La Policía blinda el Reino Unido mientras grupos antirracistas desafían a los ultras en las calles
La convocatoria de un centenar de actos de la extrema derecha y bandas xenófobas sembró este miércoles la alarma entre los británicos
Diario Vasco, , 08-08-2024os británicos tomaron este miércoles unas medidas de seguridad inéditas ante la prevista explosión nocturna de un centenar de manifestaciones de la extrema derecha y grupos xenófobos. ‘La mayor operación policial de la historia’, advertía el sensacionalista ‘The Sun’, bajo el enorme titular ‘Preparados frente al caos’. ¿Exagerado? En absoluto. El Gobierno desplegó 6.000 policías antidisturbios en Londres y las principales ciudades donde estaban previstas las concentraciones. El contingente se añadía así a los 147.746 agentes distribuidos en 43 demarcaciones de Inglaterra y Gales. A las siete de la tarde, una hora más tarde en España, parte de esos efectivos protegían despachos de abogados, ONG, centros de acogida y oficinas vinculadas a la atención a la inmigración, incluidos en una lista de 39 «objetivos» difundida por los radicales en las redes sociales.
Los foros ultra se enardecieron ante la llamada a la «acción». Al atardecer, la Policía y los servicios de Inteligencia tenían contabilizadas ya un centenar de convocatorias. La mayoría, a últimas horas de la noche y con el consejo de que los participantes acudieran con «mascarillas» para dificultar su identificación. Cuarenta contramanifestaciones fueron programadas por colectivos antifascistas en lo que se preveía como «una madrugada muy agitada».
Miles de comercios y negocios, sobre todo del centro de Londres, bajaron la persiana pronto para permitir que sus empleados pudieran adelantar el regreso a sus casas. Lo mismo sucedió con los consultorios médicos, estaciones de autobús e incluso la catedral de Canterbury, que adelantó casi cinco horas el cierre de sus instalaciones. Al igual que las tiendas, numerosos bufetes jurídicos colocaron planchas de madera en las ventanas para proteger sus oficinas. Hubo abogados que decidieron tapar incluso las cristaleras de sus casas al considerarse señalados. Dos días antes se dieron varios intentos de asalto en viviendas de inmigrantes en poblaciones como Middlesbrough, Liverpool o Gloucester.
Los parlamentarios, en casa
El temor llegó a la esfera política. El presidente de la Cámara de los Comunes, sir Lindsay Hoyle, envío un correo el martes a todos los parlamentarios instándoles a trabajar desde casa. Los partidos también han hecho una petición similar para aquellos políticos que teman ser objeto de agresiones.
«Queremos que la gente vea los arrestos y las decisiones de imputación para que, si alguien sale a la calle para causar problemas o incita a otros a causarlos, pueda esperar todo el peso de la ley»
Jim McMahon
Ministro de Vivienda
Londres y decenas de ciudades permanecían blindadas. Los grupos ultra más conocidos llevaban horas monitorizados en busca de movimientos que denotaran cuándo y dónde empezarían los conflictos. Sin embargo, los que sí comenzaron a aflorar fueron los colectivos antirracistas, que tomaron muchos de los puntos donde tenían previsto citarse los extremistas al grito de «Allahu Akbar» (Dios es grande) y «Somos negros, blancos, musulmanes y judíos». Cientos de personas se congregaron ante oficinas de migración y centros de asilo en la capital donde se había montado un servicio extra de vigilancia alrededor de la estación de Walthamstow, Birmingham, Brentford, Aldershot o Northampton.
Medio centenar de militantes de la extrema derecha se concentró delante de una oficina de la Agencia Fronteriza en Portsmouth, abanderados con enseñas de San Jorge y la Unión Jack, pero decidieron disolverse ante su escaso número y la presencia policial. Antidisturbios a caballo separaron en Liverpool a los integrantes de una concentración ultra de varias decenas de personas que se colocaron en frente con carteles como ‘Echad a los nazis’. Medio centenar de personas en Croydon, al sur de Londres, lanzaron botellas en un intento de desatar el caos. Las acciones extremistas más violentas se esperaban de madrugada.
Por los tribunales empezaron a desfilar este miércoles los primeros de los 400 detenidos hasta ahora en una semana larga de disturbios. Comenzaron a raíz del asesinato de tres niñas, acuchilladas por un adolescente en un club de verano en la localidad de Southport. En la múltiple agresión resultaron heridas otras ocho menores, que ya han sido dadas de alta mientras una monitora continúa grave. La difusión de un bulo que identificaba al autor del apuñalamiento como un inmigrante detonó las protestas de extremistas y xenófobos. El acusado es un joven de 17 años nacido en Gales.
Los tres primeros inculpados salieron este miércoles del juzgado con condenas de tres años, treinta meses y veinte meses de cárcel. El despliegue judicial forma parte de una estrategia del Gobierno, dirigido por Keir Starmer, que al principio de agosto de 2011 dirigió la Fiscalía del Estado en la persecución de los delitos cometidos en los llamados ‘motines de Londres’. El líder laborista se ha centrado en la velocidad de los juzgados para que se exponga la pedagogía del castigo y la eficacia de la Policía. El Ejecutivo tiene cierta confianza en que la insistencia en los mensajes de mano dura ayude a sofocar la inaudita ola de violencia. «Queremos que la gente vea los arrestos y las decisiones de imputación para que, si alguien sale a la calle para causar problemas o incita a otras personas a causarlos, pueda esperar todo el peso de la ley», subrayó el ministro de Vivienda, Jim McMahon. La Policía ha dirigido también una nota a los padres para que sepan «a dónde salen sus hijos» tras detener a varios jóvenes en los tumultos.
Gestión del Gobierno
Sin embargo, la reacción del Gobierno no es elogiada por todos. En una encuesta de la firma YouGov, el 49% de los consultados cree que la gestión de la crisis por parte de Starmer está siendo mala y el 31% la considera buena. Entre los que votaron por el Partido Laborista en las elecciones del 4 de julio, el 60% dice que lo está haciendo bien o muy bien.
Luke Tryl, director en el Reino Unido de ‘More in Common’ (Más en Común), otra firma demoscópica, subrayaba este miércoles en el diario digital ‘Labour List’ que los votantes quisieran que la Policía despliegue más fuerza: camiones que lanzan agua, pistolas neutralizadoras y gases lacrimógenos. Culpan al anterior Gobierno conservador, al populista Nigel Farage y a la extrema derecha, así como a la política de inmigración. Pero también resulta indiscutible que en esta ola de altercados ha tenido una importancia fundamental la movilización a través de foros online.
49%
de los encuestados
por la firma YouGov cree que la gestión de la crisis por parte del Ejecutivo de Starmer está siendo mala, mientras que el 31% dice que es buena. Entre quienes votaron al Partido Laborista, el 60% defiende que el Gobierno británico lo está haciendo bien o muy bien.
«Existe una fuerte corriente de descontento con los niveles de inmigración desde hace tiempo», sostenía este miércoles en la BBC Johnathan Hayes, el hombre que resultó herido por el autor del triple crimen de Southport cuando acudía a socorrer a las niñas. Otras voces, como las de Stand Up To Racism y Socialist Worker, defendieron que los «refugiados son bienvenidos» mientras apuntaban a la «manipulación» de populistas y líderes de la extrema derecha. Robert Jenrick, uno de los favoritos para sustituir a a Rishi Sunak como líder del Partido Conservador, ha creado una polémica por afirmar que la Policía debería arrestar a toda persona que diga en la calle «Allahu Akbar».
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