La historia de la vinculación entre Tolosa y el Sahara suma una relación de veintitrés años. Fue por esas fechas cuando la comarca comenzó a participar y a colaborar con el programa de acogida temporal ‘Oporrak Bakean’ (Vacaciones en Paz), que, tras una nueva campaña de captación de familias para este verano, ha conseguido acoger a diez menores en diferentes puntos de como Tolosa, Anoeta, Gaztelu, Larraul, Aduna, Asteasu, además de Beasain.

Cuenta Eli Eizagirre, representante de la asociación local, que el objetivo inicial era acoger a 15 menores, aunque finalmente consiguieron el interés de diez familias de acogida, la mayoría repetidoras, aunque este año han contado con nuevos fichajes. Respecto a los niños y niñas, cuatro de los menores son repetidores y los seis restantes vienen por primera vez.

Tolosa despedirá a los niños y niñas de entre ocho y diez años el 29 de agosto, y el viernes 23 celebrarán la tradicional Agur Festa en el Tinglado, con actividades abiertas a la ciudadanía.

«La campaña ha avanzado de forma muy lenta en general; he echado de menos a la gente llamar para informarse»
Se trata de una iniciativa que se desarrolla con la ayuda de los ayuntamientos de Tolosaldea y la asociación Tolosaldea Sahararekin a través de la cual los niños y niñas de entre 10 y 12 años que viven en los campos de refugiados de Tinduf en el Sáhara Occidental tienen la opción de pasar los meses de junio y agosto fuera del calor del desierto en compañía de familias residentes en la comarca.

Este año, la campaña ha avanzado muy lentamente, pero el fenómeno ha sido de carácter general, tanto en Tolosaldea como a nivel de Euskadi. «He echado mucho de menos a la gente llamando para pedir información. En otros años, muchas personas llamaban y, aunque finalmente decidían no apuntarse lo hacían tras recibir información, al menos mostraban interés. La campaña no ha funcionado como esperábamos», señala Eizagirre.

«No es un capricho»
Desde la asociación reflexionan que la sociedad tiende a olvidar las crisis antiguas y con poca visibilidad tan pronto como ocurre una nueva guerra o una catástrofe natural. Las guerras en Gaza o Ucrania, así como la creciente necesidad de ayuda en otras zonas en conflicto, no solo afectan directamente a las áreas asediadas, sino que también tienen repercusiones globales. Estos refugiados, convertidos en desplazados «crónicos», llegan de forma anual a nuestro territorio, lo que demuestra la continua necesidad de apoyo y refugio. Sin embargo, en los últimos años, esta necesidad se ha visto truncada, reflejando un desafío persistente para la sociedad y su capacidad de respuesta.

En puntos como Tinduf, en Argelia, viven cerca de 175.000 refugiados saharauis en los precarios campamentos levantados hace ya casi 50 años. Este año, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU ha reducido un 30% las raciones de emergencia distribuidas entre la población refugiada saharaui, y la reducción ha llegado también a la cantidad de jabón y productos de limpieza. Según el Plan de Respuesta (2024-2025) consensuado para esta emergencia humanitaria por un consorcio de 28 entidades de la ONU y ONG, de los 173.600 saharauis que viven en los campamentos de Tinduf, hoy casi el 90% de ellos padece inseguridad alimentaria o está en riesgo de caer en ella.

«Vacaciones en Paz no es un capricho, sino una necesidad. Los niños necesitan salir de los campamentos»
«Está claro que el proyecto Vacaciones en Paz tiene sentido; los niños necesitan salir de allí. Están sufriendo un calor extremo en los campamentos y tienen poca comida, y todo eso se refleja en los problemas de salud que detectamos durante las consultas médicas. Uno de cada diez necesita gafas, otros dos tienen problemas de audición debido a tapones, y hemos requerido la atención de cardiólogos, dermatólogos, oftalmólogos, y también habrá una operación importante. Necesitar a todos estos especialistas para un grupo de diez niños dice mucho de cómo están la situación. Vacaciones en Paz no es un capricho, sino una necesidad», añade.