EL RETO DE LA EMIGRACION

Los subsaharianos llegados a Barcelona vagan por la ciudad sin recibir amparo

La Vanguardia, 23-08-2006

ENRIQUE FIGUEREDO / CELTIA TRAVIESASBARCELONA

Los asistentes sociales están en alerta para derivar a los inmigrantes a unos albergues que están desbordados
- Los últimos 50 subsaharianos llegados a Barcelona tras arribar a las costas canarias en cayucos se dispersaron ayer por las calles de la capital catalana. Algunos mantuvieron tímidos contactos con la red asistencial del Ayuntamiento de Barcelona y de algunas ONG, pero a última hora de ayer se sabía que su dispersión iba en aumento.

Fuentes de las organizaciones que colaboraron con el Ministerio de Trabajo explicaron ayer que tenían noticias de que parte de los 50 ciudadanos llegados de África occidental habían emprendido viaje hacia el sur de la Península por sus propios medios y que otros, que estaban acabando de hacerse con la ciudad y su nueva situación, pensaban permanecer un par de días más en la capital catalana.

Fuentes municipales confirmaron que desde anoche existe activado un dispositivo de urgencia consistente en tener en alerta a los asistentes sociales para derivar en cualquier momento a este grupo de inmigrantes a la red de albergues disponible. Anoche se temía que este grupo de recién llegados buscara refugio en alguna de las oficinas de asistencia que las administraciones tienen abiertas en Barcelona.

Las mismas fuentes explicaron, sin embargo, que si todos estos inmigrantes decidieran permanecer en la ciudad habría muchos problemas para alojarlos, porque los centros de acogida se encuentran al límite de sus capacidades.

Las ONG implicadas en los programas del Ministerio de Trabajo para la acogida de subsaharianos llegados a la Península desde las islas Canarias mostraron ayer su sorpresa por el precedente que supone el hecho de que este último grupo de 50 extranjeros haya sido abandonado en Barcelona precisamente sin estar amparados por uno de estos programas. Tradicionalmente, cuando un contingente de estas características llega al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Barcelona o de cualquier otra ciudad española, las órdenes son la inmediata puesta en libertad, pero bajo la tutela de una de estas organizaciones colaboradoras del ministerio. La implicación de estas ONG es tal, que en muchos casos los inmigrantes son recogidos en el aeropuerto de El Prat por autobuses de estas entidades asistenciales, sin llegar a pasar ni siquiera por el CIE. El caso del último contingente no cumple ninguna de estas premisas.

Los programas que sufraga el Ministerio de Trabajo permiten que organizaciones como la Asociación para la Promoción y la Inserción Profesional (API), la Comissió Catalana d´Ajut al Refugiat (CCAR-CEAR) y la Cruz Roja española presten una atención de urgencia pero siempre limitada. En la mayoría de los casos, el inmigrante no permanece nunca más de 15 días bajo el amparo de dichas entidades. No sólo porque los presupuestos son limitados, sino porque la llegada de subsaharianos a Catalunya y otras partes de España es tal que no tienen capacidad para absorber la demanda de estos servicios. Curiosamente, una de estas organizaciones confesó ayer que tenía capacidad para acoger a los inmigrantes de Canarias dentro del programa, pero que nadie se lo solicitó. “Lo que ocurre es que oficialmente este colectivo para nosotros no existe, nosotros sólo lo sabemos gracias a la prensa”, comentó el portavoz de otra de las ONG. Eso no quiere decir que no existan otras organizaciones, algunas de ellas ligadas a la Iglesia católica, que trabajen también con este tipo problemática social.

La mayoría de los inmigrantes del África negra que llegan a España tienen contactos en el país, su pequeña red de familiares o amigos. Éstos les informan de antemano de los lugares a donde pueden acudir en caso de emergencia. Así, es frecuente que muchos de ellos cuenten con direcciones de parroquias o comedores sociales. Además, los subsaharianos ya establecidos en la zona de acogida son otras referencias con las que el recién llegado puede contar.

Un joven de Guinea-Bissau sentado en la plaza Catalunya, epicentro durante años de la inmigración irregular llegada a Barcelona, explicaba ayer que a menudo se encuentra con personas de su “misma piel” que andan por la Rambla perdidas, “pidiendo dinero y sin saber adónde ir”. Es común el préstamo de dinero o ropa, explica el joven guineano, aunque se tenga en frente a un completo desconocido.

Como los que ahora vagan por la ciudad.

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