Buenismo

Diario de Noticias, Ignacio Azparren Tellería, 04-07-2024

En el pasado era habitual el uso vulgar de esta palabra como superlativo del adjetivo bueno, de hecho no tenía claro si se encontraba recogida en el diccionario de la RAE. Actualmente es común oírla en conversaciones referidas a hechos vinculados con situaciones de conflicto o desajuste legal. Tras una consulta posterior, he descubierto que figura en el diccionario con el significado de “actitud de quien ante los conflictos rebaja su gravedad, cede con benevolencia o actúa con excesiva tolerancia”. Las veces que he oído esta palabra en tiempos recientes han sido, en su inmensa mayoría, en situaciones referidas a temas relacionados con la inmigración, menores inmigrantes o personas de baja condición social envueltas en asuntos de controversia social y/o legal.

Nunca la he oído en contextos referentes a ciudadanos bien situados socialmente e involucrados en temas de desajuste conductual o conflicto con la normativa oficial vigente. Al ser utilizada en exclusividad para criticar el presunto tratamiento liviano con el que se abordan las irregularidades de los más desfavorecidos, podría tratarse de un uso burdo y burlón del concepto de bondad, término cargado de contenidos filosóficos, éticos, humanísticos, etcétera.

No me gustaba la palabra buenismo hasta el punto de creer que era un término inventado para la ocasión, ahora me he dado cuenta de que lo que detesto no es la palabra, sino el modo en el que habitualmente se usa, que de alguna manera trata de difundir la creencia de que solo unos pocos merecen ser tratados bondadosa y comprensivamente. El otro brazo de la balanza lo ocupa el ámbito legal en el que, al margen de la condición social, todos debemos tener el mismo tratamiento: el ceñido a la legislación en vigor.

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