Cuando se piensa en México, en el imaginario se concibe un lugar desértico, con cactus y polvo, en una fotografía opaca y amarillenta, con un modelo de cómo deben lucir los mexicanos. Este concepto ha sido reforzado por Hollywood al presentar a su país vecino de la manera en que ellos lo ven, con pobreza y sin tecnología.

Existen decenas de películas en las que se utiliza un filtro amarillo para retratar a México como si fuera algo apagado y sin vida. A tal punto que parece una referencia de cómo es todo el territorio.

Según Alejandro Herrera, coordinador del programa de cine en la Universidad Iberoamericana y guionista, esto se debe a que este filtro, con el color específico, se utiliza en la cinematografía para resaltar el aspecto desértico, árido, antiguo o sin tecnología.

Una de las cuestiones es que las fronteras más comunes para Estados Unidos son Tijuana (Baja California), Ciudad Juárez (Chihuahua) y Nuevo Laredo (Tamaulipas), zonas que efectivamente sí son desérticas. Por ello los estadounidenses suelen tener como referencia ese tipo de ambiente, aunque en otras partes del país sea totalmente distinto.

El territorio norte de México suele estar relacionado con borracheras, inseguridad y pobreza. Esta imagen preconcebida se debe a que la frontera es uno de los cruces más importantes para el narcotráfico, una puerta para los inmigrantes , y una zona de laguna legal para muchos estadounidenses que buscan divertirse sin atenerse a sus propias leyes.

Herrera explica que este tipo de efectos es utilizado como un recurso para evidenciar el cambio de ubicación, sobre todo en las películas que se ambientan entre Estados Unidos y México, pues en esos casos su uso sí está justificado y ayuda a la comprensión del espectador.

Aunque esta táctica se popularizó en películas como “Traición sin límites” (1987) y “Traffic” (2000), Alejandro Herrera afirma que estos filtros se usaban desde el cine de oro mexicano, con héroes revolucionarios del desierto a los que se buscaba enaltecer.

ESTEREOTIPOS EN LAS PELÍCULAS
Una de las cintas que más han recibido críticas hacia esta preconcepción son “El fuego de la venganza” (2004) y “007 Spectre” (2015), en las que ambas se sitúan en la capital del país, una ciudad con arquitectura moderna, tecnología y muy alejada del ambiente desértico.

“En estos casos definitivamente sí se habla de una mala concepción de México, no hay justificación” explica Herrera, “pero para entender esta problemática, se tendría que analizar individualmente por proyecto para saber si no existe alguna razón”.

Según Alejandro Herrera, la paleta de color es fundamental para un cineasta, ya que gracias a la teoría del color se pueden puntualizar algunas emociones. Es así que se juega con filtros como el azul para evocar sentimientos de tristeza o el rojo para la pasión o la sangre, entre otros.

En el caso de “Traffic”, se utiliza el amarillo para mostrar las escenas que suceden en México y para evidenciar la logística del narcotráfico, se retoma el azul para los escenarios de Estados Unidos en los que la tecnología está presente y, por último, el color vibrante para mostrar la realidad del consumo. Así, al demostrar tres ambientes distintos, sí existe una justificación para usar dichos filtros.

Sin embargo, la importancia radica en la parte del país azteca en la que esté situada la película, ya que si se habla de la frontera norte está bien empleado el color, en cambio, cuando se habla de la Ciudad de México, no hay una explicación adecuada para usarlo.

Al respecto, el académico de la Universidad Iberoaméricana pone de ejemplo “Breaking Bad” (2008), donde hay escenas que ocurren en el límite fronterizo de México y Estados Unidos, por lo que en ambos lados se utiliza el filtro amarillo, esto para resaltar el ambiente de narcotráfico y delincuencia. Incluso en la famosa escena del primer capítulo en la que el protagonista posa en calzoncillos en Albuquerque, ahí se busca exaltar el desierto en sí.

“En cambio en ‘El fuego de la venganza’, el modelo de millonario no va con los de México, no usan ese tipo de camisas, no hay altares a la virgen de Guadalupe dentro de sus casas”, argumenta Alejandro Herrera. "Lo mismo pasa con “Spectre”, que tienen una idea de cómo es el día de muertos en México y ese desfile no existía antes de que saliera en la película, lo retratan colonial, pero la ciudad de México ya no es así", aclara.

“Esto no significa que tuvieran intención de burlarse de estos patrones, muchas veces se trata de un desconocimiento y prejuicio de cómo es la Ciudad de México. Pero para erradicarlos deberíamos dejar de reproducirlos desde aquí, hay una responsabilidad de los cineastas mexicanos para dejar de mostrarnos como narcos”, finaliza Herrera.

El profesor aclara que lamentablemente estos ‘clichés’ se reproducen por los propios mexicanos, ya que son ellos los que perpetúan y reproducen estos modelos en cintas como “Y tu mamá también” (2001).

En los últimos años, la cultura de lo ‘políticamente correcto’ ha buscado incluir a las minorías y representarlas en Hollywood, pero en ocasiones la percepción de un cliché está tan inmerso en el colectivo que ya no es evidente.

Podríamos decir que Hollywood ya no reproduce estos modelos, pero películas recientes como “Bad Boys III” (2020) y “Saw X” (2023) muestran a la Ciudad de México en la misma situación ya antes mencionada, amarilla y sin tecnología.

De forma similar ocurre en “Elysium” (2013), que aunque no menciona al país debido a que está ambientada en un futuro distópico, fue grabada en una zona de extrema pobreza de la capital, inclusive cuenta con actores mexicanos que evidencian más ese ‘estilo’.

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Aunque es fundamental entender que el filtro funciona como un recurso cinematográfico útil, el problema radica cuando su uso incorrecto provoca un patrón que se reproduce en todas las partes del mundo y que cuando este tipo de cintas llega a España, se toma como algo cierto.

Tal vez lo más importante es retomar la cultura de lo “correcto” y hacer notar que el país latinoamericano no es así, pero para ello es necesario que se rompan estos estereotipos, incluso desde los propios mexicanos.