SEMANA DEL ORGULLO

Las 'drag queens', un fenómeno con muchas luces... y algunas sombras: "Somos muchas, no hay trabajo para todas, se paga a 50 euros la noche... Claro que he querido tirar la toalla, pero esto es una droga"

Bares de Chueca y fiestas temáticas han dado alas a este 'boom' que no deja de crecer. La noche de Madrid se ha convertido en el 'hogar' de estas transformistas que bregan con un trabajo a menudo precario. "Siempre castigaron con 'bullying' mi feminidad. Ser 'drag' es mi respuesta"

El Mundo, Javier Cid Carlos García Pozo (Fotos), 04-07-2024

De todo el magma LGTBI que apuntala el mundo en los últimos tiempos, las drag queens son quizá el bastión más chispeante y cabaretero, más deslenguado y travieso, más canalla y activista, siempre con furores de tacón y discoteca. De aquellas transformistas pretéritas que imitaban a las grandes folclóricas en verbenas de todo pelaje y en bares cualesquiera, acicaladas para la ocasión como divas superlativas, el fenómeno ha ido puliéndose y modernizándose hasta la imparable escena drag de nuestros días. Doñas fabricadas con maquillajes como lienzos febriles y pelucas descomunales que juguetean con los géneros. Que cantan, que bailan, que desafían al público con su verborrea de fábula en una suerte de burlesque al que resulta muy difícil ponerle nombre y más difícil aún ponerle puertas.

La ‘drag’ gaditana Mary Conazo.
La ‘drag’ gaditana Mary Conazo.

«El drag es un movimiento artístico que utiliza la estética, el maquillaje, la voz o la performance para expresarse», explica Mary Conazo, una de las drags de nueva hornada que jalean las noches de la capital. «Antiguamente, las transformistas se identificaban con mujeres, pero eso ha evolucionado y ahora va más allá, porque el arte no tiene género. Los gays, por ejemplo, lo usamos para expresar cosas que nos han sido arrebatadas. Mi personaje de Mary Conazo existe porque toda mi vida han castigado mi feminidad, se ha oprimido, se me ha obligado a meterla en una caja. Siempre me han hecho bullying por ser femenino, y ahora me pagan para ver precisamente eso. Y yo lo exploto, por todas esas veces que no me dejaron jugar con una Barbie o imitar a Beyoncé. Ahora puedo ser quien me de la gana. Y eso es ser drag queen».
Directamente llegada desde Jerez, provincia de Cádiz, para deshojar su propia revolución, Mary Conazo va poco a poco abriéndose hueco en el laberinto drag de Madrid. Un laberinto que, lejos de la lentejuela alegre que viene exportando como tarjeta de presentación, es cada vez más competitiva. «Aquí hay dos mundos, explica. A un lado, Chueca, con todos sus bares y sus drags ya consolidadas, que actúan de lunes a domingo, con sueldos fijos, dadas de alta en la seguridad social y que empezaron hace 20 o 30 años, cuando no había tanta competencia. Y después está el resto, lo que no es Chueca, con varias fiestas autogestionadas, con muchos grupitos precarios que han montado su propio evento» lejos del mainstream del centro: el que yo monté, llamado Dragonas, la fiesta Lolailo, la de Las Niñas… Aquí lo importante no es el talento, sino los contactos, y este es un pastel muy pequeño del que muchas queremos comer».
Pupi Poisson es una de esas drags consolidadas que llevan ya algunos años gastando tacón en este gremio, y que tras darse a conocer de manera masiva gracias a la versión española del reality Drag Race ahora trata de hacerse un hueco en el mundo de la interpretación. «Yo he conseguido vivir de esto, y cuando he pasado apuros me he hecho responsable, he cogido el toro por los cuernos», cuenta a GRAN MADRID. «Algunas compañeras se quejan de que no tienen trabajo, de que se cobra muy poco, de que no las llaman… Es lógico que el más conocido gane más dinero, igual que en una oficina el que tenga un puesto superior tendrá mejor nómina. Pero las hay que derrochan dinero en vestuario, en peluquería o en otras sustancias que no son necesarias para el desempeño de su trabajo. Yo me he dejado la piel en Chueca cinco noches a la semana, y durante el día en una cafetería. Y no siempre he podido estrenar un traje maravilloso, ni volver a casa en taxi. Es cuestión de ser consciente de dónde estás, cuánto ganas y cuánto gastas. Hay algunas que quieren vivir como Madonna, y eso no puede ser».

Gad Yola, ‘drag’ peruana criada en Madrid.
Gad Yola, ‘drag’ peruana criada en Madrid.

Gad Yola, nacida en Lima y criada en Madrid, empezó a coquetear con el mundo drag en la clandestinidad de su habitación, maquillándose a escondidas con la ayuda de tutoriales de Youtube. Sus orígenes perunaos y su realidad como migrante han ido forjando un personaje imprescindible en la capital, alejado de la parafernalia frívola que a veces envuelve a otras camaradas. Su carácter militante es en gran parte la razón de su éxito, basado en shows contestatarios donde denuncia, sin bajarse de los tacones y con peluca, «la heteronorma y la blanquitud europea». «Mi entrada fue tan disruptiva que enseguida llamé la atención» explica. «Yo no destaco por tener un especial talento, ni por un maquillaje fuertísimo, sino por mi poder, mi convicción, mis ganas, mi atrevimiento, porque eso es en definitiva una drag queen: un ser que lucha, que sueña, con un envoltorio a veces más bonito, a veces más feo, a veces más normativo, a veces menos. Yo tengo la suerte de poder mostrar mi rabia y mi dolor, y de poder sanarlo sobre un escenario».
Entonces, ¿hay racismo en la escena drag?
-Por supuesto que lo hay. Yo he sentido racismo como espectador al escuchar determinados chistes, y hay racismo desde las propias compañeras. Caen en estereotipos, en comentarios básicos, en bromas fáciles sobre mi pelo, sobre el tamaño de mi lo que sea, sobre mi color de piel.
-¿Mal rollo, pues?
-Yo tengo malos rollos con muchas, y muchas tienen malos rollos conmigo. Mi influencia ha sido bastante grande, y eso se ha podido convertir en un meme, se ha banalizado. Pero no me parece mal. No todos los enfermeros de un hospital son íntimos, ni todos los electricistas se llevan bien.
Todas estas experiencias han ido moldeando a cada una de estas artistas que han hecho de la noche su escenario, su show vital, su existir. Y es que hay tantos tipos de drags como personas que se trasvisten. «Ser drag para mí es una extensión de mi personalidad, porque me permite expresar cosas que no puedo hacer normalmente», explica Lady Cirka, que también ha encontrado su hueco en la capital rompiendo todos los moldes, afilando hasta el límite su estética. Su origen brasileño, su barba frondosísima, su vestuario y su puesta en escena traídos del cabaret no tienen competencia -«soy rara, soy burlesque, soy cómica, soy sensual», se autodefine
. Y aún así, reconoce la precariedad de la noche y los sinsabores del gremio.
«Te pagan tan poco que a veces prefieres que no te hagan contrato, porque pierdes dinero. Lo he compaginado paseando perros, ahora también soy teleoperador… La pandemia fue terrible: me echaron de mi casa, iba llorando al trabajo, me vi en una situación límite que me llevó a una depresión brutal. Pensé en tirar la toalla no solo del mundo drag, sino de todo lo demás. Pero esto es una droga que no se puede dejar.

Lady Cirka es brasileña.
Lady Cirka es brasileña.

¿Cómo son las tarifas?
-Desde la pandemia los cachés han bajado, las drags que llegan nuevas a Madrid están dispuestas a trabajar más por menos, y hay una serie de caciques de la noche que se aprovechan de eso. En Chueca se están cobrando 50 euros por noche, 80 en ocasiones muy contradas. Lo normal debería ser 150 para poder vivir de ello, pero desde hace 10 años a mí no me han subido la tarifa. Sin embargo no te puedes quejar, porque entonces no te vuelven a llamar.
La Prohibida, otro de los mimbres fundamentales del territorio drag no solo en Madrid, sino en el resto de España, iba para traductora, pero su pasión por el transformismo pudo más. Ahora, ha conseguido orientar sus orígenes como drag hacia una carrera musical que lleva años acariciando éxitos. Y comparte con Lady Cirka el abuso de algunos empresarios de la noche. «Esto no es como un actor al que le proporcionan el maquillaje, el vestuario, los desplazamientos…». «Somos artistas pero también productoras de nuestro propio show, de nuestro propio personaje. Esto va a explotar algún día, y es algo en lo que coincidimos todas. Se nos exige mucha calidad, pero se nos paga muy poco. Y yo he vivido momentos de auténtico desprecio por mi profesión por parte de algunos empresarios. No todos, que quede claro. Pero sí muchos».
Para sobrellevar estas dificultades, algunas drags están agrupadas en pequeñas familias simbólicas denominadas casas. En todas estas casas cimentadas sobre vínculos de hermandad hay una madre, que viene siendo la líder que protege y enseña a las demás. Gad Yola pertenece a dos de estas hermandades: por un lado, es la madre de la House of Gad. Por otro, es miembro de la Casa Drag Latina, a la que se han ido uniendo distintas hermanas que tienen en común su origen migrante, entre ellas la brasileña Lady Cirka. «Nos juntamos de vez en cuando para hacer algo que nos represente de verdad, no para dar al público más básico lo que quiere ver», cuenta Gad Yola. «Yo me relaciono, sobre todo, con personas que están deconstruidas, que son de izquierdas, antirracistas, que no tienen plumofobia y manejan un sentido crítico del mundo… Para ser mi amiga, mi hermana, tienes que tener unas cualidades específicas. Si las cumples, yo te voy a cuidar y a querer sin fisuras».
«El concepto de las casas drags comenzó en Nueva York en los años 80, y a ellas pertenecían gentes LGTBI repudiadas, racializadas, migrantes, transexuales… que debían ayudarse entre ellos para poder sobrevivir. Muchos habían sido expulsados de sus casas, y formaban sus propias familias donde se enseñaban y se protegían los unos a los otros. Habla Mary Conazo de este vínculo invisible que en su caso se llama House of Cats, una hermandad que nació en Madrid por casualidad.
«Empecé enseñando a una persona que tenía mucha ilusión por aprender el oficio, y que se convirtió en mi primera hija. Y después acogí a otra chica de Alicante, a la que también le di algunas nociones de maquillaje, de peluquería… Y luego conocí a mi compañero de piso, al que ayudé a iniciarse. Y así, sin querer, creamos una comunidad donde lo que nos une es el amor al travestismo, la red de apoyo que nos brindamos tras haber sufrido mucho».
-Algunas cultiváis una acidez a prueba de bomba. No sé si es mala uva…
-Si hablas de atacar un poco al público, de pincharles con alguna broma… pues vale, puede ser -dice Pupi Poisson
. Pero cuando estás en un local actuando delante de gente que está de bebiendo y de fiesta, y que no ha pagado por verte a ti, tu personaje tiene que estar por encima de todo eso, aprender a dominar la situación… porque si no lo haces, el público te come.
Si volvierais a nacer… ¿seríais drags?
-Lo repetiría absolutamente todo desde el principio, haría cada cosa tal y como la he hecho, no cambiaría ni una coma -confiesa La Prohibida
. No se me ocurre una profesión mejor que ésta. No existe.
Yo sería rica -bromea Lady Cirka. Pero entonces ya no sería la persona que conozco hoy, ni la drag que conozco hoy. Creo en la reencarnación, así que si volviera nacer sería maricón. Siempre maricón.

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