilegales. La corte del rey Fahd lleva muchas tropelías a sus espaldas, pero ninguna tele los llama ilegales. Ni a George Bush.

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