Trabajar, cotizar, votar

Diario de noticias de Alava, 23-08-2006

ESTE breve aserto cristaliza lo que el sentido común ordenaría en un país donde lo que predomina es la improvisación, la chapuza, y las tormentas de verano. Se han destapado el PSOE e Izquierda Unida con una proposición no de ley llamando a rebato sobre el posible reconocimiento del derecho a votar en las elecciones municipales a los inmigrantes en situación de legalidad. Más allá de los datos concretos en cuanto al número de personas que afectaría, tiene importancia señalar, por esta parte, que no es creíble la buena fe de ambas organizaciones, sobre todo cuando se mantiene en situación de irregularidad a miles de personas extranjeras que ni tan siquiera tienen la opción a legalizarse a corto plazo, y siguen llegando en cayucos, por centenares.

La federación de organizaciones de SOS Racismo en el Estado español puso este tema sobre la mesa hace más de diez años, logrando el posicionamiento favorable de decenas de ayuntamientos en el País Vasco y de centenares en Catalunya. Fue un grito en el desierto y un precedente, sin duda, de la actual propuesta.

Sin embargo, cabe señalar, que los factores de discriminación y desigualdad entre nacionales, personas extranjeras y entre ellas mismas, se mantienen contra viento y marea.

A saber: discriminación en el acceso al trabajo; en el acceso a la vivienda; en la aplicación de la legislación laboral; en la dureza de los procedimientos de renovación de los permisos; en el acceso a los matrimonios mixtos, por el control judicial de los mismos; en el acceso a la nacionalidad debido a los distintas exigencias, bien si se trata de extranjeros latinos (dos años de residencia legal, o diez si son otros extracomunitarios), etc. La lista es mucho más larga. No hay, hasta el momento, ni la habrá en el futuro inmediato, voluntad política alguna de limar y resolver estas desigualdades, que condicionarán, sin duda alguna, el ámbito y la amplitud en la aplicación material del genérico reconocimiento del derecho a votar de los inmigrantes residentes legales.

Estos y otros factores de discriminación seleccionando inmigrantes por lugares de procedencia, y, por qué no decirlo, afinidad cultural dan a tal iniciativa un pobre color y un alcance extremadamente limitado que ha de conducir a una nueva categorización de los estadios de la población extranjera: comunitarios con derecho a voto, sin papeles inexpulsable, sin papales expulsable, sin papeles regularizable por arraigo temporal (tres años, más oferta de empleo de un año), con papeles no renovables por falta de cotización patronal, con papeles no renovables porque no encontró trabajo, con papeles no renovables porque está en situación de incapacidad temporal por enfermedad común o baja por maternidad, con papeles no renovables porque no puede demostrar medios de vida, con residencia legal latinoamericano del triangulo Chile, Argentina y Uruguay, con residencia legal de otros países latinos, con residencia legal extracomunitarios genéricos, etc.

La vía directa para el acceso al reconocimiento de un derecho esencial como es el derecho a votar, sin corsés, ni limitaciones absurdas, tiene a mi juicio dos puertas de acceso. La primera: facilitar en términos de igualdad el acceso de las personas extranjeras a la nacionalidad española, eliminado las diferencias temporales discriminatorias que se aplican en función de la procedencia, y reduciendo los plazos de resolución a lo legislado en materia de procedimientos administrativos de entre uno y dos años en la realidad a los tres meses, que para resolver dispone la administración en aplicación de la Ley 30/1992. De este modo al ser ciudadanos nacionales, ya no cabe la concesión graciosa del derecho a votar en las municipales y en las generales, porque tal derecho es inherente a la cualidad de nacional. La segunda: para aquellos supuestos de personas extranjeras que no deseen acceder a la nacionalidad española, por mantener la propia, cabría reconocer el derecho a votar en general, como una consecuencia natural de su acceso a los papeles permisos de residencia y de residencia y trabajo, o de residencia por ser familiar de persona comunitaria, etc evitándose, por ejemplo, las limitaciones al acceso al derecho a votar provocadas por el principio de reciprocidad.

No parece que la iniciativa del binomio PSOE-IU sea tan generosa como se trata de vender al por mayor. Si se entra al detalle, comprobamos que una iniciativa aparentemente progresista, como es la de reconocer el derecho teórico a votar de un par de millones de personas, esconde en su seno multitud de interrogantes derivados de la panoplia de desigualdades y discriminaciones de que son objeto en la vida cotidiana estas personas al margen de sus nacionalidades concretas. Interrogantes que no han de resolverse, ni explicarse, porque no conviene. Sin más.

Trabajar, cotizar, votar: un polinomio de difícil encaje, sobre todo, si el que trabaja y cotiza es persona extranjera-inmigrante. Riqueza neta para el erario público, cuando por ejemplo se ha cotizado, y no se tiene derecho al paro, porque no ha podido renovar la residencia. Problemas menores que afectan a miles de personas, y que no se resuelven por falta de voluntad política. Como este ejemplo, decenas. Por tanto, habrá que llevar a cabo una labor de equiparación de derechos en materias tan indiscutibles como es el derecho a cobrar el paro. Negamos el pan y la sal por un problema de orden burocrático a quien a cotizado uno o dos años, o más, trabajando casi siempre en condiciones extremas, y le calentamos la cabeza con el derecho a votar. Lo dicho es un simple ejemplo de discriminación subsanable, que por beneficiar a las arcas del estado, se mantiene en el debe de los gobiernos que pasan una y otra vez de puntillas sobre temas de pura justicia.

Votar. Proverbial iniciativa de quienes saben que, en su momento, afectará a una mínima parte del mundo de la inmigración, que no servirá para ayudar a resolver el saco de los problemas de discriminación, exclusión y marginación de centenares de miles de personas que con su trabajo emergido o sumergido ayudan a la prosperidad de un país olvidadizo y ramplón que paga con desprecio a aquellos que le enriquecen. Me temo que esta especie de serpiente de verano sirva, una vez más, para distraer la atención de otros graves problemas que afectan al la ciudadanía en general y al mundo de la inmigración en lo particular.

  • SOS_Racismo Araba
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